Capítulo 38. "Quiero entregarme a ti..."

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Se miraron a los ojos por varios segundos hasta que Engfa volvió a tomarla por la cintura y así ambas miradas bajaron para finalmente apreciar sus atuendos y cuerpos.

Engfa tragó saliva varias veces. "Qué hermosa y eso definitivamente es poco", susurró, moviendo sus manos hacia el vientre de Charlotte.

Ella la miró pidiendo permiso, pero Charlotte ni siquiera parpadeó ni levantó la cara para mirarla. Ella simplemente permaneció inmersa observando y sintiendo esa mano sobre ella, entonces Engfa, continuó con delicadeza.

Las caricias eran circulares. Su tacto era cálido, demasiado suave. Charlotte sintió que su cuerpo ardía un poco y se derretía. En el proceso sintió como su corazón se calentaba más y más.

La pelinegra siguió suavemente y eso la estaba reconfortando de una manera única. Enviando esa sensación agradable y tranquila a todo su cuerpo.

"¿Qué pasa?" Preguntó ladeando ligeramente la cabeza con una sonrisa en los labios mientras observaba a Charlotte inmersa en sus movimientos suaves y ligeros.

La castaña levantó su rostro y la miró sonrojada, dejando escapar una sonrisa. “Es la primera vez que haces esto”, declaró suavemente.

"Es verdad...", tragó saliva, nerviosa. "¿Te molesta? ¿Quieres que pare?" La observó atentamente mientras su mano ahora permanecía quieta sobre el abultado vientre.

Charlotte negó rápidamente con la cabeza. "Al contrario, me hace sentir bien. Demasiado bueno para ser verdad", respondió con las mejillas coloradas.

La castaña se sorprendió al sentirse tan liviana y tranquila, era como si con solo su tacto, sus dolores, miedos, problemas y pensamientos la hubieran abandonado de inmediato.

Engfa la acarició un poco más, luego estiró su rostro y alcanzando su mejilla la beso allí, mientras tomaba la mano de Charlotte para finalmente caminar hacia la cocina, donde la comida y la lasaña en horno la estaban esperando.

"Siento que hay algo diferente aquí...", observó la castaña algo curiosa. "¿O me equivocó?" comentó, mientras caminaban de la mano. "¿Son nuevos esos cuadros y esos muebles?"

Cuestionó, levanto una ceja mientras sonreía.

La chica de cabello negro la miró de inmediato. Tan rápido la descubrió. "No lo creo, ¿o sí?", se rió divertida.

"Estoy segura, de que no los había visto antes"

También la miró atentamente con un dejo de diversión en su mirada.

Engfa se delató con una carcajada: “Pronto te daré un nuevo recorrido para que puedas ver las cosas nuevas”, sonrió emocionada.

"¡P'Fa!", se quejó inmediatamente golpeando su hombro con suavidad. "¡Ya hemos hablado de eso!" La miró seriamente. "¿Por qué?"

La pelinegra se apresuró a soltar su mano y tomar su rostro, para poder silenciar rápidamente sus labios en un beso. "Primero comamos, luego puedes regañarme cuánto quieras, ¿de acuerdo?" La miró y la besó una vez más.

Luego la jaló nuevamente a su lado para alcanzar su silla ya que ya habían llegado a la mesa.

Charlotte permaneció en silencio por un momento y se sentó. Engfa siempre logra cautivar su corazón, sorprenderla. Su corazón todavía latía con fuerza y luego de ello miró la mesa con ojos grandes y brillantes.

"Esto es..." Murmuró, incapaz de terminar mientras observaba a Engfa, que ya llevaba puesto unos guantes de cocina y ahora sacaba del horno un recipiente refractario que contenía una deliciosa lasaña que desprendía un olor magnífico el cuál rápidamente la hizo salivar.

𝕸𝖎 𝖇𝖔𝖓𝖎𝖙𝖆 𝖞 𝖆𝖉𝖔𝖗𝖆𝖇𝖑𝖊 𝖆𝖟𝖆𝖋𝖆𝖙𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora