—¿Te gusta leer?
La voz de Capri me despertó de un golpe de mis pensamientos. Dejé el tomo de tapa de cuero en su sitio de la estantería, rápidamente, como si me hubiera pillado en mitad de un delito, y me giré hacia él con una tímida sonrisa.
—Perdón, me llamaron la atención y no pude evitar acercarme —me disculpé.—No, no —negó él, acompañando sus palabras de un vago gesto de la mano—. Puedes leer todos los que quieras. Son parte de la biblioteca del Pinar. Nosotros también tenemos inquietudes y cultura — añadió al final, con una mezcla de orgullo y recelo, como si yo hubiera creído que a los animanos de
la Reserva solo les interesaba comer y follar. Lo cual, he de reconocer, era cierto.—No lo sabía —murmuré, volviendo mi vista a las estanterías repletas de tomos encuadernados como si fueran manuscritos del siglo XVI—. Aunque no he podido reconocer ninguno de los títulos.
—No me sorprende —sonrió Capri, ya a mi lado mientras miraba lo mismo que yo. Levantó una de sus viejas manos y acarició el lomo de un libro con su dedo de uñas negras—. Dudo mucho que los
betas tengan algo así en su mundo. Estos libros están escritos por y para animanos.Arqueé las cejas y, sin poder evitarlo, dije: —Pero están impresos y encuadernados.
—Sí, hay un par de imprentas en la Reserva. Es más, mucho del papel que usan se lo enviamos desde El Pinar —respondió él, ignorando educadamente el tono de sorpresa de mi voz—.¿Quieres llevarte alguno para leer? Solo tienes que anotar el nombre del título y tu nombre en la lista para saber que lo
tienes tú.Seguí el movimiento de su dedo hacia la pared, donde, colgado sin demasiado encanto, había una enorme hoja de papel con nombres y fechas garabateados. Por supuesto, ya lo había leído en mi «inocente curioseo» del Ayuntamiento, al cual había acudido por orden del propio Capri. Creía que
sería una oportunidad maravillosa para conseguir algo de información y espiar sin llamar la atención; pero, como en todos los demás sitios del Pinar, no había nada interesante ni especial allí.
—Gracias, quizá me lleve alguno —murmuré, más por educación que otra cosa—. ¿Aquellos también son libros?El alcalde siguió la dirección que señalaba, hacia un enorme bulto de papeles apilados, cartas y émbolos que se amontonaban sobre una mesa no muy lejana a la supuesta biblioteca.
—Oh, no, esas son cartas —volviendo a mirarme, sonrió, aunque pude detectar cierto sonrojo en sus mejillas, sobre su espesa barba trenzada—. Vaya… normalmente solo hay una montañita pequeña, pero parece que se me ha ido de las manos… Rulf, el omega que se encargaba de repartirlas, ha encontrado compañero y, por desgracia, nos ha abandonado. Todavía estoy buscando sustituto. Repartir el correo no es una actividad muy atractiva en…
—¡Oh, yo lo haré! —le interrumpí.
Capri se quedó sin palabras por un momento. Quizá por mi tono alto de voz o por lo emocionado que había sonado al decirlo.—Eso… sería maravilloso —sonrió, agradecido—. Pero he de advertirte de que no es un trabajo tan emocionante como parece. Son muchos viajes, y quizá no te dé tiempo a quedarte demasiado rato en los poblados para hablar con los alfas…
Me reí un poco y negué con la cabeza, insistiendo en que «sería un placer hacerlo. Ayudar un poco… Poner mi granito de arena». Lo que Capri no sabía era que, repartir el correo significaba moverse de arriba debajo de Mil Lagos sin llamar la atención… Sería la cuartada perfecta para «perderse» y quizá hacer preguntas aquí y allá.
—Entonces, de acuerdo —dio una palmada en el aire como si lo diera por decidido y se giró en dirección a la mesa—. No es demasiado complicado, solo tienes que decidir el lugar que vas a visitar, coger todas las cartas que estén destinadas a ese poblado, meterlas en la mochila y llevárselas a los chicos. Posiblemente ellos te den cartas para que traigas aquí. Cada diez días suele llegar un buhonero que pueda llevarlas a otras comarcas si es necesario.
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La Reserva♡Kookmin
FanfictionJimin es un omega nacido en el mundo beta y, aunque no tenga idea de la sociedad y costumbre de los suyos, ahora debe infiltrarse en La Reserva de Animanos más grande del país. La misión es simple: encontrar la célula terrorista que se esconde en...