Dieciséis

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SOPHIA

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SOPHIA

La cena iba transcurriendo de la manera más normal que se nos permitía.

Digo, al menos no acuchillé a Tom ni él a mí tampoco.

La comida... La comida estaba comible.

¡Al menos ninguno se quejó!

Desde mi punto de vista y el de Hanna el mentado pavo estaba delicioso.

Gustav cortó una porción de pie de moras para cada uno y lo dejó en nuestros platos con las cucharillas.

Con la morena chocamos los cinco cuando sentimos el rico sabor en nuestro paladar. Más que nada lo había hecho ella Pero yo igual puse lo mío.

Ya casi eran las once de la noche e hicimos lo que no habíamos podido hacer en navidad... ¡El amigo invisible!

Hacía unos días pusimos pequeños papelitos con nuestros nombres en un frasco y cada quien sacó uno. Ninguno estaba enterado sobre quien le tocó a quien.

Quise tomar un revolver calibre veintitrés y dispararme ante mi puta mala suerte cliché cuando el estúpido papelito que yo solita escogí, iniciaba con la letra T.

Lo único rescatable en la situación eran los meses enamorada de este imbécil que fueron fructuosos debido a que sabía exactamente que regalarle.

-Bueno, puedo comenzar yo-habló Bill en un suspiro levantándose del sofá para tomar una bolsita diminuta.

Apuesto que le tocó Georg.

Mi intuición jamás falla. El bajista enarcó una ceja al recibir el pequeño objeto.

-¿Y esto es...?

-Un cupón para un hotel cinco estrellas con jacuzzi incluído para tí y tu noviecita-los señaló acostándose nuevamente a mi lado con una media sonrisa-. Ya lo sé pequeño, me amas. No hace falta que me agradezcas.

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora