La luna llena iluminaba la noche de Konoha mientras la aldea celebraba un festival en honor a una reciente victoria. Las calles estaban adornadas con farolillos de papel que flotaban en el aire, y la música retumbaba en cada esquina. Tsunade, vestida con un kimono elegante, observaba desde una mesa cercana con una copa de sake en la mano. El ambiente festivo no le interesaba demasiado, pero la compañía lo hacía tolerable. Estaba con Jiraiya y algunos otros ninjas de la aldea, charlando de manera casual, aunque su atención estaba claramente en otro lugar.
Sus ojos se desviaban continuamente hacia la pista de baile, donde Shizune se movía con una gracia que Tsunade no recordaba haber visto antes. Algo en la manera en que sus caderas se balanceaban al compás de la música la hizo fruncir el ceño. Era la primera vez que Shizune se soltaba de esa manera en público, y aunque Tsunade sabía que su asistente solía ser reservada, verla así, tan libre y provocativa, era desconcertante.
El desconcierto pronto se convirtió en irritación cuando notó con quién estaba bailando.
—¿Kakashi? —murmuró Tsunade para sí misma, sintiendo una punzada de celos recorrer su pecho. Kakashi, con su habitual aire despreocupado y su misteriosa máscara, estaba sonriendo, aunque sólo se le veía un ojo. Sus manos estaban cerca de las caderas de Shizune mientras giraban al ritmo de la música, y cada vez que sus cuerpos se acercaban, Tsunade apretaba su copa de sake un poco más fuerte.
—Tsunade-sama, ¿estás bien? —preguntó Jiraiya, notando su mal humor.
—Estoy perfectamente —respondió Tsunade con voz firme, aunque sus ojos no dejaban de seguir a Shizune.
La música aumentaba su ritmo, y Shizune reía, algo que rara vez hacía con tanta soltura. Su cabello negro bailaba con ella, y Kakashi, siempre tan calmado, parecía estar disfrutando demasiado de la situación. Tsunade sintió una oleada de incomodidad. La manera en que Shizune arqueaba su cuerpo hacia atrás, permitiendo que Kakashi la guiara, hacía que una pequeña chispa de rabia creciera dentro de Tsunade.
—Disculpa un momento —dijo Tsunade, levantándose abruptamente.
Se dirigió hacia la pista de baile, sus ojos clavados en Shizune y Kakashi. La multitud era densa, pero su presencia hizo que las personas a su alrededor se apartaran casi instintivamente. Cuando llegó a donde estaban bailando, Kakashi la notó primero. Su expresión, aunque cubierta por la máscara, denotaba sorpresa.
—Tsunade-sama, ¿quieres unirte? —preguntó Kakashi en tono relajado, pero sabía perfectamente que algo no estaba bien.
Shizune, todavía sonriente, se giró hacia Tsunade, su expresión radiante se desvaneció ligeramente al ver la seriedad en el rostro de la Hokage.
—Tsunade-sama, ¿todo bien? —preguntó con una mezcla de preocupación y confusión.
—Perfectamente bien —respondió Tsunade, su tono mucho más cortante de lo que pretendía. —Pero creo que es mi turno de bailar.
Kakashi, siempre consciente de las tensiones, retrocedió ligeramente, inclinándose en señal de retirada. —Mejor voy por algo de beber. —Y con una rápida despedida, desapareció entre la multitud.
Shizune miró a Tsunade, claramente sorprendida. —¿Qu-quieres bailar conmigo, Tsunade-sama?
—¿Por qué no? —replicó Tsunade, sin apartar los ojos de ella.
La música cambió a un ritmo más lento, perfecto para lo que Tsunade tenía en mente. Sin darle tiempo a Shizune de reaccionar, la atrajo hacia ella, una mano firme en su cintura, la otra agarrando su mano con una presión que era más posesiva que delicada.
Shizune se estremeció, sintiendo la intensidad de Tsunade. El aire entre ellas estaba cargado, y aunque había estado disfrutando del baile con Kakashi, la proximidad de Tsunade la desarmaba completamente. Nunca antes había sentido ese tipo de energía de la Hokage, y eso la inquietaba y emocionaba al mismo tiempo.
—¿Te estabas divirtiendo? —preguntó Tsunade, sus ojos fijos en los de Shizune.
—Eh... sí, supongo —balbuceó Shizune, claramente nerviosa por la cercanía. —Sólo estaba bailando un poco.
—Parecía más que "sólo un poco" —dijo Tsunade en tono bajo, su voz ronca y controlada. —No suelo verte tan suelta, Shizune.
Shizune tragó saliva, sintiendo cómo la mano de Tsunade en su cintura apretaba ligeramente, acercándolas aún más. Podía sentir el aliento cálido de la Hokage sobre su cuello, y su corazón empezó a latir con fuerza.
—Yo... bueno, pensé que... —intentó explicarse, pero la mirada penetrante de Tsunade la calló.
—No me gusta cuando otros te tocan de esa manera —dijo Tsunade finalmente, su tono cargado de celos, aunque intentaba sonar controlada.
Shizune abrió los ojos de par en par, sorprendida. —¿Estás... celosa?
Tsunade no respondió de inmediato. En cambio, bajó la mirada hacia los labios de Shizune, acercándose lentamente. —Quizás.
Antes de que Shizune pudiera procesar lo que estaba pasando, los labios de Tsunade encontraron los suyos en un beso lento pero dominante. Fue suave al principio, pero pronto se convirtió en algo más intenso, una declaración silenciosa de posesión. Shizune, aunque sorprendida, no pudo evitar corresponder, sus manos subiendo hasta el cuello de Tsunade mientras la multitud seguía bailando a su alrededor, ajena al pequeño mundo que habían creado.
Cuando finalmente se separaron, ambas respiraban agitadas. Shizune la miró, sus mejillas enrojecidas no solo por el baile, sino por el repentino cambio en su relación.
—Tsunade-sama... —susurró, sin saber qué más decir.
—Esta noche bailas conmigo —respondió Tsunade, apretando aún más su cintura, como si no quisiera dejarla ir nunca más.