Habilidades culinarias

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Alan

Las noches suelen sentirse interminables cuando las emociones están a flor de piel, ¿verdad? Me lo preguntaba una y otra vez mientras daba vueltas en la cama, incapaz de encontrar paz. Allí, en mi casa, pero en otra habitación, estaba la persona que había logrado despertar mi corazón. La persona que, con una sola mirada, detenía el tiempo. Y en ese momento, él estaba tan cerca y a la vez tan lejos de mí. Mi persona destinada... pero también, la persona más terca y obstinada que había conocido. Terco, sí, pero también tan adorable, tan endemoniadamente lindo. Y otra vez, terco.

Cerré los ojos con fuerza. Sabía que si me acercaba demasiado rápido, si daba el paso equivocado, lo perdería. Él huiría, lo presentía. Pero aún así, había momentos en los que deseaba tanto sentirlo cerca, aunque solo fuera un poco más. Ese beso, el que compartimos en el registro, fue mi perdición. Un simple roce, un toque fugaz de sus labios, y todo mi mundo se tambaleó. ¿Cómo era posible que un gesto tan pequeño pudiera despertar emociones tan intensas? Quería más. Quería besarlo de verdad, sentir su piel, pero sabía que debía ser paciente. Tenía seis meses para ganarme su corazón, y no podía precipitarme. Seis meses para asegurar una vida juntos. Una vida que anhelaba con todas mis fuerzas.

Eventualmente, el sueño me atrapó, aunque a intervalos. Al amanecer, me levanté decidido a aclarar mi mente. Me puse los tenis y salí a correr. Sentía que si no controlaba los latidos de mi corazón, iba a volverme loco. Pero, por supuesto, no pude evitar pensar en Jeff. Aún en la quietud de la mañana, el aire fresco golpeaba mi rostro, pero no lo suficiente como para calmar la tormenta de pensamientos y emociones que él provocaba.

Después de correr, pasé por la tienda y compré leche de soya y todo lo que se me ocurrió para el desayuno. Jeff me había dicho que comía de todo, pero, ¿qué le gustaba realmente? Quería conocer cada pequeño detalle sobre él. Aprender lo que prefería para desayunar, su sabor favorito, cómo le gustaba tomar el café. Todo. Era un viaje que apenas comenzaba, y cada paso me emocionaba más.

De camino a casa, una floristería llamó mi atención, como si las flores me estuvieran susurrando que entrara. Antes de darme cuenta, ya estaba comprando un ramo. Eran hermosas, fragantes, pero ni siquiera las flores más bellas podían compararse con el aroma suave y dulce de Jeff. Cada vez que él estaba cerca, su esencia parecía llenar la habitación, enredándose en mis sentidos, confundiéndome. Con el ramo en la mano, pensé que no podía simplemente entregárselas. No tenía una excusa no romántica para hacerlo. Sabía que si intentaba algo tan directo, él se pondría a la defensiva.

"¡No, no son para ti, Jeff!" me imaginé diciéndole. "Son para la casa. Huelen bien, pensé que podrían llenar el lugar con su fragancia." Aunque en el fondo, lo que realmente deseaba era que fuera su aroma el que impregnara cada rincón de nuestro hogar.

Llegué a la puerta, ensayando mentalmente cómo decirle todo eso sin que se viera sospechoso, cuando de repente un estruendo me sacó de mis pensamientos. Un golpe, seguido del sonido agudo de la alarma contra incendios. Mi corazón dio un vuelco.

—¡Jeff! —grité mientras corría hacia la cocina.

Jeff estaba en medio de la cocina, con una tapa de olla en la mano, cubriendo una que parecía a punto de explotar. Su pecho subía y bajaba mientras intentaba recuperar el aliento. El agua del sistema de alarma antiincendios caía en cascada, empapando todo a su alrededor y la cocina a su alrededor... bueno, era un desastre total. Había harina por todos lados, platos sucios, y un olor a quemado que impregnaba el aire. Mi corazón latía con fuerza, acelerado por la preocupación y, claro, por lo increíblemente adorable que se veía incluso en medio de semejante desastre.

Me acerqué rápidamente y apagué la alarma. Cuando se giró para mirarme, sus ojos se llenaron de sorpresa y algo de culpa. Parecía como un niño que había sido atrapado haciendo una travesura, y eso solo hizo que mi pecho se llenara de una calidez indescriptible.

Destino o Casualidad (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora