Había una cosa que casi nadie conocía de Christian, y es que era una biblioteca de conocimientos físicos, tecnológicos, históricos e incluso lingüísticos.
Sus hijos y su esposo lo sabían, y por lo regular todos recurrían a él cuando tenían una duda, o Toto les decía, pregúntenle a su padre y entonces acudían a él de todos modos.
Mick era igual a él, y los dos a veces tenían debates sobre algún tema y hablaban durante horas con una emoción infantil, según su esposo, que los hacía ver como un par de científicos medio desquiciados.
Podía ser un poco verdad, porque habían teorizado el como podrían causar un desastre climático con un pequeño cambio de corrientes marinas.
Había sido divertido, y un poco extremo, pero había sido tan interesante.
Una de las cosas que más decía siempre es que siempre tenía algo nuevo que aprender todos los días, y vaya que estaba siendo así, miro fascinado el libro que estaba leyendo, el libro narraba la vida y las batallas que comando Napoleón Bonaparte, uno de los mejores estrategas de la historia del mundo, no por nada lo llamaban el Gran Corso.
Que si bien en parte fue porque nació en la isla de Córcega, se gano ese apodo al llegar a ser emperador de Francia.
– ¿Estás planeando invadir toda Europa? – Christian miro con diversión a su marido.
– ¿Me estás diciendo que me parezco a Bonaparte? – el mayor pareció un poco travieso entonces, lo que hizo que el británico entrecerrará los ojos, retándolo a decir lo que tenía en mente.
– Ya cumples con la estatura y la ambición, te falta lo francés – el rubio golpeó el brazo de su esposo y lo miro con molestia.
– Eres un grosero, por eso no te diré de que trata el libro – recogió su libro contra su pecho y empezó a irse de la sala, solo para ser detenido por el mayor, quien lo abrazo contra su pecho.
– No hablaba en serio, mi mapache malhumorado, ¿Qué dice el libro?
– El no era bueno en la escuela, pero sí le gustaba leer sobre sus militares favoritos, Alejandro Magno entre ellos, hablando de él, ¿Sabías que fundaba ciudades cada vez que tenía una victoria?, así que fundó más de 60 ciudades en toda Europa y Egipto, siempre con el mismo nombre, Alejandría, y era un amante de los caballos, tuvo uno desde los 10 años, al que llamo Bucéfalo, me recordó un poco a mi y Black Jack, cuando se fundó el juego para atraer a la gente, a quien le saliera una J negra en su mano, junto con un As de picas recibía dinero extra – no pudo evitar balbucear hasta que escuchó la risa de su marido.
– Eres adorable, con tu pequeño momento de conocimiento, te aseguró que si te preguntó de donde se originan los juegos de cartas lo sabrás – si, lo sabía, por los Chinos en el siglo XII, pero no lo diría ahora, porque estaba demasiado avergonzado para decirlo en voz alta.
Su esposo notó su silencio y sonrió enternecido.
– No me molesta que hables sin parar de todo lo que sabes, es adorable, uno de mis momentos favoritos es cuando hablas de Star Wars, es como si estuviera viendo a un niño pequeño demasiado entusiasmado por su saga favorita – Christian escondió su rostro en el pecho del mayor, lo sentía demasiado caliente.
Quería tanto no hablar como si estuviera vomitando todo el conocimiento que tenía, a veces ayudaba, como cuando los niños le pedían ayuda para algo, pero muchas veces era vergonzoso como no podía controlar su impulso por hablar.
– Eres mi pequeño nerd, y sabes que me encantas así, ¿Por qué no me sigues diciendo lo que venía en el libro? – Christian quiso resistirse, pero simplemente no pudo.
– Fue nombrado comandante durante la revolución francesa, y solo tenía 20 años, habiendo estudiado tanto las tácticas de Magno se hace una suposición de que por eso pudo escalar tan rápido en la jerarquía del ejercito, ¿Sabías que no era tan bajo como creían?, fue una pequeña confusión, en ese entonces inventaron una medida nuevo, el pie francés, pero como ocupaban más la medida inglesa y no muchos llegaron a conocerlo, pensaron que medía 157 centímetros y no 168 que era su estatura real – eran datos inútiles, muchas de las veces, pero había cosas que si sabía como resolver problemas matemáticos e incluso de programación.
Pero no hablaba tanto de esos porque casi nadie le entendía, salvo quizá por Adrian, con quien podría hablar durante horas de ello, o Mick, que se emocionaba mucho más cuando era un problema que ninguno de los dos podía resolver.
Sin embargo, solía soltar información "basura" cuando hablaba con las personas a las que le tenía confianza, quienes siempre escuchaban a los demás.
Aun sabiendo que no se molestaban por eso, tendía a avergonzarse de hacer aquello, pero todas las veces su marido simplemente le preguntaba por más información y no podía detenerse.
– Entonces no me equivoqué, no era mucho más bajo de lo que eres tú – golpeo el pecho de su marido con diversión.
– No es nuestra culpa que seas un gigante, cosa que aun no perdono, los bebés medían lo que un bebé normal medía en el desarrollo del útero, cuando debieron ser más pequeños porque eran mellizos, no solo me embarazaste de dos, sino que eran tan enormes como tú – su esposo se rio entre dientes y le dio un beso en su mejilla.
– Y sigo agradeciendo todos los días por ello, mi esposo tan valiente, tan fuerte, que soporto todo eso y me dio dos hermosos bebés, me gusto un poco esa etapa – Christian sonrió, si, también le había gustado.
Durante esos meses el mayor se había hecho experto en el embarazo múltiple en hombres solo para tener el doble de cuidado, siempre que estaba libre lo podían encontrando leyendo un libro, un artículo e incluso escuchando conferencias de profesionales recomendados.
Y todas las veces había compartido sus nuevos conocimientos con Christian y con los bebés, susurrando los datos hasta que el menor se quedaba dormido.
Había sido lindo.
– ¿Por qué no me repites por qué empiezan los antojos durante el embarazo? – el mayor se rio entre dientes.
– ¿Cambiar papeles nuevamente?, con gusto, pero primero, un beso para compartir la información – Christian miro los labios del mayor.
– ¿Es la tarifa regular para todos los que preguntan?
– No, es algo muy especial, un precio único para la persona más importante en todo mi universo – el menor sonrió mirando con amor al más alto.
– Déjame te pago el precio único – jalo con uno de sus brazos al mayor y lo beso.
Quizá debería empezar a cobrarle así al mayor por cada conocimiento que le compartía, así podría hacer dos de sus cosas favoritas en el mundo, hablar de lo que le gustaba después de besar al amor de su vida.
O quizá podría decir que lo bese durante el proceso.
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Nos leemos hasta la próxima.
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Flufftober
FanfictionEl calendario fluff de octubre desde la perspectiva del Wolffner de mi grupo de rol. Portada provisional.