Capitulo 31

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Sosteniendo la mano de Mijaíl, Sara avanzó por el pueblo sintiendo se cómo un jarron, la sensación de vacío en su interior era tan jodidamente incómoda, mientras caminaba la sensación de vacío se atenuó, y al pasar cerca del pequeño templo sintió que sus energías subían velozmente.

-Mijail ¿Como va la construcción del templo?- Pregunto con suavidad deteniéndose frente a aquel extraño edificio. Estaba siendo construido con piedras talladas con esmero, la idea original era darle forma de casa romana, obviamente fue idea de Sara, pero los hombres bestia comenzaron a poner sus propias ideas, tallando en las paredes diversas bestias con tanta delicadeza que hasta lo que serían las rejas en las ventanas, eran pequeñas serpientes y aves enroscadas entre sí.

-¡SACERDOTISA!- Fue un grito tan estridente que por un momento me asusté, mirando a la dirección del grito un niño bestia gordito y adorable corria hacia mí, en sus manos una cesta llena de flores.

-Aqui estoy, no corras o te puedes caer.- Advertencia que llegó tardía cuando el pequeño niño termino cayendo y rodando hasta llegar a mis pies. -¿Estas bien?- con suavidad lo ayude a ponerse de pie, mirando pequeños cuernitos creciendo en su cabeza, la piel suave del pequeño se había llenado de pequeños raspones.

-¡Si! ¡Mire! ¡Son flores para el altar!- el pequeño mostró con felicidad su cesta, dónde delicadas flores de diversos colores estaban algo dañadas por la caída, pero sin perder su belleza.

-Son bonitas, ¿Vas a pedir una bendición?- pregunto Mijaíl con una sonrisa, mientras miraba al pequeño con ternura.

-¡Sí, tal vez asi pueda ser como Barroco, y obtener la bendición de un Dios!- Sus ojos brillaban con ilusión y yo solo podía suspirar. No es que el niño no tuviera una bendición, es que su bendicion seguía cargando no entendía por qué, pero sobre su cabeza aún salía la notificación de "carga" no era el único niño con esta notificación, sinceramente no sabía que estaba cargando

-No pierdas la fé, tu bendición llegará en cualquier momento.- Sonriendo lo más amable posible, guío al pequeño dentro del edificio, sinceramente la devoción que presentaban los hombres bestia era impresionante, hasta por dentro había paredes talladas que parecían estar contando diversas historias.

-Sacerdotisa ¿Cuando se casará con el medico brujo?- La voz infantil del pequeño Pedro me atrajo.

Mire a mi lado y Mijaíl parecía nervioso, mirando a los lados pero sabía bien que atento a mi respuesta.

-Estoy esperando a que el sistema del pueblo esté un poco más estable.- mirando a Mijaíl note sus hombros caídos, haciéndome sonreír. Solo espera un poco más cielo, tu también mereces una boda. Pensaba mientras llegaba al altar, una simple mesa de piedra con marcas rojizas de trazos aún sin tallar.

-Le dije a mi papá que tallara un océano en el altar, y pusiera vasos para las flores.- el pequeño hablaba con ilusión sobre sus ideas, hablando tanto que el tiempo paso rápido. Cuando nos dimos cuenta mis energías estaban completas y Mijaíl parecía estar borracho de sueño.

-Gracias por estar con nosotros mi pequeño, nosotros nos vamos.- Comenté antes de jalar suavemente a Mijaíl, con más energías fui directamente hasta el gran árbol donde la casa de Mijaíl estaba. Era curioso, pues si considerabamos el poseía más de una casa. Tenía un hogar en la cueva, en el territorio del clan de los osos, una casa en el árbol y ahora también una habitación en mi casa.

Mi favorita era su casa en el árbol, tenía una cuerda que al jalarla dejaba caer una escalera colgante en la cual subíamos hasta llegar a una plataforma que funcionaba como un recibidor, teniendo que mover una simple pared de cáñamo tejida para poder entrar a la casa dentro del árbol. El aroma de hierbas era permanente, aún así consideraba asombroso el como aún con el semejante hueco y las construcciones dentro de su tronco, aquel árbol seguía vivo.

-Sara tu... ¿Realmente te casarás conmigo?- fue una pregunta llena de dudas, Mijaíl me miraba con dolor.

Tal vez me atrase bastante en esto.

-Queria hacerte una ceremonia como con Will... Pero, ¿Deseas tener mi marca primero? - Pregunté con suavidad, acariciando su rostro. Entendía su miedo, y su dolor, aún no termino de aprender que aquí no existe la época del noviazgo, aquí es directamente el matrimonio.

-Si, lo deseo.- Una respuesta afirmativa antes de un beso apasionado, no se podía descuidar, Mijaíl podía verse manso y tranquilo como un conejito, pero era un hombre, uno que mataba y deseaba. Sus manos recorrieron aquel cuerpo curvilíneo con deseo, su tacto caliente parecía querer adorar cada parte del cuerpo de su amada.

Entre besos y caricias llegaron al pequeño sofá donde las ropas ya no estaban y sus cuerpos se frotaba uno contra el otro en busca de fricción. Con la espalda sobre el asiento, las piernas a ambos costados de Mijaíl, Sara fue testigo del por qué no se debía subestimar aún hombre.

Por muy delgado que se viera, su virilidad y fuerza la llevaron a conocer las estrellas.

Mientras todo eso pasaba, Mijaíl agradecido a Will por sus consejos.


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-Por lo que tengo entendido llevas ya dos meses de matrimonio con la sacerdotisa, pero no hay cachorros a la vista. - La burla entre aquellas palabras se podía escuchar con suma facilidad.

-Sara no desea tener cachorros aún, y respeto su decisión.- Fue la respuesta inmediata del oso mientras fingía no escuchar la molesta voz de los demás orcos.

-¿Como es en el sexo? - Fue una pregunta fuera de lugar desde el punto de vista de Will hasta que miro quien pregunto.

-Aoi que seas un hombre depravado no implica que todos lo seamos. La sexualidad de mi pareja y mía, es asunto nuestro, y no concierne a nadie más.- Un gruñido bajo lleno de amenaza salió de mi garganta.

-Sara tiene gustos inusuales, mira que hacer su segundo macho aún gerd y aún más un médico brujo es un gusto curioso, quien sabe, tal vez le guste tener dos pollas a la vez... Aunque ¿No sé supone tiene un hueco más? Seguro que le debe fascinar que se la follen entre dos.- Está vez la segunda voz en hablar fue Aoba el hermano de Aoi, ambos hombres eran tan similares que parecían gotas de agua, si no fuera por su forma de hablar y moverse sería difícil diferenciar los.

-Si quieres seguir en este pueblo, espero que te sepas controlar.- Fue una amenaza Dada por el leopardo pero ya era muy tarde. El oso había saltado como bestia endurecida contra los hombres serpiente.

Una pelea entre bestias que llegó a una hermandad involuntaria, mientras el oso y las serpientes luchaban, un viejo lince corría en busca de sacerdotisa.

Seré La Reina De Las Bestias. (Poli 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora