Boda

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Jeff

Alan, siempre tan preciso y detallista, había hecho que la lista de condiciones fuera certificada por su abogado. Aunque intentaba verlo solo como un formalismo, no podía ignorar lo cuidadoso que había sido en cada aspecto. Quería que todo estuviera claro, y eso incluía incluso la elección de la habitación donde viviría en su casa. Cuando me lo pidió, lo hizo con esa dulzura habitual que lograba confundir mis sentimientos.

La casa, su casa, era como él: imponente pero acogedora. Dos pisos que parecían fundirse con el paisaje exterior gracias a los amplios ventanales que permitían que el jardín se extendiera visualmente hacia adentro. Cada habitación irradiaba una sensación de calidez, como si estuviera diseñada para recibir a alguien con los brazos abiertos. Alan me explicó que no le quedaba familia de sangre, que su familia eran las personas de XHunter, quienes a menudo se reunían en su hogar. "Por eso hay tantas habitaciones", dijo, mirándome de reojo mientras yo inspeccionaba la que finalmente elegiría. "Quiero que todos se sientan como en casa". Su tono era tierno, y aunque intentaba mantenerme distante, había algo en sus palabras que me tocaba profundamente. ¿Era eso lo que él quería para mí? ¿Qué me sintiera en casa? Porque, aunque trataba de resistirme, cada vez que Alan estaba cerca, el ambiente cambiaba. Su presencia hacía que todo pareciera más brillante, más ligero, como si él pudiera ahuyentar cualquier sombra.

Escogí una habitación lo más alejada posible de la suya. Era la decisión lógica, mantener la distancia. Pero su aroma parecía seguirme, flotando en el aire, invadiendo mis sentidos de una manera que me hacía imposible pensar con claridad. Mientras me ayudaba a llevar mis pocas pertenencias, su cercanía se sentía inevitable, como si cada paso que dábamos juntos fuera acercándonos más, no solo físicamente, sino emocionalmente.

Luego me acompañó al hospital a recoger a la tía Suay, un gesto que no tenía por qué hacer, pero que lo hacía todo más especial. El camino hacia allí estuvo lleno de silencios cómodos, esos que de alguna manera decían más que las palabras. Alan siempre parecía saber cuándo hablar y cuándo dejar que el silencio hablara por él. Era atento, sin ser invasivo, y esa combinación me desconcertaba. ¿Cómo podía alguien ser tan tierno y al mismo tiempo dejarme tan desarmado?

Cuando le contamos a mi tía sobre la boda, casi parecía que todo esto fuera real. Ella no podía ocultar su felicidad, mirando a Alan como si él fuera la respuesta a todas sus plegarias. "Es como si fuera real", murmuraba, y yo intentaba ocultar mi incomodidad, porque en cierto sentido... también lo sentía así.

Alan, por su parte, era encantador, mostrando un respeto y una calidez hacia mi tía que la conquistaron de inmediato. Ella le hacía ojitos, sonriéndole como si fuera uno más de la familia, mientras Charlie, alternaba su mirada entre Alan y yo, como si intentara desentrañar algo oculto entre nosotros. Sentía sus ojos sobre mí, escrutadores, mientras yo solo podía evitarlos.

¿Cómo explicarle a Charlie que lo que estaba ocurriendo entre Alan y yo no tenía explicación? No era normal cómo cada vez que Alan estaba cerca, mi corazón latía más rápido, como si algo en mí quisiera salir, romper el muro que había construido alrededor de mis emociones. Intentaba racionalizarlo todo: era solo un contrato, una fachada, nada real. Y, sin embargo, se sentía demasiado real.

La mañana siguiente, después de firmar el contrato, me quedé en mi habitación preparándome para el día. No era una boda real, pero Sonic tenía otros planes. "No, no, no. Jeff, por favor, dime que no usarás eso en el matrimonio", exclamó al verme salir de mi habitación.

Me encogí de hombros. "Solo vamos a firmar un documento, no es gran cosa", intenté quitarle importancia.

Sonic me miró con los ojos entrecerrados. "¡Pero habrá fotos! Tienen que aparentar que es real. Y tú... ¡no pareces alguien que va a casarse! Incluso yo sospecharía".

Destino o Casualidad (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora