Uno

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19 de diciembre del 2009

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19 de diciembre del 2009.

S O P H I A


Miré mi reflejo en el espejo cuando terminé de aplicar la última capa del labial rojo vino en mis labios y tomé una servilleta para dejar un beso impreso en esta para terminar de «sellar» por completo el producto.

Apoyé mis brazos en el tocador y solté un suspiro. Entonces mientras apreciaba a aquella chica de diecinueve años, que pronto cumpliría veinte. Esa mujer en el espejo era irreconocible para mí en algunos momentos, solo pude preguntarme a mí misma cómo carajos fué que había llegado tan lejos.

Unos secos golpes en la puerta del camarín me sacaron de mi pequeño trance a lo que puse una mueca sin voltear.

-Sólo entra, Marshall.-pedí relamiendo mis labios.

El hombre abrió la puerta cerrándola tras de sí para cruzarse de brazos mirando a través del espejo.

--¿Lista?-enarcó sus cejas.

-Nunca le preguntes a un artista si está listo antes de salir al escenario frente a más de doscientas mil personas.-dije exhalando.
-pero digamos que ya estoy acostumbrada. Así que salgamos y acabemos rápido. Tengo ganas de un latte.

Me levanté y estiré mi espalda para salir y dirigirnos hacia el «temido» escenario.

En realidad, jamás te acostumbras a la euforia que sientes entonando tus melodías contra el micrófono en sincronía con el público. De sólo ver cómo la gente grita extasiada por tu presencia te hace sentir como en un puto pedestal.

Malditamente genial.

Pero no estaba excesivamente nerviosa por el concierto en específico...

Mi «relacion» con Marshall no había mejorado, y de hecho, creo que nunca lo hará. Pero aquí la cuestión es que el maldito, había comprado una casa en Los Angeles sin consultarme.

La verdad sí, tendría que despedirlo obviamente. Pero ahora no tengo ganas de ponerme a buscar uno nuevo.

Nunca tengo ganas de nada de hecho...

Proceso A Sanar © | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora