«𝗦𝗼́𝗹𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗻𝗳𝗶𝗮𝗻𝘇𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝘁𝗶𝗻𝗼, 𝗽𝗼𝗿𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝗮𝗰𝗮𝗯𝗮𝗻 𝗷𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀...»
~ Pasaron casi tres años desde la dolorosa despedida de Sophia...
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TOM
—Advierto que si está feo no es mi culpa, tú me mandaste a prepararlos—entré al cuarto con los dos sandwiches.
—Por favor, ¿A quien podría salirle mal un sándwich?—ingenuo tomó uno y le dió un mordisco ante mi mirada expectante a ver si tenía luz verde para probar el mío.
Su rostro se fué tornando en una mueca de asco y se levantó para tomar una servilleta y escupir a lo que me sentí excesivamente ofendido.
—Hermano, ¿Qué carajos le pusiste? ¿Mierda de Capper?—me miró bebiendo un trago de agua.
—Qué sé yo, todo lo que ví que se viera comible y apilable—hice hombritos y dejé el mio en su plato y a un lado—. Lechuga, jamón, queso, repollo, Mayonesa, mostaza, ketchup, mermelada...
—¡¿Mermelada!?—exclamó interrumpiendo mi lista de ingredientes—¿Puta mermelada?, ¿Tú eres normal, amigo? ¿Acaso te has golpeado la cabeza de pequeño?
—¡Lo ví en un programa y parecía rico!—le dí un zape mirándolo mal.
—Sí idiota, Pero con mantequilla de maní. Tienes el coeficiente intelectual de un pez—respondió yendo a la cocina nuevamente—. Mejor comeré el chocolate que Bill dijo que no comieramos...
—¡Sucede que no tienes las papilas gustativas refinadas y por eso no entiendes nada de gastronomía!—me defendí robando su lugar en el sofá.
Saqué mi móvil y solo miré su nombre en mis contactos.
Definitivamente perdí toda mi dignidad con ella, Pero no la llamaré.
Creo que ya me arrastré lo suficiente mendigando su amor... Ella por aunque sea una vez debe buscarme, ¿O no?
De repente el aparato en mi mano vibró frenéticamente indicando una llamada.
Al ver la foto de Bill en él, descolgué.
—¡Tom!—habló él una vez estuvimos en línea—, escucha, Sophie me invitó a comprar un automóvil para ella. ¡Puedes venir y caer de sorpresa!—dijo rápidamente.
