28. Anillos de promesa.

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Durante años Christian había pensado que jamás se casarían, que eso no era lo que el mayor quería, y lo había aceptado, porque él solo quería estar al lado del mayor por lo que restaba de sus vidas, no importaba el título que tuvieran.

Pero entonces habían tenido esas vacaciones con todos los chicos, se habían separado, había tenido ese accidente provocado y fue entonces que quizá la idea de perderlo le dio a Toto el impulso de casarse con él.

Había sido demasiado tierno cuando le propuso matrimonio, haciendo que se sintiera como el momento más mágico de toda su vida, consiguiendo su hermoso anillo plateado que le encantaba por la pequeña inscripción dentro.

Juntos, solo tú y yo, schatzi.

No era nada demasiado romántico, pero significaba todo para Christian, después de cada separación o pelea siempre que volvían a reunirse solo decían, juntos, tú y yo, porque eran los únicos que importaban, y porque juntos habían pasado por tanto.

Pero el hecho de que el mayor no había tenido la urgencia de casarse en el pasado, no quería dejar de lado el hecho de demostrar de una manera física su compromiso con la relación.

Así que cuando cumplieron dos años de relación el austriaco le regaló un anillo, un anillo de promesa, y le explicó que si bien no tenía idea de cuando estaría listo para casarse con Christian si lo tenía en mente.

Ese día el más alto había puesto le había dicho que para él esto significaba mucho más que un anillo de bodas, y lo había entendido, porque su esposo ya había estado casado antes con una mujer, y sabía lo que sentía sobre las promesas vacías y los lazos rotos, lazos matrimoniales.

Por esa razón Christian había dejado de tener la esperanza de que llegarán a casarse, incluso habían peleado por eso, y muchas veces había querido quitarse el anillo que su marido le había dado, pero simplemente no podía porque al final de cuentas lo que ese anillo representaba era todo lo que quería presente en su relación.

Fidelidad, compromiso, amor, unión, comunicación, entrega y lo más importante ser ellos mismos.

La inscripción tenía la fecha del día en el que su relación inició.

Y como había dicho antes, había usado el anillo desde ese día y lo seguía usando a pesar de tener un anillo de compromiso y uno de matrimonio.

Porque era como si llevará consigo la historia de toda su relación, había significado tanto para él cada vez que peleaban, que celebraban algo, que daban otro paso en su relación, era un recordatorio de todo lo que se habían prometido y de todo por lo que debían luchar.

Y como cada mañana perezosa, después de levantarse y de preparar el desayuno, y luego salir de casa, miraba esa pequeña pieza de metal en su dedo meñique derecho, la idea había sido perfecta, porque pudieron encubrirlo con la prensa para que pensaran que era por ser de Reino Unido, ya que se acostumbraba a que las familias de clases sociales altas llevarán anillos en ese dedo, y dado que la prensa había descubierto sus origenes no le dieron importancia.

Toto había decidido colocarlo en ese dedo porque representaba a una persona con confianza, ambición, que tenía un alma de líder y que sabía comunicarse, el mayor había dicho que todas esas eran sus cualidades, y que eran cosas que amaba de él, ¿Qué mejor que llevar el anillo en un dedo que lo representaba como individuo?

Sin embargo, un día se dio cuenta de que amaba lo mucho que representaba el anillo para él, y que era injusto que su marido no tuviera algo igual, sobre todo con lo poco que creía en los anillos matrimoniales.

No es que dudará de su relación, más bien es que para él, que Christian siguiera llevando su anillo de promesa significaba el mundo, por otro lado, el anillo matrimonial era solo para decirle al mundo que el rubio le pertenecía al más alto.

Y dándose cuenta de lo mucho que significaba para el castaño, decidió mandar a hacer uno para su esposo.

Una banda de oro blanco con las orillas bañadas en plata, y una pequeña fecha dentro del anillo, el momento en el que se conocieron, porque si bien su historia de amor no inició ese día, desde ese día el británico no perteneció a nadie más, su corazón, alma y cuerpo sabían que le correspondían a Toto Wolff y nadie más.

Cuando lo tuvo en sus manos se dio cuenta de que era perfecto.

Y esa noche le pidió a Geri y Susie que cuidarán de los niños, cosa que aceptaron en seguida, preparo la cena favorita de su marido y acomodó la sala para hacer su pequeño nido de amor, como Toto solía decirle, un lugar en el que amaban estar.

En cuanto su marido llegó de trabajar notó todo y sonrió enorme, con una mezcla de alivio, emoción y amor.

– Buenas noches para ti también, Spatzi, veo que tienes preparado algo, ¿Los niños?

– Quisieron visitar a la tía Geri y la tía Susie, pensé, bueno, momento perfecto para consentir a mi esposo, tan trabajador y dedicado – el mayor se acercó todavía sonriendo y lo beso, durante minutos ignoraron la cena, a favor de intercambiar toda clase de besos.

Pero su sesión se vio interrumpida por el estomago rugiente del más alto, lo que los hizo reír y empezar a comer, hablaron de su día, sus hijos, la próxima boda de su hijo mayor, una vez que acabaron fueron a lavar los trastes sucios, lo que termino en una pequeña guerra de agua y otra sesión de besos.

Para casi el final de la noche, recostados en la mullida construcción de almohadas y cobijas, con Christian sobre el pecho del mayor sacó el anillo y simplemente lo puso en el dedo índice derecho de su esposo, quien en seguida lo miro.

Sus ojos denotaban la sorpresa, la emoción y la duda.

– Es tu anillo de promesa, la inscripción tiene la fecha del día en el que empecé a pertenecer a ti, el momento que marco el cambio en mi vida... el dedo indica que tienes un gran autoestima, liderazgo y fuerza de voluntad, por no olvidar que en la antigua Roma significaba dinero y poder, creo que es perfecto, ¿No lo crees? – su esposo no dijo nada, se quito el anillo y leyó la fecha, en cuanto se dio cuenta del día sonrió, y volvió a poner el anillo en su lugar, con una delicadeza que lo hizo sonreír.

Fue entonces que lo beso, un beso de tanta pasión y lleno de promesas.

– Juntos, solo tú y yo, schatzi, por el resto de nuestras vidas – murmuró el castaño contra sus labios para después seguir besandolo.

Sí, esa era la mejor promesa que podían representar.

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Nos leemos hasta la próxima.

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