20:Juntas

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Miguel estaba en la cocina, mirando el café en su taza mientras el humo ascendía en espirales que parecían hipnotizarlo

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Miguel estaba en la cocina, mirando el café en su taza mientras el humo ascendía en espirales que parecían hipnotizarlo. Su mirada estaba perdida en un punto indefinido, sumido en pensamientos que lo envolvían sin descanso. No se había dado cuenta de cuánto lo afectaba realmente la noticia del casamiento. Claro, siempre supo que eventualmente habría una boda con Tory; sus padres se lo habían dejado claro desde hacía años. Pero que fuera tan pronto, en apenas seis meses... eso lo había tomado completamente por sorpresa.

Miguel suspiró y pasó una mano por su cabello, revuelto y aún desordenado. Sabía que no tenía elección. Su madre no aceptaría un "no" como respuesta, y la presión era tan sofocante que parecía no darle un respiro. Lo que más le aliviaba, si se podía decir así, era que al menos se llevaba bien con Tory. Incluso en ciertos aspectos, había aprendido a disfrutar de su compañía, como amigos y confidentes. Pero de ahí a compartir una vida juntos, tan de repente, era un paso enorme, uno que ni siquiera había tenido tiempo de procesar.

Perdido en sus pensamientos, Miguel apenas notó cuando Tory entró en la cocina. Llevaba el pijama, con el cabello revuelto, y sus ojos tenían ese brillo de quien acaba de despertar. Se veía tan despreocupada, como si el peso de sus responsabilidades aún no la hubiese alcanzado.

—Buenos días —dijo Tory, su voz aún adormilada mientras se acercaba a preparar su propio café.

Miguel levantó la mirada y esbozó una sonrisa ligera. Había algo en la forma relajada de Tory que siempre lograba apaciguar un poco su ansiedad, aunque fuera solo por un momento.

—Buenos días, futura esposa —respondió, con un toque de humor en su voz, aunque sabía que el comentario cargaba un peso del que ambos eran muy conscientes.

Tory puso los ojos en blanco, pero una pequeña sonrisa asomó en sus labios mientras se servía café. Luego, tomó su taza y se dejó caer en la silla al lado de Miguel. En un gesto de confianza, apoyó su cabeza en su hombro, y él, casi sin pensarlo, comenzó a acariciarle suavemente el cabello.

Ambos se quedaron en silencio unos segundos, sumidos en sus propios pensamientos, hasta que Tory rompió la calma.

—¿Cómo estás? —preguntó en voz baja, con un tono más serio de lo habitual.

Miguel tardó en responder. Las palabras no venían con facilidad, y no estaba seguro de cómo expresar lo que sentía sin sonar... vulnerable.

—No sé... —dijo finalmente, soltando un suspiro—. Todo esto del casamiento... es una locura, ¿no? Siento que nos lanzaron a esto sin preguntar.

Tory asintió, cerrando los ojos mientras sus dedos jugaban con el borde de su taza. Se quedó unos instantes en silencio, y cuando habló, su voz apenas era un susurro.

—Para mí también es raro... Quiero decir, sabíamos que eventualmente pasaría, pero... ¿seis meses? Es como si no les importara lo que sentimos.

Miguel asintió, y sus dedos continuaron acariciando su cabello en un intento de reconfortarla, pero también de reconfortarse a sí mismo.

ÉlITE  [Cobra kai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora