A la mañana siguiente, cuando me despierto, veo que estoy en mi habitación. A diferencia de otras noches, ni Daniela ha venido a buscarme, ni yo he ido a buscarla a ella.
Creo que mi confesión tras lo ocurrido entre Cold y Flor va a marcar un antes y un después en nuestra extraña relación.
Me revuelvo en la cama. Pero, vamos a ver, ¿cómo soy tan bocazas?
Pienso en Yanira y sé que en un momento así me diría: «Te lo dije. Te dije que esto iba a pasar», y me desespero. Pero ¿por qué no aprendo? ¿Por qué repito una y mil veces y sigo cometiendo el mismo error?
Tras lamentarme durante un buen rato, decido acabar con ello. Me levanto, me ducho, me visto y salgo de la cabaña en busca de Madison.
En el camino, veo a lo lejos a Tom y a Sora, que están hablando con gesto serio.
Ellos no me ven, y continúo caminando.
Al entrar en la casa, todo está en silencio. No sé dónde está Mafe, pero lo que sí sé es que, tras lo ocurrido el día anterior entre ella y Sora, su relación no volverá a ser la misma.
De dos en dos, subo la escalera hasta el cuarto de Madison. Llamo a la puerta y ella abre y me saluda con una sonrisa:
—Buenos días.
Mi gesto debe de ser tan atormentado que, cogiéndome de la mano, me hace pasar, cierra la puerta, me sienta en la cama y, antes de que me pregunte qué me ocurre, yo le canto hasta La traviata. Le cuento la realidad de la relación con Daniela y, cuando acabo, murmura:
—Lo vuestro parecía tan real que nunca lo habría imaginado.
Lo sé. Sé que lo nuestro parece real. Sé lo mucho que me entrego a ella y cómo ella me besa y bromea siempre que puede.
—Para que veas lo buenas actrices que somos —susurro.
Madison me abraza, yo suspiro y, no dispuesta a seguir hablando del tema y al ver el jaleo de ropa que tiene allí montado, le pregunto:
—¿Puedo ayudarte en algo?
Rápidamente Madison me explica que está guardando sus cosas. Un camión irá al rancho dentro de un par de días para llevárselas a casa de sus padres en Nueva York. Por suerte, no veo un ápice de inseguridad en lo que dice. Lo tiene clarísimo, y me alegro por ella.
Durante horas, ambas seleccionamos las cosas que quiere llevarse y, cuando acabamos, me mira y me dice que quiere ducharse. Salgo de la habitación y bajo hasta la cocina. Mafe sigue sin aparecer y, deseosa de hablar con mi hija, cojo las llaves de una de las camionetas del rancho y dejo una notita diciendo que he ido al pueblo y que tardaré poco en regresar.
Una vez llego a Hudson, aparco, salgo del coche y, al ver que tengo cobertura en el móvil, sonrío.
¡Viva la modernidad!
Rápidamente, llamo a Joaquín, que me pasa con mi niña. Como siempre, la cría es todo amor y sonrisas. Me habla con su media lengua de cientos de cosas y, cuando cuelgo, no puedo parar de sonreír. Estoy deseando verla para comérmela a besos.
A continuación, me siento en la terraza de una cafetería a tomar algo mientras me dedico a consultar mis redes sociales y veo en Facebook las fotos del concierto que colgó Nayeli. ¡Qué felices estamos!
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Oye, Morena ¿tú que miras? - Adaptación Caché
Fanfic¡¡TODOS LOS DERECHOS A SU AUTORA ORIGINAL!! ¡Oye, morena, ¿tú qué miras?" es una novela romántica. La historia sigue a María José, una joven madrileña independiente y con carácter, que, después de una decepción amorosa, decide enfocarse en su vida...