Cinco

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TOM

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TOM

Rodee los ojos y me crucé de brazos mientras veía a sophia retorcerse entre quejidos exagerados en la camilla-que por cierto se veía muy cómoda-mientras el fisioterapeuta asiático le masajeaba y hacía movimientos con su pie con una crema viscosa.

-¡Ay mamita!-gritó chillonamente.

-Deja de ser exagerada-murmuré y cuando me lanzó una mirada asesina desde su lugar levanté las manos.

-¡Si fueras tú él que se esguinzó el tobillo estarías peor que yo!

-Lo siento, no tengo tiempo de pensar si yo me hubiese torcido el tobillo en tu lugar, estoy más preocupado pensando en que mi perro en casa se debe estar restregando contra mi almohada-respondí irónico.

-¡Si no te callas no te entregaré a melanie!-respondió en un grito molesto.

-Capper puede conseguir a otra hembra en cualquier parte-me encogí de hombros con una sonrisa burlesca.

-¿Ah sí?, otra perra callejera y fácil de cabello rubio querrás decir-soltó al instante en palabras fluidas como si estuviera en un trance.

Su asistente a mi lado-el cuál ya había olvidado su nombre-se quedó con los labios entreabiertos y yo enarqué mis cejas.

-Quiero decir... Melanie es única-intentó arreglar sus palabras-... ¡Ay, como duele!
-disimuló e intentó desviar la atención en sus quejidos.

Fingí olvidar sus importantes palabras y seguimos al menos media hora viéndola retorcerse en la camilla.

Seguido se eso, llamó a su estúpido manager y su asistente nos llevó hacia su casa ya que allí estaba Melanie.

-Wow, no te limítas para nada-reí al entrar a la lujosa casa.

-Creeme que si hubiese sido la casa del abuelito de Heidi me hubiese dado igual, Marshall la compró ya decorada-suspiró.

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora