Capítulo 34: Un Destino Compartido

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Las luces del estadio comenzaron a atenuarse, pero la energía de la victoria aún vibraba en el aire. Jake y yo nos adentramos en el bullicio de los vestuarios, donde los ecos de risas y celebraciones se mezclaban con el sudor y el esfuerzo de la competencia. Mientras sus amigos lo rodeaban, llenándolo de elogios, sentí una punzada de orgullo que llenaba mi pecho. Jake había hecho algo increíble, no solo por él, sino por nosotros. Había liderado al equipo hacia una victoria que nos dejaba a todos con una sonrisa.

Me mantuve un poco al margen, observando cómo las felicitaciones fluían a su alrededor. Era impresionante ver a Jake en su elemento, rodeado de amigos, su risa resonando con facilidad. Pero en ese bullicio, también había un rincón en mi corazón que anhelaba ser parte de su alegría. Cuando finalmente logré abrirme paso entre la multitud, nuestros ojos se encontraron y, en ese instante, el mundo pareció desvanecerse. La emoción del momento se transformó en una burbuja privada, un espacio donde solo existíamos nosotros.

"¡Jake!" grité, intentando hacerme escuchar sobre el murmullo. Él giró la cabeza hacia mí, y su rostro se iluminó con una sonrisa que hizo que mi corazón se acelerara. Se acercó y me tomó de la mano, sus dedos entrelazándose con los míos de manera natural.

"¿Qué te parece, eh? ¡Lo hicimos!" exclamó, su entusiasmo era contagioso.

"Fue impresionante, Jake. Estoy tan orgullosa de ti", respondí, sintiendo la calidez de su presencia. Era como si el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera y nos dejara solo a nosotros dos, con la victoria vibrante en el aire.

Sin embargo, a pesar de la celebración, sentí que había algo más que queríamos compartir. "¿Dónde vamos ahora?" pregunté, sintiéndome llena de energía y curiosidad.

"Quería llevarte a un lugar especial. Hay algo que necesito que veas", respondió Jake, su mirada brillante de entusiasmo y un ligero aire de misterio.

Me llevó a través de calles familiares, pero el destino era uno que no esperaba. Después de unos minutos de caminar, llegamos a una pequeña colina en el parque que se alzaba sobre la ciudad. Era un lugar que había descubierto durante mis días de exploración, un rincón que me había parecido mágico, pero nunca lo había compartido con nadie. Desde la cima, la vista de la ciudad iluminada era simplemente espectacular.

"Wow", exclamé, admirando las luces que brillaban como estrellas en el suelo. "Es hermoso".

"Como tú", murmuró Jake, haciendo que mi corazón se detuviera por un instante. Sus ojos chispearon con sinceridad, y no pude evitar sonrojarme ante su cumplido. Me acerqué a la barandilla y contemplé la vista, sintiendo que todo era perfecto en ese momento.

"Este lugar me ha hecho pensar en todo lo que hemos vivido juntos, en cómo hemos crecido y en lo que significa estar aquí, ahora", continuó Jake, su tono se volvió más serio, como si estuviera compartiendo un secreto.

"Es verdad", respondí, volviéndome hacia él. "Nunca imaginé que nuestra relación cambiaría tanto desde aquellos primeros días. Cada momento ha sido una montaña rusa".

Jake sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de nostalgia y esperanza. "Y esto es solo el principio. Quiero que sepas que estaré aquí, sin importar lo que pase. Te prometo que haré todo lo posible para que siempre te sientas especial".

Sus palabras resonaron en mi corazón, y un deseo profundo de corresponder su promesa me invadió. "Lo mismo digo. Estoy aquí para ti, siempre", dije, sintiendo que nuestras almas se entrelazaban un poco más.

Con una sonrisa, Jake se inclinó hacia mí, y por un momento, todo lo que nos rodeaba desapareció. Nuestros labios se encontraron en un beso suave, lleno de la dulzura de un nuevo amor y la promesa de lo que vendría. Era un momento que atesoraría para siempre. La calidez de sus labios y el aroma familiar de su piel me hicieron sentir como si todo en mi mundo estuviera en su lugar.

''Entre Laberintos y Miradas''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora