ORION

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—Vale, voy a decirlo: jamás vuelvo a hacer esto —soltó Chiara mientras los tres agentes cruzaban el patio interior de la urbanización, cubiertos de pies a cabeza en suciedad y vestidos con monos de fontaneros.

Lo único que hacía la situación más soportable era que Violeta había decidido remangarse la parte superior del mono, dejándolo caer alrededor de sus caderas. Su torso estaba apenas cubierto por una camiseta de tirantes blanca que, a esas alturas, resaltaba el brillo de su piel sudada. Chiara no podía evitar quedarse embobada mirando su apetecible escote.

—Bueno, la misión ha terminado y el plan salió bien —dijo Juanjo, satisfecho con el resultado.

—Sí, porque tu plan involucraba hacer trabajos de fontanería... y ninguno de nosotros es fontanero —replicó ella, entre molesta y divertida—. Voto por quemar estos monos.

—Secundo esa moción —apoyó Violeta, con una sonrisa, apoyando la llave inglesa sobre su hombro—. Yo tampoco quiero volver a ser fontanera en mi vida.

—Ya no importa. Galera tiene lo que quería —dijo el espía, sacando una bolsa con la evidencia cubierta de un líquido que no parecía ni remotamente limpio. Su mueca de asco era suficiente para hacer entender su disgusto—. Estas misiones...

Se dirigió hacia su casa con una resignación cómica en el rostro, dejando a las dos mujeres atrás.

—¿Quieres cambiarte en su casa? —propuso Violeta, alzando una ceja, mientras señalaba la puerta de Juanjo.

—No, gracias —dijo la inglesa haciendo una mueca—. Denna y Alex están ocupados buscando un sitio para la boda, así que aprovecharé para ducharme... unas trescientas veces.

Ambas se rieron con la idea.

—Vale, pues te veo mañana —respondió ella, dándose la vuelta.

Pero Chiara se quedó un instante en silencio con una idea retumbando en su cabeza antes de atreverse a preguntar:

—Vio... ¿te ha dado Noemí algún detalle sobre Orion?

—Aún no... pero esas cosas llevan tiempo —respondió con una voz tranquilizadora.

—Lo entiendo. Ella sabe que para mí es importante, ¿verdad? —Chiara frunció el ceño, la duda pesaba sobre su ánimo—. Porque si encontramos a Orion, tal vez pueda borrarme estos secretos de la cabeza, y pueda... volver a mi vida anterior.

—Lo entiende, Chiara. Lo entendemos todos —dijo Violeta, dándole un suave apretón en el hombro, intentando calmar la preocupación en los ojos de la pelinegra.

—¿Y tú... realmente quieres eso? — volvió a preguntar buscando algo más en su respuesta.

—Por supuesto que sí. Lo quiero porque te lo mereces —afirmó la pelirroja con sinceridad, aunque algo en su mirada dejaba entrever una lucha interna que Chiara no alcanzaba a descifrar.

—¡Ay, qué bien! —suspiró aliviada—. Bueno, solo hemos visto la butaca de Galera, pero supongo que hay todo un equipo brillante trabajando a destajo para encontrar a Orion...

—Deja que esos brillantes analistas hagan su trabajo y tú descansa un poco, ¿vale?

—A la orden, capitana —respondió Chiara, sonriendo y haciéndole un saludo militar exagerado, antes de dirigirse finalmente a su casa.

Sin embargo, algo en la forma en que Violeta había evitado su mirada seguía preocupándole. Después de una larga ducha, en lugar de relajarse, se sentó en su escritorio y continuó su propia investigación sobre Orion. Lo había hecho tantas noches que ya lo consideraba parte de su rutina, aunque los resultados siempre fueran frustrantes.

LA ESPÍA QUE ME ENAMORÓ // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora