A la mañana siguiente, lo primero que hizo Jungkook al despertarse fue empezar a mordisquearme la oreja, la mejilla y el cuello. Frotó nuestros bigotes y se fue volcando más y más sobre mí hasta quedarse encima. Con gruñidos cada vez más graves, restregó la entrepierna contra mi cuerpo, anunciando que la fábrica de tigrecitos y lemuritos ya estaba de nuevo en marcha; por si no fuera suficiente obvio sentir el bulto caliente y duro contra la piel.
Un murmullo de placer me llenó la garganta en el momento en el que sentí su ligero mordisco en la base del cuello y la presión de sus garras en la cadera. Era mi cuerpo respondiendo a la llamada del salvaje, a la electricidad estática que emitía y me hacía estremecerme, empaparme y desearle por completo.
Todo lo que hacía Jungkook era mentir, pero aquello… aquello era real.
La necesidad ardiendo en mi pecho, la presión con la que le apretaba el abultado bíceps y la amplia espalda, la forma en la que me empapaba cada vez un poco más con solo sentir su aliento en mi rostro. El picor de la barba espesa en mi piel, esa barba que olía tanto a mí y me hacía sentir tan, tan bien. Besarle dolía un poco a veces, te dejaba una sensación de hormigueo en los labios que terminaba convirtiéndose en un leve ardor al final. Pero te encantaba. Era algo muy dentro de ti, de tu instinto omega, algo que gritaba de puro placer.
«Es tu alfa», reverberaba como un eco, cada vez más alto y ensordecedor.
Entonces le agarrabas del pelo, le besabas más fuerte y le rodeabas con la cola. Ya no podía huir de ti. Ya nunca podría escapar. Jungkook lo supo, tan bien como yo sabía que no habría vuelta atrás. Mansamente, se dejó volcar de espaldas en la cama, con las manos en mis piernas y los ojos en blanco mientras le mordisqueaba el cuello. Solo jadeaba más rápido y esperaba ese dulce momento en el que empezara a frotar mi ano empapado contra el cuerpo alargado y grueso de su polla, lubricándola y envolviéndola parcialmente entre las nalgas.
Entonces un gruñido gorgoteante le lleno el pecho, soltando todo el aire de sus pulmones antes de cerrar los ojos. Moviendo la cadera de arriba abajo, sintiendo aquel dulce bulto caliente y duro, le mordí el labio inferior y tiré con suavidad hasta que se fue deslizando lentamente entre mis dientes. Jungkook entreabrió sus ojos preciosos de jade y oro, salvajes e intensos, brillando con cada destello que la pesada luz de la mañana les arrancaba. Me miró fijamente y soltó un último jadeo antes de empezar a correrse, manchándome las nalgas y la parte baja de la espalda con abundante semen, esa clase de corrida que ningún beta podría igualar.
Y solo era el principio.
Cuando subí la cadera hasta casi el final, aproveché el descenso para metérmela dentro, poco a poco, arrancando un profundo gemido de placer de mis labios y los suyos. Las garras de Jungkook se clavaron en mis piernas, causando pequeñas heridas allí donde ya había marcas de las anteriores. Estar con un felino significaba tener que acostumbrarse a las marcas de arañazos, porque aunque tuvieran cuidado, siempre terminaban habiendo una víctima de sus garras: ya fueran las mantas, las almohadas o tú.
Cuando terminé el descenso, apoyé las manos en su amplio pecho de vello blanco y atigrado, hice un último esfuerzo y apreté, tensando los brazos para hundir la cadera hasta que estuvo todo dentro. Entonces solté un gemido que llenó la cabaña y cerré los ojos.
Agité la cabeza y sentí el pelo revuelto
sobre la frente y los ojos. Sentí un escalofrío que me recorrió de arriba abajo y volví a mojarme, lubricando todavía más el miembro del alfa, hasta tal punto que, incluso con su polla dentro, el líquido goteó por los bordes de mi ano y manchó su pubis blanco y sus huevos.Había algo muy especial en el sexo con Jungkook. Nunca me aburriría de decirlo, aunque no supiera muy bien lo que era. Simplemente, mi cuerpo reaccionaba al suyo de una forma que no hacía con ningún otro alfa. Cada movimiento de cadera me llenaba de un placer especial; cada vez que nuestras miradas coincidían en el ardor de momento, un fuego se reavivaba en mi interior; cada vez que se corría, un orgasmo me inundaba el cuerpo como una avalancha que me dejara sin aliento.
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La Reserva♡Kookmin
FanfictionJimin es un omega nacido en el mundo beta y, aunque no tenga idea de la sociedad y costumbre de los suyos, ahora debe infiltrarse en La Reserva de Animanos más grande del país. La misión es simple: encontrar la célula terrorista que se esconde en...