La noche había caído sobre Konoha y una tensión palpable llenaba el aire entre Tsunade y Shizune. La discusión que habían tenido en la mañana parecía seguir resonando en cada rincón del hogar.
Tsunade se encontraba frente a su escritorio, sumida en papeles y con un ceño fruncido. Shizune, de pie cerca de la puerta, no podía evitar observarla con una mezcla de tristeza y desafío. Había pasado la tarde sintiendo el peso de las palabras duras que se habían intercambiado.
Finalmente, Shizune, decidida a romper el hielo, se acercó con un tono juguetón. "¿Sigues enojada conmigo?"
Tsunade levantó la mirada, su expresión aún dura pero con un atisbo de suavidad en sus ojos. "Sí, todavía lo estoy," contestó, sin apartar la vista de su trabajo.
Shizune no se desanimó. En un acto impulsivo, comenzó a quitarse la camiseta, revelando su piel clara y su figura delgada. Se movía con una gracia casi seductora, sus movimientos fluidos y deliberadamente provocativos.
Tsunade levantó la vista de golpe, sus ojos se abrieron en sorpresa al ver el gesto inesperado. La dureza en su mirada empezó a desvanecerse, dando paso a una expresión de asombro y atracción. La boca de Tsunade se curvó en una pequeña sonrisa, sus labios se mordieron mientras contemplaba a Shizune con una intensidad que parecía casi hipnótica.
"Eso no se vale," murmuró Tsunade, su voz un susurro cargado de deseo y desafío. "Eso es jugar sucio."
Shizune, con una sonrisa traviesa en sus labios, se acercó más a Tsunade, la distancia entre ellas se redujo hasta casi desaparecer. La atmósfera en la habitación se cargó de una tensión nueva, un coqueteo implícito que ambos sabían bien.
"¿Entonces, qué vas a hacer al respecto?" preguntó Shizune, su voz suave y seductora, mientras la mirada de Tsunade se mantenía fija en ella, atrapada en el juego que Shizune había iniciado.
Tsunade se levantó lentamente, sus movimientos eran deliberadamente lentos, como si estuviera luchando con la decisión de mantener su enojo o rendirse ante la provocación. Finalmente, se acercó a Shizune, su mirada aún fija en ella, y susurró, "Tal vez… solo tal vez… el juego sucio no es tan malo después de todo."
Shizune, con una sonrisa traviesa en los labios y un brillo juguetón en los ojos, se acercó aún más a Tsunade. La cercanía entre ambas hacía que cada respiro se sintiera compartido. Inclinándose ligeramente hacia ella, Shizune susurró con voz seductora, rozando apenas el oído de Tsunade, "¿No es tan malo, eh?"
Tsunade no respondió con palabras. Sus manos fuertes y seguras se deslizaron hacia la cintura de Shizune, tomándola con firmeza, casi con desesperación contenida. Sus dedos se hundieron ligeramente en la piel suave de Shizune, como si necesitara sentir su cercanía más que cualquier otra cosa en ese momento. La suavidad en sus ojos había cambiado a algo más oscuro, más profundo, algo que Shizune reconoció al instante.
"Juegas sucio, Shizune…" murmuró Tsunade, su voz ronca por la mezcla de enojo y deseo. Al tiempo que hablaba, sus dedos se apretaron más contra la cintura de Shizune, atrayéndola aún más cerca de su cuerpo, hasta que sus alientos se mezclaban y sus pechos se rozaban. Tsunade estaba atrapada en la provocación, pero también había un aire de rendición en sus acciones.
Shizune exhaló un suave gemido, sus ojos fijos en los de Tsunade, sintiendo el poder que la Hokage tenía sobre ella en ese instante. La manera en que Tsunade la sujetaba, tan posesiva, hacía que un escalofrío recorriese su espalda. Su mente era un torbellino de emociones. Sabía que estaba jugando con fuego, pero el calor de la situación le parecía irresistiblemente adictivo.
"No me hagas rogar, Tsunade…" dijo Shizune en un susurro casi tembloroso, su tono desafiando a la Hokage a actuar.
La mirada de Tsunade se oscureció aún más, casi como si el juego hubiese llegado a un punto sin retorno. Sin decir nada, acercó su rostro al de Shizune, sus labios apenas a centímetros de los suyos. Las palabras ya no eran necesarias. La tensión que había existido entre ambas se desmoronaba, reemplazada por algo más crudo y sincero. Algo que no necesitaba explicaciones.
Tsunade, con una sonrisa ladina, deslizó una de sus manos desde la cintura de Shizune hasta su espalda baja, acariciándola lentamente, sintiendo cómo el cuerpo de Shizune se estremecía ante su toque. "Esto es lo que querías, ¿no?" murmuró, su voz baja y cargada de sensualidad.
Shizune cerró los ojos un segundo, sus labios entreabiertos, disfrutando el momento. "Siempre," susurró.
Y entonces, sin previo aviso, Tsunade inclinó su cabeza y tomó los labios de Shizune en un beso profundo, cargado de toda la tensión y deseo que había estado conteniendo. No fue un beso suave; fue hambriento, necesitado, como si cada emoción no dicha se expresara en ese contacto. Mientras sus bocas se movían al compás de ese fuego compartido, Tsunade mantuvo su agarre firme en la cintura de Shizune, controlando cada movimiento, cada respiración.
Shizune gimió suavemente en el beso, entregándose completamente a Tsunade, sintiendo cómo todo su cuerpo respondía a su toque, a su posesividad. Se arqueó ligeramente hacia ella, deseando más, necesitando más.
Cuando finalmente se separaron, apenas unos centímetros, ambas respiraban agitadas. Tsunade la miró con una mezcla de deseo y algo más, algo más suave que se escondía detrás de esos ojos dorados.
"Esto... no termina aquí, Shizune," dijo Tsunade, su voz baja pero decidida.