13: LOS ALFAS QUE NO AMAN A LOS OMEGAS

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Cuando entré en el hogar-consulta-laboratorio de alquimia de Topa Má, me encontré a la chamana
mirando un libro sobre la enorme mesa de piedra que usaba como camilla.

—Jimin … —me saludó sin levantar la cabeza.

—¿Qué cojones haces con un libro? —le pregunté—. Si estás ciega.—¿Sí? No me había dado cuenta… —respondió ella mientras levantaba una mano de largos dedos y largas uñas hacia mí—. Pero tú puedes ver, ¿verdad? Quizá fueras tan amable de leerme algo que pone aquí.

—Espera, ¿cuánto llevas ahí parada esperando que alguien entre para poder pedirle que te lea el libro?

—Una hora… —respondió a la vez que cerraba uno a uno los dedos para indicarme que me acercara.—Joder… espero que no sea verdad —murmuré de camino hacia ella. Cuando me quedé al otro lado de la mesa, giré el libro hacia mí y la chamana me indicó el punto exacto que debía leer—. «Y el
Tímido Omega agarró la enorme polla de su alfa y se la metió hasta el fondo gritando de puro placer, porque solo él le hacía correrse a mares…»

Topa Má se quedó en completo silencio, mirándome a través de esas monedas de sol y luna que tapaban sus ojos ciegos.
—A veces eres gracioso, Jimin … —me dijo.

Me reí un poco y negué con la cabeza.
«Un alfa es como el río furioso y descontrolado, destruyendo y consumiendo todo a su paso. El omega es el cauce que le guía a través de las montañas y los valles, que le da un destino, una finalidad y una razón de ser. Hay alfas que son lagos y omegas que no saben nadar; y hay omegas que son tormentas y alfas que tienen miedo a los truenos. Hay alfas que quieren beber de un arroyo manso y alfas que
quieren beber de una catarata; hay omegas que buscan la cálida caricia del sol y hay omegas que buscan el ardor de un volcán. Hay alfas profundos como el mar y omegas inamovibles como montañas; alfas salvajes como olas y omegas tercos como el arrecife, alfas que no temen ni a la tormenta ni a la catarata, y omegas que no dudan ante el fuego del volcán ni la profundidad del océano.

Y es, cuando se encuentran, que forman El Todo.»

Terminé de leer, esa vez en serio. Topa Má asintió con la cabeza, haciendo tintinear la absurda cantidad de amuletos, pendientes y cadenas que le colgaban de su pelo negro y largo. Entonces cerró el libro de un golpe seco y lo apartó a un lado para señalarme la mesa.

—Túmbate. —Solo he venido a por otra poción anticonceptiva —respondí, levantando unas manos en alto que ella no pudo ver. —Y por ello has de tumbarte, Jimin … —respondió—. Cada poción es diferente, como el omega que
la bebe y el alfa al que busca después. Puse los ojos en blanco y apreté los labios, pero no tuve más opción que ceder y tumbarme en la mesa si quería mi jugo mágico anti-niños. La chamana pasó las manos por encima de mí sin llegar a tocarme y, lentamente, empezó a palpar mi Punto de Agua. Apreté los dientes y aguanté el aire, creyendo que
me volvería a doler; pero eso no ocurrió.

Topa Má me palpó un buen rato, apretó y uso ambas manos, pero no sentí nada más que la leve incomodidad de cuando te clavan unos dedos fríos y largos.
—Mmh… —murmuró de esa forma tan suya.

—¿Estoy curado? —pregunté.—Nunca has estado enfermo, Jimin … —respondió, apartando las manos de mí para cruzarlas a la altura de la cintura y retroceder un paso—. Pero, si tu pregunta es si tu Punto de Agua a recuperado la normalidad, la respuesta es «sí». El agua fluye de nuevo.

—Creía que todavía faltaba —reconocí, un poco más feliz de lo que había entrado allí gracias a esa inesperada noticia—. Me… me sigo mojando bastante todo el rato. —Esa es tu naturaleza, es parte de ser omega.

—No, me refiero a que… —me senté en el borde de la mesa de piedra e, inclinándome un poco hacia ella, bajé la voz para decirle—: A que me mojo muchísimo. Ya he dejado lleno a Jungkook dos veces.

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