La tarde se había deslizado con una calma inquietante, y el murmullo de los preparativos para la misión de Dante se había convertido en el telón de fondo de los pensamientos de Ivy. Después de su conversación con Nales, ella había escuchado, desde una esquina, el anuncio de Dante sobre su viaje a otra ciudad. El viaje duraría dos días, y ese detalle encendió una chispa de esperanza en Ivy.
"Jisjisjis, esta es mi oportunidad," murmuró para sí misma, su voz un susurro apenas audible, "Podré escapar de este maniático."
Pero su aliento se cortó abruptamente al escuchar la voz grave de Dante detrás de ella. "Más te vale que lo que escuché no haya sido una idea de escapar de aquí."
Ivy dio un brinco, su corazón latiendo con fuerza. Se giró, la sorpresa dibujada en su rostro. Dante la miraba con una intensidad que la hizo sentir pequeña y expuesta.
"No, no era eso," balbuceó, negando con la cabeza rápidamente.
Dante la miró fijamente, una sonrisa que no llegaba a los ojos curvando sus labios. "Te conviene quedarte. Aunque, ahora que lo pienso, tal vez si te escapes cuando no este. Así que vendrás conmigo."
Ivy intentó protestar, su voz temblando. "¡¿Qué dices?! Pero es tu misión, no la mía. Además yo..."
Dante no la dejó terminar. "Te doy tiempo hasta las 3 p.m. para preparar tus cosas para los dos días. Si no están listas, iras y volverás con esa ropa. Y no esperes que me importe."
Ella frunció el ceño, hablando entre dientes mientras se dirigía a sus habitaciones. "Maldito loco... ¿cómo puede ser tan inflexible?"
A las 2:57 p.m., Ivy salió corriendo de su habitación, su maleta en la mano. Corrió hacia la puerta principal, pero se detuvo en seco al ver la escena fuera de la mansión. Casi media mafia estaba allí, esperando con elegantes autos negros alineados en el jardín.
Le entregó su maleta a uno de los hombres y se dirigió a los autos. Dante se le acercó con una expresión impasible. "Bueno, vámonos de una vez, o por tu culpa llegaremos tarde."
Sin previo aviso, la tomó del brazo y la empujó suavemente hacia el auto. Nales, el mayordomo de Dante, estaba al volante. Dante se sentó a su lado, y los autos comenzaron a moverse en una formación precisa.
Mientras el paisaje pasaba velozmente, Ivy intentaba concentrarse en lo que le esperaba, pero no podía evitar el sarcasmo que se deslizaba en sus pensamientos. "Qué lindo, disfrutaré de una maravillosa matanza."
La noche cayó lentamente, y el sol se escondió tras un velo de oscuridad mientras los autos seguían a Nales. El viaje fue largo y silencioso, interrumpido solo por el murmullo ocasional de Dante y Nales. Ivy, agotada, se quedó dormida en el asiento trasero.
Un frenazo repentino la despertó. Ivy abrió los ojos y se incorporó, su mente aún nublada por el sueño. Frente a ellos, una mujer de alrededor de unos 28 años se encontraba erguida, rodeada por un par de hombres armados. La mujer tenía una presencia imponente, sus ojos brillando con una intensidad que rivalizaba con la de Dante.
Dante frunció el ceño al verla, evitando su mirada mientras la observaba a través de la ventana. La tensión en el aire era palpable.
Ivy, sorprendida, se preguntaba en silencio: "¿Amiga o enemiga?"
Cuando Nales bajó del auto, lo hizo con una sonrisa cortés y una ligera reverencia. "Hola, señora Xiomara, un gusto verla de nuevo."
La mujer aludida, Xiomara, era una presencia imponente. Su cabello oscuro y su mirada afilada contrastaban con la calidez de su saludo. Dante, por otro lado, parecía estar en un estado de creciente irritación. Salió del auto con un resoplido, su desdén palpable. "Hola. ¿Para qué me contactaste? Espero que no sea alguna de tus payasadas, Xiomara."
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Sombra del deseo.
Não FicçãoIvy nunca imaginó que su vida cambiaría por completo en un abrir y cerrar de ojos. Un misterioso y oscuro joven la secuestra, llevándola a una lujosa mansión rodeada de sombras y secretos. Él es Dante, el implacable líder de una poderosa mafia, con...