26: UNA TARTA ENVENENADA

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Creía que jamás probaría una poción más asquerosa que la segunda dosis que me bebí tras el celo. pero me equivoqué. La poción «de después» era peor. Mucho peor. Había sido como beber aceite picante, salado, grumoso y caliente. La chamana incluso me había obligado a quedarme diez minutos en su casa solo para comprobar que no la vomitaba.

Y, mientras esperábamos, me hizo su gran aportación al tema:—¿Quieres que te siga haciendo pociones para el alfa Jungkook o prefieres tomarte esta cada vez?

—¿Y no va a afectar a las demás pociones que me tomo? —pregunté—. Como la de Buyú.—No si se hacen bien.

Chasqueé la lengua y aspiré una profunda bocanada, tratando de mantener aquel asqueroso líquido en mi estómago el tiempo suficiente. Incluso después de ingerido, seguía estando caliente y extrañamente aceitoso. —¿Por qué somos los omegas los que tomamos mil pociones? —le dije—. ¿Por qué no son los alfas los que se preocupan de no preñarnos?

—Los alfas son alfas, su…—No, no, no —la detuve al momento—. No me vengas con esa mierda de «es su deber preñarte porque son muy machos». En el mundo beta también hacen eso y te aseguro que son solo gilipolleces. ¿No hay condones animanos?

—No sé qué es eso —respondió la chamana, mirándome fijamente con aquellas monedas colgando frente a sus ojos ciegos—. Lo que sí hay, sin embargo, es una poción para los alfas.—Oh —levanté la cabeza y fruncí el ceño—. ¿Y por qué no se la toman?—Porque les deja estériles por un año y no les crece la barba —respondió con aquel leve suspiro que siempre terminaba sus frases—. Tomársela, requiere un gran compromiso entre el alfa y el omega. No es un capricho pasajero y, por ello, suelen pedirla solo los alfas emparejados.

—Ahm —murmuré—. Y no puedes pedirle a un soltero que no le salga barba, ¿no?

Era una pregunta retórica, conocía lo suficiente el mundo animano para conocer la respuesta; y sin embargo, Toma Má respondió:—Los alfas hacen mucho por vosotros, Jimin, y lo único que piden a cambio es atención y cariño.—Y sexo —añadí.—Eso entraba dentro de «cariño» —respondió ella—. Aunque, si ese es un problema para ti, nadie te obliga a dárselo.

—No, no es un problema —dije, agitando la mano en alto antes de frenar un eructo que amenazaba con acercarme peligrosamente al vómito—. Los alfas son maravillosos, solo que… se hacen un poco pesados a veces. —Mmh… —murmuró Topa Má—. Qué horror, Jimin, todo el mundo quiere follarte… Debes estar sufriendo cada día.

Puse los ojos en blanco y entreabrí los labios, pero terminé por reírme, lo que complicó bastante mi misión actual de no echar la poción directa al fuego entre nosotros.—No, no es eso —tuve que defenderme porque, de la forma en la que la chamana lo estaba diciendo, me hacía parecer un completo gilipollas—. Pero a veces me pregunto si no seré más que una especie de objeto sexual para ellos.

—Cómo te entiendo, me pasa exactamente lo mismo —asintió Topa Má, provocando un tintineo de abalorios y plumas.

Levanté las manos y me quedé un par de segundos mirándola con una expresión que ella jamás podría ver; así que añadí:—Joder, ahora que te hablo en serio, ¿te pones bromista?

La chamana continuó impasible, con sus manos de larguísimas uñas negras cruzadas sobre el regazo, la espalda recta y la expresión seria. —¿Prefieres mis metáforas sobre ríos y montañas? —preguntó tras un breve silencio. —N… —me detuve, cerré los ojos y bajé la cabeza antes de mirar la pequeña hoguera entre nosotros—. Topa Má —murmuré—, yo vengo de un mundo donde los hombres beta solo me querían porque huelo muy bien y soy demasiado guapo. Y lo entiendo, y no me estoy quejando: sé que mi cuerpo esun trampa irresistible para atraer a los hombres; pero… al final te preguntas si alguno de ellos te ha llegado a amar realmente. Si ha podido mirar más allá de las feromonas, mi cuerpo y mi ano lubricado. —Tomé una profunda bocanada de aire y comencé a juguetear con mis dedos. Tenía la horrible sensación de lo que estaba diciendo era estúpido e infantil, pero una vez había empezado, quise sacármelo todo de dentro.

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