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El olor tan delicioso a comida la despertó, entre cerro los ojos mientras observaba aquel techo de palos. Parpadeo buscando la razón de su existencia sin comprender que hacía allí. Hasta que un dolor ensordecedor la trajo de vuelta a la tierra, el dolor que sentía fue tal que se quiso hacer bolita entre las pieles y llorar en silencio. Tomo varias respiraciones hasta que noto algo inusual, ella se había desmayado del dolor, no había nadie junto a ella. Era ella sola contra el mundo...

¿¡Quien carajos estaba cocinando!?

Parpadeo mientras observaba aterrada hacía la cocina, cabía señalar que lo único que separaba las "habitaciones" de la pequeña casa, eran pieles animales sostenidas desde el techo hacia el suelo. Por la apertura que servía de puerta, pudo ver una espalda musculosa llena de cicatrices, una piel morena con un tono rojizo por el sol, cabello castaño oscuro curiosamente liso pero parecía haber pasado por una batalla estaba sucio. Juraría que hasta había animales allí.

Al bajar la mirada una cintura pequeña con músculos cada vez más notorios, un trasero bastante llamativo que era tapado por unas pieles amarradas por una cuerda, sus muslos eran tan musculosos sus pies firmes parecían había caminado por el Sahara, arena y barro pegados.

Una vena saltaba en mi frente, el piso estaba lleno de barro, manchas de pisadas que iban por toda la casa. Joder.

¡TODO ESTABA PATAS ARRIBA!

Sentía la respiración acelerada, muchos pensamientos pero todos dirigidos a la suciedad en su pequeña morada. ¿¡Acaso no sabía de higiene!? ¿Cuántas bacterias podrían entrar en su casa gracias a toda esa mugre?

—Ahhhh!—

Un grito ensordecedor lleno de frustración y miedo.

Recordemos murió por una alergia.
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—Hembra! ¿Que sucede?— el grito lo saco de su pequeño sueño donde esa pequeña hembra era su esposa que esperaba a sus cachorros.

Corrió al lado de la pequeña hembra y parecía que sus gritos se hacían más altos, mientras me veía con horror. Y me sentí triste, era un macho adulto en la casa de una pequeña hembra que posiblemente no había llegado a la edad adulta.

—No te haré daño, tranquila, tranquila.— pedía con suavidad tratando de hacerle entender que mis intenciones eran buenas.

—Sal de mi casa ahora!— Ordeno enojada mientras se levantaba tambaleante al pisar sus pies se ensuciaron con barro.

Y nuevamente grito como si su vida estuviera en riesgo.


Dos horas después el pobre Will estaba limpiando su cuerpo con esmero, por primera vez se sintió avergonzado del aspecto de su cuerpo. Se sentía extraño pero a la vez cómodo una vez termino de bañarse la hembra me obligó a limpiar su morada aparentemente odiaba la suciedad fue ... Interesante.

—¿Por qué me ayudaste? ¿Cómo te llamas?— sus preguntas aún que llenas de curiosidad se sintieron nerviosas. Ella estaba sentada sobre aquella silla cómoda con una piel de oveja sobre sus piernas y la mirada perdida.

—Soy Will del clan de los osos, y... Te ayude por qué eres una hembra indefensa.— conteste sintiendome incómodo ante su mirada acusadora.

—¿Dónde vives? ¿Es cerca de aquí?—

—No, vivo en una cueva hacia el norte de aquí, junto al pueblo.— respondí sin dudar mientras dejaba que ella jugará con mi cabello, se sentía tan íntimo ¿Le gusta mi cabello? Me lo dejaré crecer más tiempo...

—¿Hay un pueblo cerca?— pregunto curiosa me hubiera gustado acariciar su frente para bajar aquellas arrugas que aparecían ante su seño fruncido.

—Esta a una hora de trayecto...— Murmuré bajito mientras la veía tan seria y dominante, cómo si estuviera deseando matarme.

Daba algo de miedo. Pero también se veía adorable. Tan pequeña y furiosa.

—¿Hacía donde? ¿Tienen una tienda?—

Seré La Reina De Las Bestias. (Poli 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora