13. Cultivar un jardín.

64 8 0
                                    

La naturaleza y el tenían una relación amor/odio, amor cuando se refería a la fauna, odio cuando era la flora, para ser más específicos cuando era plantar, cultivar o sembrar, cualquier derivado de la agricultura o jardinería, Christian sería un total fracaso.

Podía tener una planta en perfecta salud, tan verde y llena de vida y en solo una semana ya estaría seca.

Pero nunca entendía cuando sucedía eso, porque seguía todas las indicaciones para el cuidado de las plantas, y eso lo frustraba mucho.

Adrian se había burlado de él diciendo que es porque tenía la sangre pesada.

Sí, lo admitía, era demasiado prepotente a veces, grosero y se burlaba de demasiadas cosas frente a las cámaras, pero simplemente era un mecanismo de defensa, solo pocas personas sabían que esa no era su verdadera naturaleza.

Toto había dicho que eso pasaba porque le transmitía todo su estrés a las pobres plantas y ellas no soportaban.

No sabía cual de las dos lo hizo sentir peor.

Entonces cuando un cactus, un maldito cactus había muerto bajo su cuidado, había renunciado a seguir intentando tener ese hobbie o lo que sea que fuera.

Y ahí había quedado, hace cinco años, pero ahora aquí estaba, uno de sus hijos, diciendo que le habían pedido en la escuela llevar un proyecto de cultivar un pequeño jardín junto a uno de sus padres.

Y Pepe lo había elegido a él.

– Patito, yo creo que para esto la mejor opción es papá Toto – su hijo lo miro con ojos suplicantes.

– Por favor, papá, por mi – Christian había suspirado y luego accedido.

Bien, podría intentarlo, pero no prometía que las cosas resultarán en algo bueno.

Eso había sido hace una semana, y ahora aquí estaba, en el jardín de su casa, justo donde su marido había mandado plantar sus flores, o más bien al rededor.

– ¿Cuál es tu idea? – su hijo le sonrió y le entrego dos sacos de semillas.

– Ten, te iré diciendo donde poner las semillas, si todo sale bien podrás ver el diseño en unas semanas – el británico había resoplado, pero hizo lo que le pidió su hijo.

Toto había salido con los bebés, que ya gateaban y los había dejado en el pasto, donde los niños se acercaron a ellos y trataron de llamar su atención.

Christian había tomado a sus hijos y había dejado que pusieran algunas semillas, que era más bien dejar caer o arrojar las semillas de su parte y el rubio se encargaba de cavar y luego cubrir las semillas, era divertido hacerlo con sus hijos, y era relajante cuando lo hacía mientras pensaba en las personas que amaba.

Todo el proceso había tomado tres horas, y su hijo no lo sabía, pero esa noche el dolor en su espalda casi no lo había dejado dormir, su esposo había tenido que masajear la zona afectada dos veces para que fuera soportable.

Pero no importaba, porque podía ver a su hijo tan feliz siempre que llegaba de la escuela o los entrenamientos y le pedía que lo ayudará a regar las semillas.

Para sorpresa de Christian y Toto en dos semanas ya habían pequeños brotes.

Una vez que vio que las cosas habían salido bien, tomo un poco más de confianza.

De eso ya habían pasado cuatro semanas, y el jardín de su hijo ahora ya estaba a punto de florecer, para su entusiasmo.

Una mañana, durante el desayuno su hijo había salido a regar su jardín, como solía hacerlo desde que lo sembraron, pero no había tardado más de un minuto cuando regreso corriendo y sonriendo emocionado.

– Vamos, vamos, vamos, tienen que verlo, desde arriba, Kad y Ben tienen que venir también, vamos, vamos, vamos, rápido – Christian entre risas había tomado a su hijo en brazos y seguido por las escaleras a Pepe.

Rocco y Ernesto ya estaban junto a su hermano mayor.

– Si tan solo tuviera ese entusiasmo para recoger su habitación, usted pequeña señorita, no sea igual a su hermano mayor – Christian se rio entre dientes al ver como su marido hablaba con su hija.

– Tendrás que repetirle eso durante... toda su vida, bien, llegamos – sus hijos habían estado mirando emocionados por el balcón, Rocco quizá un poco demasiado porque estaba arriba de la barda, y su marido no había dudado en bajarlo envolviendo un brazo en su cintura.

Pero su pequeña preocupación quedo de lado cuando miro el jardín, ahí, al rededor del que había sido un regalo de su marido, había pequeñas figuras en sus costados.

No pudo evitar sonreír con cariño.

Pequeños corazones amarillos por todas partes.

– Cuéntalos – Christian hizo eso.

17 corazones amarillos, frunció el ceño por unos segundos antes de sonreír y abrazar a su hijo.

– Todos mis patitos, tan lindo, tengo que tomar foto y presumir esto – soltó a su hijo para tomar la foto y subirla a sus redes, etiquetando a sus hijos, quienes casi en seguida empezaron a comentar.

Pero Christian volvió a abrazar a su hijo.

– Hiciste un trabajo maravilloso – su hijo le sonrió y lo miro.

– Hicimos, también trabajaste en eso, y creo que sé porque funciono, está vez lo hiciste con nuestra ayuda, y se trataba de tus hijos, lo hiciste con el amor que nos tienes, por eso florecieron, y así de bonito – el rubio sonrió con cariño y dejo un beso en la cabeza de su patito.

Eso se escuchaba muy lindo.

– Por supuesto que sí, vayan a desayunar, tienen que ir a la escuela – sus hijos bajaron corriendo.

– ¡Por última vez niños, no bajen corriendo! – Christian se rio y se acerco a su marido.

– ¿No te molesta?

– ¿Qué?, ¿Las flores?, no, puedo compartir eso con Pepe, y Kady y Ben, si no recuerdo mal ellos ayudaron... no, no me molesta, ¿Quién crees que le dio la idea? – el británico miro con amor a su esposo.

– Eres tan dulce, ¿Cómo es que pude hacer que te enamorarás de mí?

– Sencillo, eres tú, por supuesto que iba a amarte, y todo esto es lo que nosotros sembramos con ese amor, te lo dije, mi única meta en esta vida es amarte.

– También te amo, Torger Wolff, cásate conmigo otra vez – su esposo sonrió y lo beso.

– Las veces que quieras, podemos ir después de dejar a los niños en la escuela, Kady y Ben serán nuestros testigos, ¿Verdad que sí? – el rubio se rio cuando sus hijos empezaron a hacer sonidos felices.

 Toto entró, y Christian volteó a ver otra vez el jardín, sonriendo con paz, quizá cultivar un jardín no era tan difícil y malo después de todo, solo necesitaba hacerlo pensar en las personas que amaba.

______________________________________

Nos leemos hasta la próxima.

FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora