capítulo 9

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Pov Abril

Tenía mucho miedo, tanto, que me era incluso difícil respirar por encima de los nervios y la necesidad aberrante de querer huir.

Papá estaba molesto.

Eso era un problema porque normalmente su molestia terminaba con mi madre y yo repletas de morados y sangre.

Respira, respira, respira.

Me repetí lo mismo una y otra vez en mi cabeza, mientras trataba de mantenerme lo más serena posible.

-Abril -me llamó mi madre, la cual se acercó a mí con rostro pálido-. Tienes que ayudarme.

Quise decirle que no, siempre que la ayudaba encubriendo algo, era yo quien pagaba las peores consecuencias.

-Tu padre ya viene en camino -dijo-. Necesito que le digas que fuiste tú, quien respondió el teléfono cuando los rusos llamaron y no diste la advertencia de eso.

Mis ojos se abrieron con sorpresa ante el pedidode mi madre y negué suavemente.

-Pero fue Molly quien hizo eso -susurré-. Fue ella la que desobedeció la orden de jamás entrar a la oficina de papá.

La mirada aterrada de mi madre creció y yo solté un jadeo de dolor cuando su mano fue a mi muñeca y me acercó a ella con fuerza.

-¡No puedes decirle que fue Molly! -espetó-¡Es tu hermana! ¿Cómo vas a hacerle eso a tu hermana?

Abrí la boca para preguntarle a mi madre como podía ella hacerme eso a mí, a su hija más joven, pero decidí solo callar.

-Tienes diez, sabes que será menos duro contigo que con ella -me recordó-. Hazlo por mí.

Mi madre jamás en la vida había escondido el hecho de que mi hermana Molly, la cual era mayor que yo por dos años, era su favorita.

A Alana nunca le importó aquello y a Rocio tampoco, sin embargo, no me era fácil el olvidar que siempre estaba a la sombra de mi hermana.

Aquella noche estaba lloviendo tan, pero tan fuerte, que parecía que en algún momento el cielo de Italia se iba a romper en dos e iba a inundarnos y ahogarnos a todos.Esa noche solo éramos mamá, Molly y yo. No había nadie más, mis otras dos hermanas estaban visitando a un pariente cercano porque eran las únicas que habían conseguido el permiso para poder abandonar la casa.

Yo jamás podía dejar la casa. No sin papá.

Mi hermana Molly bajó corriendo las escaleras en ese entonces, cuando escuchamos el carro de papá parquearse a las afueras de la frívola mansión.

-Yo lo hice, lo siento, lo siento -dijo mi hermana -. Le explicaré las cosas a papá.

-Deja que Abril se haga cargo -susurró mi madre-. Es una orden, Molly.

Mi hermana me miró y yo traté de decirle que estaba bien, que no importaba, pero no era real, de solo pensar lo que había sucedido la última vez que mi padre se había molestado conmigo, hacía que mi piel se erizara y mi corazón palpitara con tal urgencia que parecía que iba a detenerse de un segundo a otro.

-¡Adriana! -mi padre entró como un tornado por la puerta, llamando a mi madre. ¿Dónde estás?

Las manos de mamá comenzaron a temblar y sentí lástima de ella. Sentí pesar por lo desgraciada que era en su matrimonio y le rogué a la vida nunca tener que casarme con un mafioso porque sabía que me iba a tratarme de la misma manera que papá.

No podría soportarlo, preferiría escapar que tener que casarme con alguien de aquel oscuro mundo.

-A-aquí estoy -mi madre se adelantó para encontrarse con él-. Querido...

black death (rivari g¡p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora