El del MI6 pt. 2

735 103 23
                                    

Chiara llevaba al menos una hora despierta antes de que el despertador sonara. Observaba el techo mientras su mente se mantenía en alerta. No podía cerrar los ojos desde que había notado la mano de Violeta descansando en su abdomen, irradiando un calor abrasador que la mantuvo despierta.

En algún momento de la noche, la pelirroja se había dado la vuelta acurrucándose sobre ella como un koala, con una pierna atrapando las de Chiara, y el aire cálido de su respiración acariciando el cuello de la inglesa, erizando cada vello a su paso.

¿Y cómo iba a dormir después de eso? Era lo mas bonito que habia visto en su vida: Violeta, con el rostro relajado, apretado contra la almohada de Chiara, su mejilla izquierda abultada por la presión. La camiseta de su pijama se había subido hasta casi mostrar sus pechos, y el pantalón del pijama se le había deslizado lo suficiente para dejar ver la tira negra de su tanga, abrazando sus caderas.

Estaba a punto de explotar ante esa imagen, y apenas notó el molesto pitido de la alarma llenando el ambiente. Fue Violeta, aún medio dormida, quien se giró para estirar el brazo y apagarla, sin ser consciente de la postura en la que había estado prácticamente toda la noche.

La espía volvió a girarse hacia ella con una sonrisa adormilada.

—Buenos días, ¿qué tal has dormido?

—Bien, gracias —murmuró soltando todo el aire de sus pulmones en un suspiro de alivio. Al menos ahora podía respirar sin sentir el calor asfixiante del cuerpo de Violeta pegado al suyo.

—Bueno... menudo lío, ¿eh? —la espía se levantó de la cama, mirándola desde arriba—. Tenemos mucho que hacer. ¿Quieres ducharte primero o voy yo? —preguntó, mientras se estiraba y crujía los nudillos, visiblemente tensa.

—Ve tú si quieres —respondió Chiara, apartando la vista del diminuto pijama de la pelirroja, que consistía en un culotte y la camiseta de "I Love London" que le había cogido prestada.

—Ya sé que esto de supervisarte las veinticuatro horas no es precisamente lo más agradable, pero el CNI ya está buscándonos un apartamento con dos habitaciones —informó Violeta, que se sentía como una intrusa en aquella habitación.

—Me alegro mucho... —dijo claramente sarcástica.

—Bueno, en el fondo tienes suerte. No estás viviendo con Juanjo, ¿verdad? —bromeó intentando destensar el ambiente.

Chiara soltó una risa falsa que cortó de inmediato cuando Violeta salió de la habitación.

—Qué bien... —masculló, sintiendo que el universo conspiraba contra ella y su necesidad de intentar olvidar a la pelirroja.

Después de unos minutos, dejó de escuchar el sonido de la ducha y entró al baño, donde la espía la recibió con una toalla abrazando su cuerpo y una sonrisilla tímida.

Fue directamente al lavabo para lavarse los dientes, mientras Violeta se colocaba a su lado, con la misma intención.

—¿Te gusta la menta? —preguntó, ofreciéndole la pasta dental con amabilidad.

—Sí, claro — aceptó el ofrecimiento.

—Yo soy más de hierbabuena, pero me gusta el riesgo —bromeó Chiara, logrando que la tensión se disipara un poco.

Ambas se lavaron los dientes bajo un intercambio constante de miradas de reojo y alguna que otra sonrisa boba.

—Vivi, dime una cosa — decidió romper el silencio.

—¿Sobre el champú? —se mofó esta divertida.

—No... —rió Chiara—. ¿Estás preocupada por Carlos? —La pregunta llevaba rondando su mente desde el día anterior.

LA ESPÍA QUE ME ENAMORÓ // KIVIWhere stories live. Discover now