Desenredando verdades

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Alan

—¿Cómo es posible que yo, siendo un alfa, sea el que me haya enfermado? —me preguntaba, cada vez más avergonzado, mientras miraba a Jeff. Él estaba a mi lado, como si nada, su presencia irradiando una tranquilidad que contrastaba con mi tormenta interna.

—Tienes 38.5. Es fiebre —dijo Jeff, su mirada se iluminó con una mezcla de preocupación y ternura, mientras examinaba el termómetro que acababa de colocar bajo mi lengua. Su ceño fruncido y el ligero temblor en sus manos revelaban su inquietud—. Traeré unas medicinas que tengo para emergencias en mi habitación —añadió, antes de salir a buscarlas, su andar decidido pero cargado de una preocupación palpable.

Solté un suspiro frustrado. Se suponía que estábamos comenzando nuestra época de luna de miel, después de haber aclarado tantas cosas entre nosotros, y ahora, aquí estaba, acurrucado en la cama, sintiéndome como una sombra de lo que soy. La fiebre me hacía ver vulnerable ante él, y no podía evitar preguntarme cómo podría cuidarlo si yo mismo me enfermaba tan fácilmente.

Mi teléfono vibró, rompiendo el silencio de la habitación. Era Way. Debía estar preocupado después de que le colgué ayer.

—Hola, Way —contesté, con la voz ronca, tratando de sonar más fuerte de lo que realmente me sentía.

—¿Por qué tu voz suena así? —preguntó, su tono preocupado — Seguro te mojaste ayer esperándolo, ¿verdad? ¿Estás en tu casa? Iré a cuidarte. ¿Ya comiste?

En ese momento, Jeff entró de nuevo, trayendo un frasco de medicamentos y un vaso de agua. Me incorporé un poco en la cama, queriendo mostrarle que podía manejar la situación.

—Estaré bien, Jeff está conmigo y me trajo medicinas —le respondí, tratando de contener una sonrisa mientras miraba a Jeff. Él sonrió de vuelta, un brillo en sus ojos que hizo que mi corazón latiera con fuerza.

—Jeff... ¿todavía no aclaras las cosas con él? Y más después de lo que pasó ayer. Él no es confiable —espetó Way, su voz cortante me hizo sentir un nudo en el estómago.

Jeff frunció el ceño, su rostro se tensó mientras contemplaba lo que acababa de escuchar. Mi corazón latía más rápido, consciente de que mi teléfono tenía una bocina potente, casi como si estuviera en altavoz.

—Jeff, no... —intento explicarle, pero él desvió la mirada, frunciendo los labios, claramente molesto.

—¡Alan, estás hablando conmigo! —espetó Way al otro lado.

—Pásamelo —dijo Jeff, su tono serio hizo que mi corazón se detuviera por un momento. Antes de pensarlo, le di el teléfono.

—Alan se quedará en casa porque está enfermo. Yo lo cuidaré porque soy responsable de lo que pasó ayer y porque es mi deber como su esposo —afirmó Jeff con una convicción que me llenó de una calidez indescriptible. Era sexy verlo tan decidido, defendiendo nuestro espacio, y en mi pecho se encendió un fuego de deseo.

—¡Está enfermo por tu culpa! —exclamó Way al otro lado—. ¡Por qué lo dejaste esperándote bajo la lluvia; mientras te encontrabas con otro!

Jeff parecía aún más confundido. Me miró perplejo, seguramente preguntándose cómo es que Way lo sabía. Yo no le conté nada respecto a la foto.

—Eso es entre Alan y yo, y ya le expliqué todo —respondió Jeff con firmeza—. Sé que te preocupas por Alan, pero esto es entre nosotros. Te agradecería que no interfieras. Yo cuidaré de él.

La tensión en la línea era palpable. Podía sentir el sudor frío correr por mi espalda mientras Way respondía.

—La verdad, Alan no te importa. ¿Cómo puedo confiártelo? ¿Incluso, sabías que tenía una cita con el grupo Beyond hoy y que se lo perderá por tu culpa? —insistió Way, y me di cuenta de que había olvidado por completo el compromiso.

Destino o Casualidad (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora