tonton

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Era una mañana tranquila en la oficina de la Hokage, pero esa paz no duraría mucho. Tsunade revisaba informes (o al menos pretendía hacerlo) mientras Shizune organizaba la montaña de papeles en su escritorio. A un lado, Tonton descansaba en un cojín, aparentemente tranquila, pero sus pequeños ojos estaban llenos de celos.

Desde hacía semanas, Shizune y Tsunade estaban más cercanas que nunca, compartiendo sonrisas y charlas largas al final del día. Tonton, que siempre había sido la favorita de Shizune, sentía que algo andaba mal.

La primera señal de su "ataque" llegó cuando Tsunade, concentrada en un pergamino, tomó una taza de té. Apenas dio el primer sorbo, escupió violentamente.
—¡¿Qué demonios es esto?! —gritó.

Shizune se giró, alarmada.
—¿Qué pasa, Tsunade-sama? Yo preparé ese té como siempre.

Pero al mirar dentro de la taza, notó algo extraño flotando. Era… un trozo de zanahoria. Tonton gruñía en un rincón, satisfecha con su pequeña travesura.

—¿Zanahorias en mi té? —bufó Tsunade—. Esto es sabotaje, lo sé.

Shizune, intentando calmarla, no pudo evitar una risita nerviosa.
—Tal vez fue un accidente…

Tonton gruñó de nuevo, dejando claro que no había sido un accidente.

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A la tarde siguiente, las cosas se intensificaron. Tsunade había dejado un pergamino importante sobre su escritorio. Cuando regresó, el pergamino estaba mordisqueado y cubierto de pequeñas huellas.
—¡Tonton! —gritó Tsunade, señalando el desastre.

El pequeño cerdito trotó hasta Shizune, buscando refugio. Shizune levantó a Tonton en brazos, acariciándola con ternura.
—Vamos, Tsunade-sama. Seguro solo fue un error.

—¡¿Un error?! ¡Este es un ataque directo! Ese maldito cerdo está celoso porque paso más tiempo contigo que con ella.

—Eso es ridículo… —respondió Shizune, aunque su tono sugería que no estaba tan segura.

De pronto, Tonton soltó un gruñido desafiante, como si estuviera aceptando el reto.

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Esa noche, mientras Shizune y Tsunade cenaban juntas, Tonton ejecutó su golpe maestro. Justo cuando Tsunade estaba a punto de dar el primer bocado de su ramen, Tonton saltó ágilmente sobre la mesa, golpeando el plato y lanzándolo al suelo. Tsunade se quedó congelada, con el tenedor en la mano.

—Eso. Fue. La. Última. Gota.

Shizune intentó calmar a la Hokage, pero Tsunade ya estaba persiguiendo a Tonton por toda la oficina. El pequeño cerdo se escabullía por los pasillos, haciendo que los shinobi de guardia se asomaran, perplejos por el escándalo.

Finalmente, Shizune logró detener a Tsunade.
—¡Por favor, basta! —dijo entre risas, sujetando a la Hokage por los hombros—. Está claro que Tonton solo está… molesta contigo

—¡Te lo dije! —respondió Tsunade, todavía jadeando

Tsunashizu One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora