Veintiuno

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SOPHIA

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SOPHIA

Me encontraba en la habitación del hotel, habíamos llegado hacia unas pocas horas a Berlín.

Los Kaulitz fueron a visitar a su madre que vivía a unos kilómetros de dónde nos encontrábamos.

Nuestros managers y demás equipos de trabajo estaban arreglando el tema de los shows, y yo solo me encontraba allí tiraba completamente aburrida en esa cama.

Dormí lo suficiente en el vuelo como para que ahora me sienta extremadamente imperactiva.

Hanna me había llamado hace un rato histérica porque Motita había cagado toda la casa y sin saber qué hacer le puso un pañal.

Pero luego me envió un mensaje más tranquila diciendo que el felino dejó que lo bañara.

Cómo agradecimiento le dí un zape a su novio cuando le sonrió a la recepcionista.

Unos golpecitos en la puerta hicieron que me levantara del colchón y caminé hasta la misma para abrirla, encontrándome con Gustav.

—Hey, ¿Qué sucedió?—le hablé rascando mi nuca apoyándome en el marco.

—Tom y Bill quieren que vayamos todos a una cafetería, ellos están volviendo, dicen que van directamente y nos esperan allí—explicó brevemente y asentí.

—De acuerdo ya en un momento bajo—contesté y el me enseñó el dedo pulgar para desaparecer y volví a cerrar.

Me puse mis zapatos y tomé mi cartera para ahora sí salir detrás de todos y bajé las escaleras llegando a la entrada del hotel.

Georg, Gustav y yo nos subimos a un auto de alquiler que había pedido David, su manager, y condujimos hasta donde estaba la supuesta cafetería.

Al llegar el lugar estaba bastante vacío, sin contar unas pares de personas que no hicieron más que lanzarnos unas cuantas miradas curiosas.

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora