Capítulo 57

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                 •Más cerca•

Mi cabeza no deja de pesar y todo a mi alrededor da vueltas. Me siento mareada y las náuseas me hacen dar respiros muy profundos tratando de contenerlas. Sin contar que mis pies están muertos por estos malditos zapatos altos

-¿Linda, qué pasa?- susurra Abel a mi lado mientras intento no vomitar sobre su elegante camisa blanca

-Los tragos se me han subido a la cabeza.

Incluso estaba empezando a ver dos Abeles y eso era estupido. Sentí su toque frío en mi frente como si me estuviese tomando la temperatura y luego bajo a mis fosas nasales.

-Será mejor que te lleve a casa. Apóyate en mi, anda.

No lo dudé ni dos segundos, quería irme de aquí lo más rápido posible y aunque no tengo ni idea de qué hora era, en verdad estaba aturdida en todos los aspectos, tanto físicos como emocionales me sentía agotada. Ya tuve lo suficiente por esta noche. Hago lo que él me pide y me aferro a su brazo mientras él me toma de la cintura. La música sigue retumbando en mis oídos y mi cabeza no deja de dar vueltas haciendo mi apoyo al chico pelinegro.

Joder. No vuelvo a tomar en mi vida ni una gota de alcohol a partir de ahora. Mi corazón sigue latiendo con mucha fuerza desde que salí de aquel balcón. No solo porque tenía que procesar todo esto, también, porque tenerlo cerca después de tanto tiempo sin duda alguna, me afecta.

Alex no hizo nada al respecto, dejó que saliera de aquel lugar y es algo que en verdad le agradezco, pues como ya dije, tengo suficiente por esta noche.

Siento en aroma de Abel en mis fosas nasales pero, hay otro que se ha colado en mi sistema tan impregnado en el ambiente que lo hace, mucho más.... irresistible y maravilloso. Intento levantar la cabeza para descubrir de quien se trata pero el simple movimiento me llena de dolor en la parte trasera de mi cuello

¿Que me pasa?. Me sentía bien hasta que.... no lo sé. Esta noche sólo fue caos tras caos. Al menos en mi interior.

-¿Abel?, ¿a dónde vamos?- susurré apenas en un hilo de voz al percatarme de que está no es la entrada del edificio.

-Tranquila linda, alguien esta loco por verte.

Mi cuerpo se tensó de inmediato cuando su voz ya no era aquella dulce ni tranquila que siempre usaba. Era horrible y demasiada maquiavélica, tanto que tuve que levantar la vista para verificar que era él y así poder creerlo. Mis manos temblaron y mis piernas intentaron fallarme. ¿Que me había dado?, ¿podría ser posible que él...

Respire hondo tratando de hallar alguna explicación a esta situación y me convencí a mi misma que no sucedía nada malo. Entramos a un auto y sentí sus dedos fríos por mis brazos con demasiada lentitud, me giré sutilmente ya que mi cuerpo no podía dar para más y mi corazón cayó en el piso cuando lo vi, era Abel, el hombre que había estado conmigo en los momentos más difíciles de mi vida, me apoyó y cuidó, ahora, me observa de una forma que me hizo dar una mueca de asco.

-Daniel estará feliz al saber que al fin, tendrá su venganza.- ríe con cinismo y pasa sus dedos por mis piernas- No sabes cuantas veces tuve que contener mis deseos para poder cumplir mi misión. Es horrible lo que puedes provocar en un hombre.

No.

No es cierto. Es solo una pesadilla. ¿Daniel?, ese es el maldito que nos atacó en este mismo edificio, en ese momento donde toda mi travesía empezó.

No sé en qué momento y la verdad estaba demasiado aturdida tratando de procesar todo cuando noté que Abel se alejó de un solo golpe. Escuché un gruñido y un aroma exquisito regreso a mi sistema. Temblé y no estaba segura si es por el frío o por el miedo de no saber que estarán planeando para joderme de nuevo.

PERDICIÓN Where stories live. Discover now