Once

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TOM

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TOM

Lo logré.

Había conseguido escabullirme.

Justo ahora estaba encerrado en un pequeño baño sintiendo los efectos del Nitazeno que acababa de consumir, recorrer hasta el último vello de mi nuca.

Mi respiración retumbaba en mis tímpanos y entonces en ese momento... Nada.

No había nada.

Era como sumergirte en una gran laguna oscura y dejarte hundir en ella disfrutando de tu masoquismo.

Dejar que tu cerebro y cuerpo actúen solos sin necesidad de esforzarte demasiado.

Sólo eran los efectos de esta estúpida píldora.

Porque no era para nada similar a la Fluoxetina...

Esa mierda te hacía sentir feliz como si de un puto hechizo mágico se tratase.

Fragmentos de felicidad capturados en pequeñas cápsulas que luego te hacen depender de ellas...

Porque eres tan inservible que eres incapaz de ser feliz por tí mismo.

Sí, puedes NO estar deprimido. Pero eso no es felicidad.

Sólo esperaba que mi propia miseria y odio hacia mí mismo me tragase.

Y eso era tan patético que me hacía despreciarme aún más.

No sabía cómo salvar a mi estúpido yo del pasado hacía dos años.

Oye, tú. Jodido idiota, que esa píldora ni siquiera roce tu lengua... Te arrepentirás con cada músculo de tu ser.

No diré que preferiría morirme y ya... Porque no es así. No quería hacerlo. Pero tampoco era lo demasiado fuerte para evitarlo.

Mis gritos en mi conciencia diciéndome que podía estar bien, que era capaz de volver a ser el mismo de antes... Se escuchaban demasiado lejos, apenas un eco resonaba en mi cráneo.

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora