37: EL ARRECIFE DE ACERO

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Jungkook se había vuelto loco.
Esa cuenta en la barba había detonado algo dentro de él, y él había explotado como una bomba. Nada más cazarme me arrancó la ropa a jirones y me folló allí mismo, sobre el suelo de madera del motel.

Como aquella vez a la vera del río, perdió por completo la razón. No quiso herirme en ningún momento, pero fue violento e incansable Movía la cadera a un ritmo brutal, me gruñía en el rostro como una bestia, me agarraba de las muñecas para que no pudiera moverme y me miraba sin parar con sus ojos de diminutas pupilas; como si estuviera completamente drogado.

No se detuvo hasta correrse, momento en el que me soltó los brazos, apoyó las manos en la madera del suelo y clavó sus garras produciendo un profundo arañazo que acompañó el intenso rugido de tigre.

Entonces se hizo el silencio. Pude escuchar mi propia respiración acelerada y el retumbar del corazón en el pecho; pero ese oasis de calma duró poco, porque Jungkook me dio la vuelta, me mordió la cola y tiró de mí para ponerme de rodillas y follarme a cuatro patas con la misma brutalidad incansable. La intensidad del momento fue intoxicante, tan abrumadora que no pude ni pensar con claridad. A veces se me pasaba una idea racional por la mente, pero desaparecía con la misma fluidez con la que había llegado. La mayoría del tiempo yo solo estaba allí, apretando los puños, gimiendo,tratando de seguir respirando mientras incontrolables oleadas de placer me recorrían de arriba abajo. Estaba tan mojado que el líquido me resbalaba por las piernas y el incesante movimiento de Jungkook resonaba con un sonido húmedo y viscoso.

Un segundo rugido ensordecedor y una embestida más profunda y repentina anunciaron el nuevo orgasmo del alfa, quien se dejó caer lentamente sobre mí, hundiéndome bajo su peso y manchándome del sudor que le empapaba la piel y el vello atigrado.

Sus jadeos en mi oreja eran cálidos y rápidos, el picor de su barba en mi cuello me producía un hormigueo incesante, sus manos rodeaban las mías, con nuestros dedeos entrelazados. Y, una vez más, el alfa empezó a mover la cadera, tan pegado a mí que apenas la sacaba antes de volver a metérmela.
Esa fue la follada más larga y en la que más me mojé. No por la intensidad, sino por todo lo que la rodeaba: Jungkook sobre mí, su calor, el roce pegajoso de su piel cálida y sudada, su abrumador olor a menta y miel, su aliento en mi oído, el roce de sus bigotes, la forma en la que me cubría y me ahogaba.

Todo desató en mí una respuesta instintiva que superaba la lógica por completo.

Cuando llegué de nuevo al orgasmo, el alfa me siguió casi al momento, apretándome más contra él, tratando de rodearme con los brazos y esconderme bajo su enorme cuerpo. No fue hasta varios minutos después que Jungkook se movió, liberándome de aquella pequeña prisión. Fuera, el aire parecía demasiado frío y ligero. Agité la cabeza de lado a lado y parpadeé varias veces, despertando de un sueño que nunca pensé que tendría. Sin darme apenas cuenta, el alfa me tomó en brazos y me llevó con él a la parte de la barra del bar que todavía seguía en pie. Allí me recostó, con el culo en pompa, para poder empezar a limpiarme.

Centrado en recuperar la respiración, me quedé mirando el reflejo sucio del cristal tras las estanterías de botellas de alcohol. La escasa luz que entraba en el salón por las rendijas y grietas seguía sin ser suficiente, pero, aunque lo hubiera sido, no creía que mi mente fuera capaz aún de procesar lo que estaba sucediendo. De hecho, tardé lo mismo que Jungkook en limpiarme, momento en el que me dio un cachete en la nalga y se incorporó, relamiéndose su barba empapada antes de frenar un eructo y resoplar.

—Creo que me daré otro baño —anunció en voz baja, volviendo a tomarme en brazos para llevarme con él a las aguas termales.

Allí se limpió el sudor, se mojó la cabeza y se echó el pelo hacia atrás, mirando el cielo nublado antes de suspirar y quedarse flotando boca arriba. —¿Qué ha sido eso, Jungkook? —le pregunté con voz ronca y la garganta seca de tanto gemir y jadear. —¿Lo qué? —preguntó sin siquiera abrir los ojos—. Si te refieres al sonido que ha llegado desde los árboles, ha sido un ciervo que ha salido corriendo al vernos; si te refieres a lo que ha pasado en el motel, fue el mejor sexo de tu vida. No te preocupes, habrá más. Mucho, mucho más…

La Reserva♡Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora