Capítulo 23: El Momento Perfecto

8 2 0
                                    


*"A veces, los momentos más simples son los que dejan una huella eterna en el corazón."*

---

El lunes por la mañana llegó antes de lo que esperaba. Después de la mágica noche con Jake, me sentía atrapada en una burbuja de felicidad, pero sabía que el regreso a la rutina del instituto sería diferente. No solo por lo que habíamos compartido, sino también por la atención que eso atraería.

Me vestí con unos jeans ajustados y una camiseta de algodón blanca, sencilla pero cómoda. Añadí una chaqueta de mezclilla ligera, y recogí mi cabello en una coleta alta. Hoy sería un día largo, y quería estar preparada para cualquier cosa que pudiera pasar.

Cuando llegué al instituto, el bullicio de estudiantes yendo de un lado a otro llenaba el aire. A pesar de estar rodeada de gente, me sentía diferente. Caminé hacia mi casillero, intentando concentrarme en la rutina diaria, pero no podía evitar que mis pensamientos se desviaran hacia Jake y lo que significaría ahora estar juntos.

Justo cuando cerraba mi casillero, sentí una presencia detrás de mí. Antes de poder girarme, unos brazos fuertes me rodearon por la cintura, y una cálida voz susurró en mi oído: "Buenos días, calabacita."

Mi corazón dio un vuelco al escuchar la voz de Jake tan cerca de mí. Me giré lentamente para encontrarme con sus ojos azules que brillaban con una mezcla de diversión y ternura. Estaba apoyado casualmente contra los casilleros, su brazo todavía alrededor de mi cintura, y vestía su típica chaqueta de cuero sobre una camiseta negra, con jeans desgastados que parecían hechos a medida.

"Jake," susurré, sonriendo de forma involuntaria. "¿Qué estás haciendo?"

"Saludando a mi calabacita," respondió, sin ninguna timidez en su tono. Sus palabras eran directas y seguras, como si fuera lo más natural del mundo. Sentí un cosquilleo en el estómago al escuchar cómo me llamaba así.

Jake no parecía molesto por las miradas curiosas que algunos de nuestros compañeros de clase nos dirigían mientras pasaban. Al contrario, parecía disfrutar de la atención, como si quisiera que todos supieran que estábamos juntos.

Me ruboricé, consciente de que éramos el centro de atención. Sin embargo, había algo en su seguridad y la manera en que no tenía miedo de mostrar su afecto en público que me hacía sentir protegida y apreciada.

"Deberíamos ir a clase," sugerí en voz baja, aunque mi cuerpo se negaba a alejarse de él.

"Sí, pero eso no significa que no pueda darte un beso de buenos días antes," dijo Jake con una sonrisa traviesa. Y antes de que pudiera protestar, se inclinó hacia mí y depositó un beso suave pero firme en mis labios, allí mismo, en medio del pasillo del instituto.

Podía escuchar algunos murmullos alrededor, pero todo eso se desvaneció en cuanto sus labios tocaron los míos. Era un beso corto, casi inocente, pero lleno de significado. Sentí como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, y cuando se separó, sus ojos reflejaban la misma intensidad que había sentido esa noche en el parque.

Jake me tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los míos, y juntos comenzamos a caminar hacia nuestra primera clase del día. No podía evitar sonreír al ver la naturalidad con la que manejaba todo. Para él, mostrar afecto no parecía ser un problema, y eso me daba una seguridad que nunca había experimentado antes.

Al llegar al aula de ciencias, algunos estudiantes ya estaban sentados, pero todos levantaron la mirada cuando Jake y yo entramos de la mano. Sentí una punzada de nerviosismo, pero Jake, como siempre, parecía completamente a gusto. Me guió hacia nuestros asientos habituales, sin soltar mi mano hasta que nos sentamos.

Durante la clase, pude sentir la mirada de Jake sobre mí varias veces. Cuando el profesor no estaba prestando atención, él se inclinaba ligeramente hacia mí y me susurraba comentarios divertidos, haciendo que tuviera que esforzarme por no reír a carcajadas en medio de la lección. A pesar de lo incómodo que podía ser tener a todos observándonos, su presencia y su capacidad para hacerme reír hacían que todo valiera la pena.

Al final de la clase, justo cuando todos comenzaban a recoger sus cosas, Jake se levantó primero y, antes de que pudiera reaccionar, se inclinó sobre mi escritorio y me dio un suave beso en la frente, un gesto tan simple pero tan lleno de afecto que me dejó sin palabras.

"Nos vemos en el almuerzo, calabacita," susurró antes de salir del aula, dejándome con una sonrisa en los labios y las miradas curiosas de algunos compañeros que, sin duda, estarían hablando de nosotros en los próximos minutos.

Salí del aula poco después, y mientras caminaba por los pasillos, no podía evitar notar las miradas y susurros a mi alrededor. Aunque era un poco abrumador, también me sentía increíblemente afortunada. Jake había sido claro desde el principio; no tenía miedo de mostrar al mundo lo que sentía por mí, y eso era algo que nunca había esperado experimentar.

Cuando llegó la hora del almuerzo, lo encontré esperándome en la entrada de la cafetería, con esa sonrisa suya que hacía que mi corazón latiera más rápido. Esta vez, fue él quien me tomó de la mano y me guió hacia nuestra mesa habitual. No importaba quién estuviera mirando, para Jake solo existíamos él y yo.

Durante el almuerzo, sus dedos rozaban los míos de vez en cuando, un simple gesto que hacía que mi piel se erizara. Hablábamos de cosas triviales, de clases y de planes para el fin de semana, pero debajo de esas conversaciones ligeras había una corriente constante de emociones no dichas. Era como si cada toque, cada mirada, cada sonrisa contuviera una promesa de algo más profundo.

Cuando la campana final sonó, marcando el fin de la jornada, Jake me acompañó hasta la salida del instituto. Mientras caminábamos hacia su coche, me rodeó con su brazo, atrayéndome hacia él de una manera protectora y cariñosa.

"¿Te veo esta noche?" preguntó, mirándome con esos ojos azules que siempre parecían saber exactamente lo que estaba pensando.

"Me encantaría," respondí con una sonrisa, sintiendo una cálida felicidad expandiéndose en mi pecho.

Jake me dio un último beso suave antes de que nos separáramos para ir cada uno a nuestras casas. Mientras me alejaba, no pude evitar pensar en cómo todo había cambiado en tan poco tiempo. Jake había transformado mi vida de una manera que nunca hubiera imaginado, y aunque aún había muchas incógnitas, una cosa era segura: no podía esperar para ver lo que el futuro nos tenía preparado.

---

''Entre Laberintos y Miradas''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora