Veinticuatro

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SOPHIA

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SOPHIA

Jamás antes había venido a milán.

Y ciertamente era mucho más hermosa de lo que imaginaba.

Era reconocida como "La ciudad de la moda", y con los chicos no perdimos el tiempo de poner a prueba ese titulo cuando ayer nos la pasamos prácticamente toda la tarde recorriendo todas las tiendas posibles de ropa.

Bill había comprado al menos cuatro jeans ajustados que podría jurar, eran exactamente iguales.

Y Georg casi hizo que nos muramos de ternura (excepto Tom que afirmó que era un jodido cursi) al comprar vestidos, collares y diferentes prendas de lujo en modo de regalo para su querida novia que había dejado en otro continente lejos de él.

Lo que no sabía, era que Hanna ya se encontraba en un vuelo de distancia a nosotros.

Sí, Hanna venía con nosotros para acompañarnos en la gira.

Y sí, también traería a Melanie y a Motita con ella.

Me esforcé realmente por conseguir el permiso aunque fuera solo para melanie y de Motita me ocuparía en dejar a cargo a otra persona a su cuidado. Pero como obviamente la sociedad era una porquería, al oír que se trataba de una figura pública, o sea yo, no se negaron en dejar viajar a ambos animales junto con Hanna.

Aunque no podia quejarme, junto con los chicos ya estábamos asqueados al tener que escuchar a Georg en sus llamadas calientes hasta las tres de la mañana.

Y preferíamos mil veces que follen todas las noches a tener que oírlo hablar como locutor sexual cada una de ellas.

Y no podía negar que después de todo echaba de menos a mi mejor amiga.

Por suerte dentro de unas horas ella estaría en el hotel mientras nosotros distraímos a Georg en todas esas tiendas.

-Sophie-el bajista me llamó a lo que voltee para mirarlo en la sección de mujeres-, ¿Crees que esto le guste a Hanna?-en sus manos sostenía un espantoso enterizo largo cuadrillé color naranja.

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora