Capítulo 33. Haz lo que quieras pero no me dejes.

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No lo entienden, pero sus pechos ya saben y bajan con rapidez. Sus respiraciones agitadas lo hacen imposible, pero se necesitan la una a la otra.

Charlotte sin pensarlo mucho cambia de poción y se sube al regazo de Engfa con cuidado y está, la sostiene suavemente sintiéndose un poco perdida pero emocionada.

"¿Por favor?", murmura Charlotte con ternura.

Engfa abre los ojos sorprendida. Y como no avanza y no sabe que hacer, con unos grandes ojos negros, Charlotte besa suavemente a Engfa mientras acaricia su mejilla.

Las preocupaciones de Engfa desaparecen cuando sus labios se tocan. Levanta la mano, la pasa por el cabello de Charlotte antes de acariciar y tomar suavemente su nuca.

Sus bocas se abren más, sus labios se deslizan entre ellos con necesidad.

El beso se convierte cada vez más, rápidamente en uno devorador, y cuando Charlotte siente la lengua de Engfa lamiendo su labio inferior pidiendo permiso para entrar. Ella lo concede con entusiasmo y abre la boca, suspirando ante la sensación de esa lengua bailando contra la de ella.

Las manos de Engfa están tan frenéticas como el resto de su cuerpo, qué parecen estar en todas partes a la vez: Los desliza hacia arriba y hacia abajo por la espalda de la castaña y su vientre, acariciándola, acercándola más, tocando suavemente sus mejillas, disfrutando la sensación.

Esas manos grandes y ásperas se deslizaron sobre la piel suave, cada vez más alto. Liberaron sus labios por un momento por la falta de oxígeno. Se les escapan jadeos mientras se alejan y Engfa rápidamente la toma del cuello sin mirarla a los ojos ni pensar en lo que hacían. Sin embargo eso no importa, la castaña todavía tenía sus ojos cerrados.

Sosteniendo la espalda de Charlotte más cerca, la atrae hacia sí, provocando que sus labios choquen y besen esa piel suave de su cuello, con delicioso olor y llena de lunares.

Engfa depositó besos allí y lamió. Y volvió a subir, mordiendo la mandíbula de la castaña mientras ella jadeaba. Luego bajó los labios hasta que alcanzaron y se acomodaron perfectamente en el hueco del cuello de Charlotte, nuevamente.

Charlotte ahora la abraza, sujetándose fuerte. La pelinegra la miró desde allí y le dio otro beso. Miró el cuello de la castaña y cómo su pecho seguía moviéndose, escuchó su respiración y luego miró más allá.

Observando lo perfecta y excitante que era la visión de su rostro, sus labios rojos, sus mejillas sonrojadas, sus expresiones y lo increíbles que sonaban los jadeos que salían de sus labios.

Engfa quiere quedarse aquí.  Está tan necesitada y enamorada que podría desmayarse. Su corazón también late rápido y su respiración parece que nunca se calmará.

Traga saliva y la besa una y otra vez, dulcemente. Necesitaba amarla, cuidarla.

"Te amo, Nu...", confiesa, sosteniendola suavemente mientras baja la mirada hacia la pequeña barriga que choca contra ella. "Los amo...", confesó en su corazón y con unos grandes ojos brillantes. "Y demasiado para ser realista, tengo miedo como tú, pero mi amor es más grande que todo ello, de verdad te lo digo" Admitió.

Cerró los ojos y dejó su rostro escondido allí. "Por favor, déjame dedicarme a amarte por el resto de mi vida", le susurró muy bajó, nuevamente. Solo para ella.

La azafata estaba sintiendo todo. Ella también tenía los ojos cerrados y su corazón todavía latiendo rápidamente. Tratando de no moverse, simplemente disfrutá de la placentera y abrumadora sensación de sentir a Engfa cerca y tenerla allí en su cuello.

Ella traga saliva, suspira y abre los ojos para ver que Engfa, también la abraza. "Yo también, te quiero, P'Fa...", resopló abrazando la más fuerte contra ella. "De verdad te lo digo", la mira atentamente mientras, está, sale de su escondite tan pronto la escucha sus palabras.

𝕸𝖎 𝖇𝖔𝖓𝖎𝖙𝖆 𝖞 𝖆𝖉𝖔𝖗𝖆𝖇𝖑𝖊 𝖆𝖟𝖆𝖋𝖆𝖙𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora