Eran contadas las mañanas en las que el matrimonio Horner-Wolff podía despertar tarde, sus hábitos no lo permitían la mayor parte del tiempo.
Demasiados niños, demasiado trabajo, demasiado estrés.
La mayoría de los días ni siquiera dormían en la cama de su habitación, ocupados viajando por todo el mundo, pero a veces podían darse el lujo de quedarse en casa sin tener que preocuparse por nada, solo ellos dos.
Así que cuando era uno de esos días, lo disfrutaban hasta el último segundo disponible.
Christian siempre se despertaba primero, su cerebro despertando de cero a cien en segundos, nunca era un despertar suave, pero eso no importaba porque le daba tiempo para admirar al hombre a su lado.
Sonriendo suavemente empezó a contemplar cada una de los rasgos del mayor, para empezar, estaba totalmente relajado y a gusto, el británico lo sabía porque tenía esa pequeña sonrisa que amaba besar antes de despertarlo cuando tenían días así.
La suave respiración que hacía ese pecho marcado subir y bajar, la manera en la que apretaba al ojiazul contra si mismo, dejando que disfrutará estar tan cerca de la calidez y la firmeza de su cuerpo.
Los mechones sueltos de su cabello que caían suavemente en su frente y lo hacían ver adorable y sexy al mismo tiempo, que lo hacían querer pasar sus dedos por esos cabellos rebeldes y suspirar soñadoramente.
Era casi hermosamente poético como los rayos del sol iluminaban la piel del mayor, haciéndolo ver de un tono un poco más bronceado del que era.
Su parte favorita sin embargo era como sus manos sostenían a Christian, con ternura, pero firmes, como si estuvieran protegiéndolo de cualquier cosa, malos sueños, incluso de si mismo, y amaba lo dedicado que era su marido a protegerlo incluso dormido, era... muy dulce.
– ¿Admirando algo que valga la pena? – el británico sonrió y se inclino.
Dejó un beso en la frente del mayor, luego sus mejillas, entonces su cuello, para finalizar con sus labios, con un beso lento y apasionado.
El austriaco lo sostuvo con más fuerza antes de darles la vuelta en la cama y posicionarse entre sus piernas, permitiéndole al rubio envolver sus piernas al rededor de la cintura del castaño y poder acariciar la espalda del más alto.
Se besaron durante un rato más, saboreando el momento, disfrutando uno del otro, simplemente permitiéndose sentirse, apreciar su amor.
Una vez que los besos bajaron de intensidad se miraron a los ojos, sonriendo con suavidad mientras veían los ojos del amor de su vida.
– Buenos días, Schatzi, ¿Cómo dormiste? – el rubio por fin concedió su pequeño deseo y peino los cabellos rebeldes solo para recibir una sonrisa divertida de su marido y otro beso por su acción.
– Bastante bien a decir verdad, te alegrará saber que soñé con los ángeles tal como lo deseaste.
– ¿Es así? – la mirada divertida de su esposo le daba a entender que sabía que el menor iba a algún lado con esto.
– Sí, tuvimos una pequeña conversación – el rubio mordió su labio mientras miraba al más alto con travesura en sus ojos
– ¿Y qué te dijeron? – el más pequeño entonces se encogió de hombros, mostrándole una sonrisa que aparentaba la inocencia poco después.
– Me dijeron que me cuidará de las tentaciones, pero no puedo resistirme a esos ojos lindos que tienes, mucho menos a esa sonrisa que me vuelve loco – el castaño se ríe entre dientes y le da un beso mucho más travieso, cosa que hace suspirar a Christian.
Cuando se separan el brillo en sus ojos revela que ambos saben que sigue, y están dispuestos a ello.
– Eres un pequeño travieso al que le encanta coquetear conmigo, ¿Por qué no me sorprendes con otra de esas frases tuyas? – el británico sonrió y mordió su labio mirándolo tentador.
– Me sentía muy apagado al despertar, pero tú me acabas de encender – el mayor lo miro con diversión, pero aun así se inclino a besar su cuello.
– Creo que esos ángeles que te visitaron en tus sueños se equivocaron, yo no soy la tentación, eres tú con esa carita inocente y esa pequeña mente traviesa, te gusta volverme loco, pero ¿Adivina qué?, está vez puedo hacer lo que quiera contigo porque tenemos esta enorme casa solo para los dos – el británico casi grita al sentir la mordida en su cuello, solo para reír después y palmear la espalda de su esposo.
– Deja de marcarme, en unos días volveremos a la vida cotidiana y entonces te va a incomodar si alguien sabe todo lo que hicimos – puede escuchar el tarareo, pero más que eso, lo puede sentir contra su piel.
– Ya lo saben, así que déjame marcarte como se debe, los niños mencionaron algo sobre como eras mi Omega y debía dejar en claro que tú me pertenecías a mi y nada más – Christian se rio entre dientes.
Esa había sido una de las conversaciones más extrañas en su vida, con la mayoría de sus hijos emocionados diciendo quienes eran Omega y quienes Alfa, cuando Toto pregunto a que se referían les dieron una pequeña clase.
Y todo lo que su marido había aprendido es que como Alfa debía marcar y proteger a su pareja, algo que ya hacía, no necesitaba de ningún animal en su alma para hacerlo, el británico sospechaba que ya era la naturaleza del mayor.
Fue entonces que gano una pequeña mordida en el cuello para emoción de sus hijos.
Y ahora cada que podía el más alto mordía precisamente en el mismo lugar.
– A veces creo que tu apellido si se refiere a que hay algo de lobo en ti – Toto se levanta de donde está y lo mira con un brillo de burla en sus ojos y sonrisa.
– Entonces estabas destinado a casarte conmigo porque estoy seguro de que es verdad que a veces pareces un Omega en celo, hasta nidos llegas a hacer – el rubio se rie divertido ante las palabras del más alto.
Entonces lo jala contra su boca y sonríe completamente feliz.
– Feliz aniversario, amor de mi vida.
– Feliz aniversario, Schatzi... ¿Puedo reclamar mi regalo?
Christian sonrió, y lo jalo para un beso más profundo, vivan los días en los que podían despertar juntos.
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Nos leemos hasta la próxima.
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Flufftober
Fiksi PenggemarEl calendario fluff de octubre desde la perspectiva del Wolffner de mi grupo de rol. Portada provisional.