—Vamos Soka. —El dios del sol fue bajando sus prendas de ropa.
—No, no quiero. —Lo apartó, pero fue sujetada en un agarre de muñeca.
—Sí juegas con fuego, te quemaras. —Le miró serio. — Y dime, tú, ¿cuentas por ahí como has seducido a tres inocentes dioses? ¿Cómo engañaste a Artemisa para poder cumplir tus deseos egoístas? —
—No eres el indicado para hablar, Apolo. —
El dios, sonrió arrogantemente.
—Venga. Te gusta la perrita de Helios. —
—Kazuo es mi amigo, te agradecería que guardes silencio y respeto. —
—¿Entonces por qué lo miras así? ¿Él sabe que seduciste a tres dioses por tu venganza? Oh, Soka, pequeña.. te gusta. —Al ver como aquella mujer desviaba su mirada, la abrazó por detrás. — Ambos sabemos que si él llegara a ver como eres en realidad, veria a Helios reflejado en ti. —Aquellas palabras la destrozaron. — ¿Qué harás el día que se entere y no quiera verte más..? Mejor, aprende a rendirte, no todo se puede.. —Acarició lentamente sus muslos. — Y más mantenerte virgen para un hombre que solo verá a un monstruo reflejado en otro. —
Soka, luego de un rato, consiguió apartarlo con brusquedad.
—¿Qué mierda quieres, Apolo? ¿¡QUÉ MIERDA QUIERES QUE TE DIGA?! —Su expresión finalmente expresó dolor. — ¡ESTABA SOLA, LIDIANDO CON CONSTANTES VOMITOS Y MALTRATOS! —
—¿¡Y PARA ESO TIENES QUE UTILIZAR A LOS DEMÁS!? —Las facciones de la mujer se relajaron, en signo de arrepentimiento. — Pff.. Soka, cariño, mejor te diré un consejo. —Se acercó a su oído. — Sí quieres acabar bien, con Kazuo siendo tu amigo, deberías agachar la cabeza y seguir chupando, ¿o no es así como lograste huir de Ares? —Sonrió al ver que provocó las lágrimas de la muchacha. — Eres igual que Helios. —
Una risa resonó por la habitación, sorprendiendo al dios.
—Jajaja.. —Cerró los ojos, aún entre sollozos. — No, Apolo.. —Caminó a su lado y le susurró. — Yo.. Soy peor que Helios. —
Dicho eso, Soka abandono la habitación, cerrando de un portazo, prometiendo degollarse nada más esto terminara.
Pero algo que jamás cambiaría.. sería que al dios de la música, se había enamorado profundamente de la muchacha, que aquel dios, guardaría esas palabras de manera romántica.