Condiciones Pre-matrimoniales

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Jeff

Alan salió, y cerré la puerta tras él, sintiendo cómo el eco de sus pasos aún retumbaba en mi pecho, como si el silencio de la casa no pudiera contenerlo. Apoyé la espalda contra la puerta, dejándome caer lentamente hasta quedar sentado en el suelo, abrazando mis rodillas. Me escondí en el hueco de mis brazos, tratando de calmar la tormenta que se arremolinaba dentro de mí. Pero mi corazón seguía latiendo frenéticamente, como si quisiera escapar de mi pecho.

El aire a mi alrededor se sentía pesado, cargado de todo lo que había sucedido. Me repetía una y otra vez que no me había rendido, que no había cedido ante él. "Esto es un negocio, Jeff. Nada más que un acuerdo profesional". Pero las palabras parecían vacías, resonando en mi mente sin lograr apaciguar el caos que había dejado su presencia.

Me estremecí, recordando lo cerca que había estado de mí, el calor de su cuerpo, el brillo de sus ojos fijos en los míos, como si hubiera querido descifrar cada uno de mis pensamientos. Por un momento, creí que iba a besarme, y ese pensamiento me aterrorizaba tanto como lo deseaba en lo más profundo de mí. "¡Estúpido! Es tu jefe. No haría algo así" Me reprendía, pero el latido doloroso en mi pecho no me dejaba respirar con tranquilidad.

El eco de su voz suave aún vibraba en mi mente. Esa misma voz que, por mucho que intentara ignorarla, hacía que mi piel se erizara. Me dije a mí mismo que todo esto era solo por el bienestar de mi familia. "La tía Suay, Sonic, Charlie... ellos son la razón. Nada más" Pero cada vez que inhalaba, parecía que el aroma de Alan seguía impregnando el aire, invadiendo mis sentidos, desconcentrándome por completo. Era como una presencia constante, envolvente. Su cercanía, su fragancia que me envolvía como una suave brisa, me hacía perder el control. Y mientras más lo intentaba, más caía en la trampa de mis propios pensamientos.

Me obligué a levantar la mirada, solo un poco, para ver el desastre que ahora era nuestra casa. Los restos del ataque me rodeaban, pero lo único que podía pensar era en Alan, en cómo todo esto podía terminar por su propuesta. Si algo le pasara a mi tía Suay, o a Sonic, o a Charlie... no me lo perdonaría nunca. Esa es la única razón por la que acepté. No tiene nada que ver con el efecto que tiene sobre mí... la manera en que su mirada me quema, o cómo el sonido de su voz suaviza mi resistencia. Y mucho menos tiene que ver con su aroma, que me deja sin aliento. Mis pensamientos se enredaban, luchando entre lo que mi mente decía y lo que mi cuerpo sentía.

Intentaba convencerme de que esto era solo una cuestión de supervivencia. "Nos casaremos en papel, y en seis meses todo habrá terminado. Mi familia estará a salvo y yo... también" Pero aunque las palabras eran firmes en mi mente, la opresión en mi pecho seguía ahí, como si algo dentro de mí supiera que me estaba mintiendo.

El teléfono vibró en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Era Charlie, cumpliendo turno nocturno en su trabajo. Le conté lo de la tía Suay, asegurándole que solo se había quedado en el hospital por protocolo. Mi voz sonaba calmada, pero por dentro, el caos seguía creciendo. Después de colgar, me obligué a limpiar la casa, intentando tener algo en lo que ocupar mi mente, pero el cansancio me venció tarde en la madrugada.

Cuando finalmente me recosté, el sueño fue esquivo. Solo logré dormir unas pocas horas, y cuando desperté, el recuerdo de sus palabras fue lo primero que invadió mi mente. "¿Cuándo te quieres casar? ¿Mañana?" El tono de su voz, tan suave, había sido casi hipnótico. Como si esa simple frase pudiera derribar todas mis defensas. Mi piel se erizó al recordar la forma en que me lo había dicho, con esa sonrisa que lo hacía todo aún más confuso.

Me levanté de golpe, mi cuerpo respondiendo al pánico. Mañana. ¿Qué tan temprano sería? Miré el reloj. Las seis de la mañana. Demasiado pronto para un día que ya estaba cargado de emociones. Pero algo en mí sabía que debía prepararme, no solo físicamente, sino mentalmente. Las condiciones son importantes. Necesito establecer límites, necesito mantener una distancia. Me repetía una y otra vez, tratando de aferrarme a ese pensamiento como a una tabla de salvación en medio del mar agitado que se había vuelto mi vida.

Destino o Casualidad (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora