27:EL ABREVADERO

66 11 2
                                    

Desde Refugio de la Garra a El Abrevadero, solo había dos horas de camino de montaña; sin embargo, podían convertirse en cuatro si, como yo, ibas acompañado por un alfa-lobo con muy pocas ganas de despedirse de ti.

—No, tienes que sostenerlo así, con fuerza, ¿ves? No te preocupes, no se va a romper, está muy duro. Bien, ahora desliza suavemente la mano hasta el fondo, sí justo así, y ahora aguanta la respiración para no moverte…

—Si fueras otro alfa hasta me creería que no estuvieras haciéndolo a propósito —murmuré. Lupo se rio a mis espaldas y volvió a corregirme la elevación del brazo con la que sostenía ese duro y resistente arco que me había dejado.

—¿Por qué? —me preguntó al oído—. Si a ti te encantan nuestras charlas guarras… —Sí, sí que me encantan —reconocí antes de lanzar la flecha, la cual terminó a metro y medio del
objetivo—. Joder, qué mal se me da esto.—No te preocupes, joyita. Nadie aprende a cazar en un día —respondió, quitándome el arco de las manos para dejarlo a un lado y abrazarme. Los lobos con barba casi parecían incapaces de no estar tocándote todo el rato—. Por eso tendrías que venir más a vernos, para que te enseñemos todo lo que sabemos hacer… —y terminó sonriendo de esa forma lasciva y sexy.

—Oh, sí que me estáis sorprendiendo mucho últimamente con lo que sabéis hacer —reconocí. No compartí su tono erótico porque no era el momento, pero sí que quise recalcar ese punto—. Creía que vosotros no interactuabais de esa forma.

Lupo se encogió de hombros y ladeó ligeramente el rostro, deslizando su larga melena hacia un lado.—No es algo que solamos hacer. No lo necesitamos —no pudo resistirse a decir, inflando el pecho bajo su armadura de cuero y levantando la cabeza con orgullo—. Somos Clavo y Martillo.—Sí, eso era lo que pensaba —afirmé.

Me separé de su abrazo y le di la mano para poder continuar andando por el sendero de montaña. Si fuera por Lupo, nos pasaríamos allí el día entero, pero yo tenía trabajo que hacer y ya me había pasado dos noches seguidas con los gemelos.

—De todas formas, si no os gusta, no hace falta que lo hagáis —añadí, alzando la cabeza para mirar sus ojos de hielo.—No sé si lo has notado, Jimin, pero te mojas como nunca cuando lo hacemos —se rio él. —Sí, algo he notado.

—Entonces, ¿cuál es el problema?
—No hay ningún problema —respondí—, solo digo que no quiero que hagáis eso si no os gusta. No me voy a ir ni nada.

Lupo tardó en responder, así que volví a mirarle, solo para encontrarme con una leve sonrisa en sus labios y un brillo especial en los ojos. Por la forma en la que agitaba la cola a sus espaldas, debía estar muy contento de haber oído aquello.—Tranquilo, joyita —murmuró—. Darte placer es lo que más nos gusta.
—Eso es mentira, lo que más os gusta es ir a la taberna, beber hasta emborracharos, buscar pelea y quejaros a gritos.

Lupo llenó la cordillera y el sendero pedregoso con una de sus graves y altas carcajadas.—Sí, eso nos encanta —me aseguró—, pero no tanto como verte corriéndote y gimiendo nuestros
nombres.—Mmh… —murmuré, volviendo la vista al frente—. Oye, Lupo, ¿qué es lo que más te gusta de mí?

Al alfa le sorprendió lo repentino de la pregunta, pero, como su hermano antes que él, no tardó demasiado en responder:—Tu sentido del humor es de lo que más me gusta, aunque también me atrae bastante que seas capaz de diferenciar entre Polu y yo, que nos respetes y que no intentes convertirnos en un fetiche —dicho eso último, puso los ojos en blanco y resopló por lo bajo—. Ni te imaginas la de omegas que solo vienen a la Garra a por «gemelos», como si fuéramos algún tipo de espectáculo u experiencia sexual que tachar de la lista. Y está bien, no me quejo de poder follar, «dos son mejor que uno» y blah, blah, blah… —aclaró, moviendo una mano libre en el aire como si quisiera pasar por encima todo eso que le había dado la fama a Refugio de la Garra—, pero muchas veces ni nos toman en serio y no pueden ni sacarnos la barba. ¿Sabes?

La Reserva♡Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora