El sonido de los tacones de Shizune resonaba por los pasillos de la oficina de la Hokage, con su habitual energía, pero una sombra de preocupación marcaba sus rasgos. Habían pasado semanas desde la última vez que Tsunade y ella habían compartido una conversación significativa que no estuviera centrada en la interminable pila de documentos y reuniones. Aunque el trabajo siempre había sido una parte central de sus vidas, Shizune podía sentir que algo había cambiado, y no para bien.
Al llegar a la puerta de la oficina de Tsunade, tocó suavemente antes de entrar. La Hokage estaba detrás de su escritorio, rodeada de papeles y pergaminos, su ceño fruncido en concentración
"Tsunade-sama, aquí está el informe que solicitaste sobre la seguridad en el próximo festival de la aldea," dijo Shizune, colocando cuidadosamente los documentos en el escritorio
"Gracias, Shizune," respondió Tsunade sin levantar la vista. Su tono era cortante, distante
Shizune suspiró internamente. Había una frialdad en la voz de Tsunade que le hacía estremecer, una distancia que no solía estar ahí. "Tsunade-sama, ¿podemos hablar?" preguntó con cautela
Tsunade finalmente levantó la vista, sus ojos dorados brillando con una mezcla de agotamiento y algo más que Shizune no pudo descifrar "Sobre qué?"
"Sobre nosotras," dijo Shizune, tratando de mantener la voz firme. "Siento que hemos estado alejándonos. Ya no pasamos tiempo juntas fuera del trabajo. Apenas hablamos de algo que no sea la aldea."
Tsunade exhaló y se recostó en su silla. "Shizune, sabes cuánta presión hay en este trabajo. No puedo darme el lujo de distraerme."
"¿Y yo soy una distracción?" preguntó Shizune, sintiendo un nudo formarse en su garganta.
"No quise decir eso," respondió Tsunade rápidamente, pero su tono era brusco. "Solo que... hay cosas más importantes en juego. La aldea depende de mí. No puedo fallar."
Shizune sintió una punzada en su corazón. "¿Y qué hay de nosotras? ¿No soy importante para ti? Hemos pasado por tanto juntas, y ahora siento que estoy perdiéndote."
Tsunade se levantó de su silla, su frustración evidente. "Shizune, esto no es algo personal. Es solo que... todo es tan abrumador en este momento. No puedo pensar en otra cosa que no sea el bienestar de la aldea."
"Pero tú siempre has sido capaz de equilibrar ambas cosas," replicó Shizune, su voz temblando "Antes, el trabajo nunca se interponía entre nosotras"
"Eso era antes," murmuró Tsunade, casi para sí misma. Luego, con un tono más firme, agregó: "Shizune, no tengo tiempo para esto ahora."
"Siempre es lo mismo," dijo Shizune, incapaz de contener su dolor. "Siempre es la aldea primero. ¿Cuándo me darás un poco de ti? ¿Cuándo seremos tú y yo, sin todas estas responsabilidades aplastándonos?"
Tsunade la miró fijamente, y por un momento, Shizune vio una chispa de algo en sus ojos, tal vez culpa, tal vez duda. Pero fue reemplazado rápidamente por la resolución habitual de la Hokage. "No puedo hacer promesas que no sé si podré cumplir, Shizune."
Shizune sintió que el aire se volvía pesado a su alrededor, como si el peso de las palabras de Tsunade la estuviera aplastando. "Tal vez... deberíamos tomarnos un tiempo," sugirió con voz temblorosa, apenas creyendo que estaba diciendo esas palabras
"¿Tiempo?" Tsunade frunció el ceño, confundida
"Sí," dijo Shizune, tratando de mantener la compostura. "Tal vez un tiempo separadas nos ayude a ver lo que realmente queremos. Porque ahora mismo, siento que estoy compitiendo por tu atención, y siempre pierdo."
Tsunade no respondió de inmediato, su rostro impasible mientras consideraba las palabras de Shizune. Finalmente, asintió lentamente. "Tal vez tienes razón," dijo con un tono neutral que hizo que Shizune se estremeciera. "Un poco de espacio podría ser lo mejor."
Shizune asintió también, sintiendo una mezcla de alivio y desesperación. "Está bien," dijo suavemente. "Nos tomaremos un tiempo."
Sin decir más, Shizune se dio la vuelta y salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella con cuidado. Una vez fuera, se apoyó contra la pared y dejó escapar un suspiro tembloroso, sintiendo que algo dentro de ella se rompía.
Tsunade, por su parte, se quedó en su oficina, mirando el lugar donde Shizune había estado momentos antes. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente sola
Estrellita para una historia así: