3. Cumpleaños.

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La mañana del día de cumpleaños de Christian estuvo nublada y fría, su esposo no se encontraba a su lado, el reloj marcaba las 8 de la mañana, suspiro mientras se daba la vuelta y se levantaba, pero mientras lo hacía noto algo en su mesita de noche.

Una sonrisa suave cruzó su rostro al encontrar una nota de su esposo. Christian siempre había sido más de los detalles escritos, mientras que Toto era más táctil y afectuoso. Pero en días especiales, como hoy, se intercambiaban roles.

Así es como ellos trabajaban normalmente, pero había veces en las que sus papeles se intercambiaban y el británico tendía a abrazar y besar al más alto, y su marido dejaba pequeñas notas escritas, como en esta ocasión.

¿Te he dicho lo adorable que te ves cuando duermes? Cuida bien tu sueño, cariño. Yo me llevé a nuestras pequeñas estrellitas. Los cuido, no te preocupes. Y por cierto, te ves increíble... te amo.

Christian sonrió, el mayor seguía diciendo esas cosas, y el británico sabía que era porque su curiosa forma de dormir le causaba ternura. El menor no podía dormir si no abrazaba algún peluche, almohada o a su marido, y prefería mantener todo su cuerpo tapado incluso cuando tenía calor, solo así podía descansar.

Un día Lando le había dicho que si no supiera que era ficción lo confundiría con un Omega anidando, lo que sea que significará eso, tenía curiosidad, sí, pero a veces le daba miedo investigar cualquier tema del que sus hijos hablarán, había aprendido por las malas que era mejor no aprender las cosas de las que se referían.

A veces no los entendía, a ni uno solo de ellos, lo que le preocupaba porque eran 16, bueno, dos de ellos no contaban porque eran bebés, de tres lo esperaba porque eran adolescentes, pero el resto no tenía ninguna defensa.

Enfocándose nuevamente en el papelito en su mano no pudo evitar sonreír.

Decidió guardar la nota en su pequeño cofre del tesoro, una caja negra debajo de su cama, y continuó con su día.

Entre mensajes de todos sus chicos, preguntando por su día, lo que era un poco raro, no porque no lo hicieran, pero que todos lo hicieran el mismo día era un poco raro; pequeñas discusiones que soluciono entre sus hijos a través de llamadas telefónicas; evitar que Mick siguiera amenazando a Lewis o que molestará a Nyck; hablar con sus nietos quienes afirmaron tener regalos para él, algo no tan raro dado que siempre que viajaban pensaban en él; y una pelea con su mejor amigo que había llamado solo para insultarlo y burlarse de él; el día había pasado increíblemente rápido.

Para cerrar el día increíblemente relajante y pacifico decidió ir a la caballeriza, donde sus cinco caballos estaban descansando, sonrió con un poco de tristeza y nostalgia al ver el lugar vacío de Black Jack, pero pronto se acercó a Storm, quien lo saludo con un pequeño golpe en su pecho.

Sí, estaba siendo un día maravilloso, solo hacía falta que su esposo estuviera cerca para que fuera uno perfecto.

Estuvo solo una hora en el lugar cuando Helen llegó para hacerle saber que su marido había llegado y había pedido que fuera a su estudio, parecía importante, así que emprendió su camino de regresó junto a la mujer, hablando de su día.

Una vez dentro de su casa, pasó a lavar sus manos y saludar a sus bebés, que estaban siendo alimentados por las nodrizas, les agradeció por eso y después se dirigió al estudio del austriaco.

Abrió la puerta solo para obtener una vista maravillosa, su marido siempre lograba dejarlo sin aliento. El más alto usaba una camisa blanca con los primeros tres botones abiertos y las mangas subidas hasta los codos, eso por si mismo era una vista exquisita, pero el que tuviera los lentes puestos... bueno, Christian podía decir que era el hombre más afortunado del mundo y se quedaría corto.

– ¿Me estaba buscando, señor Wolff? – el mayor levanto la mirada y sonrió, levantándose de su asiento y caminando directamente a Christian.

– Así es, señor Wolff, ¿le he dicho lo guapo que se ve hoy?

– No, no precisamente – el austriaco seguía sonriendo, una sonrisa que había contagiado a Christian desde que la vio.

– Déjeme compensar este terrible error... que guapo se ve hoy, señor Wolff – Toto lo envolvió entre sus brazos y lo beso con lentitud y cuidado.

 – Si está será la recompensa por cada vez que olvides decirme eso, espero que lo olvides seguido... por cierto señor Wolff, tiene la sonrisa que quiero heredarle a mis hijos... espera, ya lo logré, ¿Ves cómo soy bueno para cumplir mis metas? – el mayor le sonrió con cariño.

– Oh, lo sé de primera mano, después de todo me conquistaste, y de paso te robaste mi corazón, mi pequeño mapache ladrón – Christian se rio cuando el mayor mordisqueo cariñosamente su mejilla.

– En mi defensa, pensé que sería mucho más difícil, pero ya estaba prácticamente hecho cuando empecé a intentarlo – el más bajo subió sus manos para rodear el cuello del otro.

– ¿Difícil?, difícil sería no caer bajo tus encantos, eres todo un bombón – el ojiazul se rio entre dientes.

– ¿Qué te tiene tan coqueto hoy?, siempre lo eres, pero hoy es por algo especial, lo sé – el mayor se separo y tomo una de las mejillas de Christian mientras le sonreía.

– Sí, hoy es muy especial, un día como hoy de hace algunos años nació el hombre de mis sueños, el padre de mis hijos, la persona más importante en mi vida... feliz cumpleaños, amor, por favor, cumple muchos más para poder envejecer a tu lado – Christian parpadeo, ¿hoy era su cumpleaños?

Entonces sonrió y jalo al más alto para poder besarlo.

– Gracias, fue el mejor día – su esposo sabía que el británico odiaba celebrar su cumpleaños, demasiados recuerdos malos, y respetaba su decisión de querer tener un día tranquilo que pudiera disfrutar él mismo.

El año pasado había tenido el infortunio de estar en Las Vegas cuando sucedió. Así que por supuesto todos en su equipo quisieron festejarlo y le llevaron pastel, Christian odiaba el pastel.

Durante toda la noche deseo poder estar en su casa, hablar con sus hijos y pasar una tarde tranquila con sus animales, para en la noche estar al lado de su marido y tener una velada agradable.

Justo como estaba pasando el día de hoy.

– Eres perfecto para mí Torger Wolff, gracias – el austriaco llevo sus manos a su espalda baja y lo acercó a él.

– El día no ha terminado, y tengo preparada una noche maravillosa para ti y para mí, hay una pequeña tartaleta, un poco de vino, y... una casa muy sola – el más bajo sonrió y acerco sus labios contra los del mayor.

– ¿Es así?, que considerado, debería agradecerte apropiadamente, pero primero, quiero mi beso de cumpleaños, esos me gustan, y mucho, mejores que el pastel – Toto sonrió contra su boca.

– Si el beso va a suplir al pastel, entonces pide un deseo.

– Ya tengo todo lo que deseo, menos mi beso, así que dámelo ya.

– Como lo desee el cumpleañero... – el más alto se inclino y beso profundamente a Christian.

Sí, este era un cumpleaños perfecto en sus términos, bueno, estaba en camino a serlo, sabía que la noche terminaría de manera espectacular y entonces si, sería perfecto.

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Nos leemos hasta la próxima.

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