La peli-negra, nombrada Akutenchi, le encantaba disfrutar de la vida con sus dos madres.
Saltaba, era enérgica, tironeaba normalmente de sus mangas para que estuvieran las tres juntas.
Pero con los demás, ajenos a ellas, les miraba con cierto repelús y odio.Uno de esos días soleados y con bastante viento..
Mientras aquellos cabellos color carbón sobrevolaban, sus manos suaves e inocentes tomaron una flor.—¡Mami, mamá! —Llamó a ambas.. Y enseñó la planta. — Esta planta.. ¡Seré yo! Y y, si algún día me echan de menos, sabrán que mientras estos pétalos sigan.. Yo estaré perfectamente. —Besó feliz esas delicadas ramas..
No fue hasta la noche, que aquella rosa, se torno negra; cumpliendo las palabras dichas..
Pero.. un día, mientras que el astro rey se levantaba para iluminar los campos vacíos, las casas, y el despertar del sueño de muchos..
Akutenchi estaba discutiendo con una de sus hermanastras.—¡Al menos yo no voy a morir pronto! —Le gritó, furiosa.
A Bayonetta esto le dolió bastante, su enfermedad no era algo que se debería tomar a la ligera..
—¡AL MENOS YO SI SOY HIJA DE MAMÁ!
—¡Yo también lo so-
—¡NO! —Le interrumpió — No lo eres. —Gruñó. — Jamás lo serás, eres un simple y sucio error mal formado. MAMÁ jamás engañaria a PAPÁ... Ni tu madre Lilith a la señorita Lath. Eres un error de cálculos. —Le tiró una investigación sobre ella. — Un simple y sucio monstruo.
Dicho esto, se fue corriendo entre lágrimas.
Akutenchi no sintió ninguna pizca de arrepentimiento, pero sí de curiosidad.
Tomó entre sus manos aquellos papeles.
Un grave error.La puerta resonó, despertando a Soka de su sueño.
Akutenchi se miró al espejo, viendo lágrimas negras no parar de caer de su rostro..
Se fue deslizando hasta caer finalmente contra su trasero.
Abrazo sus piernas y hundió su cara entre los brazos.Ese día, no quiso salir de la cama, con la excusa de estar enferma.
Ese día, tres pétalos cayeron de esa rosa; dejando solo dos pero los suficientemente fuertes para que la flor siguiera siendo bella.De allí, aprendió a valorar lo suficiente a sus madres.. a tratar de mantenerlas orgullosas, puesto que por eso existía.
Nada más y exclusivamente para ello, después de todo, era un error.. procuraria no ser una carga.Aunque eso no se detendría allí.
Las peleas entre Bayonetta y ella fueron en aumento..
Esto juntado a que pronto encontró gusto en ver sufrir a los demás..
Reír en cuanto traicionaba y pisoteaba los sueños de los otros.
Aunque, el momento esperado llegó y su fuerza destruyo la mentalidad frágil de su hermana...Fue a sus quince años, en ese incidente;
Le dijo miles de cosas hirientes hasta llorar..
Por supuesto que Soka se enojo demasiado, les echo una regañina a las dos.. Pero solo Bayonetta bajo la cara, culpable.En unos segundos de silencio, se molesto por la cara que posaba la contraria.
—Agh, ¿ahora que te pasa? —Frunció el ceño.
—Mamá.. mamá me miró con decepción. —Sus ojos estaban grandes, como si fuera el mayor shock jamás vivido.
—¿Y eso qué? A mí también me miró enojada.
—Tú.. tú no lo entiendes.. —Bajo la vista antes de irse a su cuarto.
Cerro la puerta, y se miró al espejo de nuevo.
—Está decepcionada.. —Se tocó las mejillas, de cuales caían lágrimas negras.. — ¿Es así como se siente el sufrir? ¿el llorar? No me gusta..
Nuevamente, se fue a acostar en la cama.. Mientras que a aquella rosa se le caía otro pétalo.
Solo le quedaba uno.
Se propuso metas, hacer orgullosa a su madre Lilith.
Recuperar el orgullo de su mamá Soka.Ponía la espalda recta, y aprendió a madurar en poco tiempo.
Dejo las peleas a un lado, y se dedicó por completo a hacer cosas que no le gustaban; aprender sobre las flores, las plantas, la magia, la ciencia, los cálculos.. Un poco de todo.Sus notas fueron las mejores, su manipulación fue dejada de lado.. Aunque le encantaba, aprendió a negarlo todo y centrarse para ganar su orgullo.
Eso ya no era una obsesión, era una necesidad.
Era su única razón por la que su vida no sería un peso.
Era el único motivo de su existencia.
La única manera de tener un "porqué " en el planeta, estaba entre sus manos..
Y cambiaría todo, para mantenerlo.Así hasta sus veintitrés años..
Luego de aquella visita de su "hermanastra", Lizai, se encerró en el cuarto.
Mientras se cambiaba la ropa, se fijo en un detalle en el espejo.Lágrimas negras.
Su sonrisa no se borro, tampoco vaciló.—Que decepcionante.. —Ahora era ella quién lo decía.
Su pelo negro carbón, era la combinación perfecta para esos ojos azules pálidos.
¿Su madre Lilith mirarla ahora con desprecio?
Entendería que jamás llegará a creer alguna sola de sus palabras, no era más que un simple error de laboratorio.
Sin embargo, ¿mirarla con decepción ella también?No iba a derrumbarse a llorar, ya no era una "niña" para hacer eso.
Se recogió el pelo en algunas cantidades separadas.. y comenzó a caminar.El último pétalo de aquella rosa falleció en ese mismo instante, cayendo débilmente sobre la madera que sostenía el jarrón de este.
Sus pasos se volvieron fríos y sin atisbo de vida.
Sus ojos representaron una mezcla de caos y decepción, tanto que podría hacer desesperar a cualquiera si lo vieras de cerca.
Su voz, en cuanto más hablaba, más dulce y agradable se volvía.. pero el miedo que te invadía era importante.
Sus roces, desde el más mínimo hasta el accidente, harías que cayeras en un profundo colapso del que sería imposible salir.Akutenchi se volvió una amenaza para el mundo, incluso para sus madres, o a veces le gustaba pensar así.
Se aisló en un castillo más lejano del anterior que vivía, uno más antiguo, putrefacto y con más cadáveres y almas sollozantes.
