Cuando recién me despertaba en la mañana, aún estando en la camilla en la que había estado en los últimos dos días, llego la enfermera que me había estado monitoreando durante este tiempo. Sin aviso previo, me dijo que para antes de las seis de la tarde tenía que dejar el lugar, que ya estaba lo suficientemente bien para irme.
Era una noticia agridulce; por un lado, deseaba enormemente irme, la soledad y el monótono entorno en el que había estado me enfermaba. Pero por el otro lado, no sabía si ya estaba lista para volver a la realidad, a la vida.
Me senté adolorida en la camilla. Hoy por fin me habían dado de alta del hospital, o tal vez simplemente me estaban corriendo; con tantas personas heridas o gravemente enfermas que llegaban al hospital, seguramente alguien necesitaba mi lugar mucho más que yo. Los días que había estado aquí, no había podido dejar de pensar en eso, mucho menos cuando supe que mi padre había muerto en la sala de espera.
Asentí con la cabeza, resignada por las palabras de la mujer.
-¿Cuándo me dejará de doler? -pregunté refiriéndome al dolor en mi torso. Sabía que no pronto, con un pulmón desgarrado y una costilla fracturada, sería tardado.
Cada respiración era un constante recordatorio de lo que había perdido, la incertidumbre y el vacío de saber que nunca más podría escuchar su voz o sentir sus reconfortantes brazos rodeándome, era más agobiante que cualquier dolor físico.
-En unas semanas. Solo tómese los medicamentos que le recetaremos. Puede que siga tosiendo sangre, pero no se alarme, es la forma en la que se expulsa la sangre -mencionó la enfermera en un tono suave -. Solo que no se le vaya a ocurrir irse a subir el cerro de la silla o una cosa así, porque ahí si le iría como en feria -añadió riendo levemente.
Reí también, aunque no me haya hecho gracia, sintiendo el mismo dolor que me había estado persiguiendo. Mi mente estaba en otro lado y mi cuerpo se sentía cansado, parecía lejos de estar bien.
-¿Alguien va a venir por usted?
Pensé unos segundos antes de responder. No sabía como iba a regresar.
-No sé, tal vez le hablaré a algún amigo o si no me voy en un taxi.
Ella asintió, mirándome con comprensión -. Vaya viendo, porque a mí me dijeron que tenemos que desocupar.
Salió de la habitación, dejándome sola nuevamente. Tomé el teléfono fijo que estaba en la mesita de a lado, pensando a quién le podría hablar para que me recogiera. Después de unos segundos pensándolo, suspiré y dejé el teléfono donde estaba, no quería tener que contarle a alguien lo que paso. Solo quería llegar a casa.
...
«Este fue el último lugar donde estuvo papá» Crucé la puerta del hospital con pasos lentos y temerosos. Entrecerré los ojos, cuando el sol me dio en la cara, cegándome momentáneamente. El entorno estéril del hospital contrastaba con el aire fresco de afuera, una sensación que extrañaba, pero más que aliviarme, solo hizo que me sintiera sola; Estaba saliendo sola, sin él.
Pensaba que cuando saliera, todo estaría en blanco y negro, que de alguna manera mi dolor se vería reflejado. Me detuve justo afuera del lugar, mirando mi alrededor, las personas pasaban a mi lado, el tráfico era tan intenso como de costumbre y las conversaciones lejanas eran constantes; todo era igual que antes, todo tan normal y habitual, que parecía que mi dolor era algo insignificante, algo solo mío. ¿Acaso era yo la única que se sentía enferma?
Caminé hacia el Uber que la enfermera me había ayudado a pedir. El extraño vacío que comencé a sentir sobre mi pecho ayer, acompañado de un leve dolor de cabeza, me hacían sentir confundida. El hombre que estaba en el asiento del piloto me miro a través del retrovisor en cuanto me subí al auto. Su expresión era neutra, pero su mirada parecía denotar cierta curiosidad.
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𝐴𝑚𝑜𝑟 𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝐸𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑛𝑧𝑎 / 𝐷𝑎𝑛𝑖𝑒𝑙𝑎 𝑉𝑖𝑙𝑙𝑎𝑟𝑟𝑒𝑎𝑙
FanfictionOye...¿Me enseñarias a tocar la guitarra?¿Serias mi maestra?-Murmure. Apenada, busque su mirada atraves del espejo. -Sí, si quiero. -Respondió, Daniela. Sus ojos brillaban mientras sonreía ampliamente. Ninguna de las dos sabían que este sería el com...