Cuatro

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TOM

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TOM

Ya habíamos visto por lo menos tres tiendas cerradas, sólo queríamos una jodida y estúpida lata de tomate.

A este punto ambos estábamos más que seguros que los paparazzis que creían que no los veíamos, estaban pensando publicar mañana un artículo diciendo que estábamos follando en secreto o una mierda por el estilo.

¡Pero no!

Aunque sea penoso y absurdo, tendríamos que decir; «No gente, no estamos cogiendo en secreto. Sólo buscamos una maldita lata de tomate para hacer una lasaña».

Aunque de lo ridículo que suena, eso sería igual de creíble que el hecho de decir que yo soy virgen.

-¡Oye mira!, ahí hay luz-señaló la pelinegra a mi lado.

-Sophia, esa es una farmacia de veinticuatro horas. ¿No has pensado en usar lentes?
-pregunté ya exhausto de conducir.

-Ah... ¡Bueno entonces busca tú si yo veo mal!
-respondió a la defensiva.

-Es justamente lo que hago...-murmuré.

Luego de unos minutos logré divisar un minimarket a lo que me acerqué para aparcar.

-Entremos-le indiqué a lo que bajamos.

Volví a notar como cojeaba con el pie, le costaba caminar y como el hijo de puta que soy, quise soltar una carcajada pero me contuve.

-¿Necesitas ayuda?

-De ninguna manera-respondió al darse cuenta de lo que me refería.

-De acuerdo, pero eso te dolerá mañana
-apunté su pie.

me encogí de hombros y me adelante a propósito dejándola atrás y escuché como soltaba una maldición por lo bajo.

La esperé en la entrada manteniendo la puerta abierta para que ella entrase al igual que yo.

Cómo ya lo habíamos previsto, el lugar estaba completamente vacío a excepción del viejo que atendía y otras señoras que por alguna razón también estaban allí a las diez de la noche.

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora