Era una tarde tranquila en la oficina de la Hokage. El sol apenas comenzaba a ponerse, y el equipo 7 se encontraba en uno de los pasillos del edificio, esperando su turno para reunirse con Tsunade. Mientras charlaban distraídamente, Naruto fue el primero en notar algo fuera de lo común.
—Oigan… ¿escuchan eso? —dijo Naruto, frunciendo el ceño y dirigiendo la mirada hacia la puerta cerrada de la oficina de Tsunade.
—¿Escuchar qué? —preguntó Sakura, algo distraída.
Naruto se acercó a la puerta y pegó el oído. Desde el interior, se escuchaban unos suaves gemidos y respiraciones entrecortadas, como si alguien estuviera teniendo una conversación íntima. La curiosidad se apoderó de él.
—Hay algo raro ahí dentro —insistió Naruto, con una mezcla de intriga y picardía en su voz.
Kakashi, sin levantar la vista de su libro, simplemente murmuró:
—No creo que sea buena idea...
Pero antes de que pudiera terminar la frase, Sai, quien siempre era directo, decidió empujar la puerta y entrar sin preguntar.
Lo que encontraron dentro era bastante impactante. Shizune estaba sentada en el regazo de Tsunade, ambas desarregladas. El cabello de Shizune estaba alborotado, su rostro completamente sonrojado, y la camisa de Tsunade algo desabotonada, mostrando un lado más relajado e íntimo que jamás habían imaginado.
Los ojos de Shizune se abrieron de par en par al ver al equipo 7 parado en la puerta, y un rubor aún más intenso se apoderó de su rostro.
—¡¿Qué es esto?! —preguntó Naruto, sin poder contener su asombro.
—¡Shizune-senpai, te ves… incómoda! —exclamó Sakura, más sorprendida que preocupada, mientras intentaba procesar lo que estaba viendo.
Shizune, nerviosa, intentó levantarse del regazo de Tsunade, pero en su torpeza terminó cayendo de nuevo sobre ella, haciendo que todo fuera aún más embarazoso.
—¡No… no es lo que parece! —dijo Shizune rápidamente, con la voz temblorosa, tratando desesperadamente de cubrir su rostro con las manos.
Naruto, siempre directo, continuó presionando:
—¡Entonces qué es! ¡Explícanos!
Kakashi se quedó en la puerta, sin decir nada, pero claramente disfrutando del caos que se estaba desarrollando. Mientras tanto, Sai, con su habitual falta de tacto, observó la escena sin parpadear y comentó:
—No entiendo por qué te sonrojas tanto, Shizune. Si no es lo que parece, ¿por qué parecen tan… cercanas?
Tsunade, que había permanecido en silencio hasta ese momento, finalmente estalló. Su rostro estaba rojo de la ira, y la tensión en el aire era palpable.
—¡¿Qué demonios hacen ustedes aquí, entrando sin permiso?! —gritó Tsunade, su mirada afilada como un cuchillo mientras fulminaba a todo el equipo 7.
—Solo queríamos saber qué pasaba con esos ruidos… —intentó explicar Naruto, encogiéndose un poco ante la furia de la Hokage.
Shizune, incapaz de enfrentar más preguntas, tartamudeó:
—No… no es lo que parece… Nosotros… solo estábamos revisando unos documentos…
Tsunade, con una sonrisa amarga en los labios, se levantó de su silla, lo que obligó a Shizune a ponerse de pie a su lado. Con una sola mirada, dejó claro que había tenido suficiente.
—¡Si es lo que parece! —gritó Tsunade, interrumpiendo a Shizune y cruzando los brazos con una postura desafiante. —¡Y ahora, largo de aquí antes de que los saque a golpes!
El equipo 7, completamente desconcertado por la respuesta de Tsunade, no necesitó más advertencias. Naruto, Sakura, Sai y Kakashi se apresuraron a salir de la oficina, cerrando la puerta tras ellos.
Cuando se quedaron solas, Shizune miró a Tsunade con las mejillas aún rojas de vergüenza.
—Tsunade-sama, no tenías que decir eso… —murmuró Shizune, cubriéndose el rostro con las manos.
Tsunade soltó un suspiro, pasando una mano por su cabello desordenado.
—Lo siento, Shizune… pero es que esos idiotas no saben cuándo dejar las cosas en paz.
Shizune sonrió suavemente, sintiendo cómo la tensión desaparecía poco a poco.
—Supongo que ahora lo saben, ¿verdad? —susurró tímidamente, apoyando su cabeza en el hombro de Tsunade.
—Sí… pero eso no significa que dejarán de meterse —respondió Tsunade, rodando los ojos antes de abrazar a Shizune, esta vez sin prisas.