Julieta estaba en su elemento, sentada en la cocina que había convertido en una oficina improvisada. La luz tenue de una lámpara antigua creaba sombras alargadas en las paredes, mientras el suave murmullo de las voces hacía eco en la habitación. Frente a ella, dos hombres de apariencia imponente vestían trajes oscuros. No había nada en ellos que inspirara confianza. En el ambiente flotaba una mezcla de humo de cigarrillo, alcohol y tensión. Julieta, sin embargo, mantenía una sonrisa serena en su rostro, esa que había perfeccionado con los años para ocultar la verdadera naturaleza de sus intenciones.
Sobre la mesa se encontraba un desorden de papeles —documentos, contratos, y algunas notas escritas a mano—. Junto a ellos, una laptop encendida y varias botellas vacías de licor adornaban el lugar como si fueran parte del mobiliario habitual. El contraste entre la imagen pública de Julieta y la escena que se desarrollaba en esa cocina era impactante. Para la sociedad, ella era una mujer fuerte, una empresaria exitosa que había encontrado la manera de levantarse de las cenizas tras la trágica muerte de su esposo. Nadie sabía que sus verdaderos negocios eran mucho más oscuros de lo que dejaba entrever.
Robby, tumbado en el sofá de cuero al fondo de la sala, observaba la escena como quien mira una película repetida por décima vez. Tenía una pierna cruzada sobre la otra y el rostro cubierto parcialmente por un brazo. Su madre charlaba con esos hombres que él sabía no eran más que piezas en su juego. Lo que estaban discutiendo, aunque no conocía los detalles, no era nada legal. Lo había aprendido con el tiempo. Al principio, había intentado entender el alcance de las decisiones de su madre, pero ahora simplemente se limitaba a observar, acostumbrado a la rutina de los tratos sucios que mantenían a flote el lujoso estilo de vida que llevaban.
Julieta dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó con un gesto de indiferencia. Luego, con esa sonrisa calculada que Robby conocía tan bien, extendió la mano hacia los hombres. —Entonces, ¿estamos de acuerdo? —preguntó, con una voz que no dejaba lugar a dudas.
Uno de los hombres, el que parecía el líder, asintió con una expresión fría y estrechó su mano. —Siempre es un placer hacer negocios con usted, señora Keene —respondió, su voz profunda y grave resonando en la pequeña cocina.
Julieta sonrió aún más, como una serpiente satisfecha después de haber envenenado a su presa. —Mis muchachos los acompañarán a la puerta —dijo, haciendo un gesto hacia dos de sus guardias que habían permanecido en las sombras. Con eficiencia, los escoltaron hacia la salida.
Robby siguió con la mirada a los hombres mientras abandonaban la casa. La puerta se cerró con un leve clic, y en cuanto se quedaron solos, su madre volvió a él, caminando lentamente hacia el sofá con la misma seguridad que siempre la acompañaba. Se quitó el blazer y lo dejó caer despreocupadamente sobre una silla cercana, revelando una blusa de seda que acentuaba su figura y contrastaba con el aura de peligro que la rodeaba.
—Negocios listos, cariño. Un poco más de paciencia y estaremos donde tenemos que estar —dijo Julieta con satisfacción, acomodándose en el borde del sofá junto a su hijo.
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ÉlITE [Cobra kai]
FanfictionWest Valley High no era solo una escuela, era el epicentro de la élite de Los Ángeles. Un lugar donde hijos de magnates, celebridades y figuras del bajo mundo caminaban con la arrogancia de saber que el mundo ya les pertenecía. En medio de este lujo...