La tensión en el aire era espesa mientras me despojaba del traje, sintiendo que cada capa de ropa que caía al suelo no era suficiente para quitarme el peso que oprimía mis hombros. Abril me observaba desde el umbral de la puerta, con esa mirada que me atravesaba, como si pudiera ver a través de cada máscara que usaba en el exterior. Pero aquí, en nuestra casa, con ella, ya no podía esconderme.
—Sam, dime la verdad —su voz era suave, pero firme. Sabía que no podía seguir evadiendo sus preguntas. Ella era lo suficientemente inteligente como para notar que algo grande estaba sucediendo.
La miré en silencio por un momento, decidiendo cómo decirle lo que realmente estaba ocurriendo. Abril sabía lo suficiente de mi mundo, más de lo que yo hubiera querido que supiera. Pero mantenerla en la oscuridad solo la pondría más en peligro. Caminé hacia ella, tomé su mano y la llevé hasta el sofá. Me senté a su lado, manteniéndola cerca, pero sin mirarla directamente.
—Guarnizo no es el único problema. —Hablé finalmente, mi voz más baja de lo normal—. Está planeando algo grande, y no está solo. Hay otros en esto, personas que han estado pagando a la D.E.A. para socavarme, para que me saquen del juego.
Abril no dijo nada de inmediato, pero sentí cómo su cuerpo se tensaba ligeramente a mi lado. Sabía que esa noticia no sería fácil de digerir, pero no podía dejar que la gravedad de la situación la asustara más de lo necesario.
—¿Crees que están cerca de atraparte? —preguntó, casi en un susurro, como si decirlo en voz alta pudiera convertirlo en una realidad inmediata.
—No lo sé aún. —Mi respuesta fue honesta, aunque no tranquilizadora—. Lo que sé es que están probando los límites. Quieren ver si realmente soy tan intocable como creen. Y si fallamos en algún movimiento... —Me detuve, no queriendo terminar esa frase. No quería imaginar lo que pasaría si alguna pieza de este juego caía en las manos equivocadas.
Abril inhaló profundamente y luego soltó el aire lentamente, en un intento de procesar la información. Sabía que, a pesar de todo, ella no quería que la apartara. Era tan valiente como cualquiera en mi mundo, pero eso no significaba que no me preocupara. Sabía lo que estos hombres podían hacer si querían alcanzar un objetivo. Y yo era un objetivo grande. Ella también, por extensión.
—Sam, sabes que estoy contigo, ¿verdad? —dijo de repente, su mano tomando la mía con más fuerza—. No importa lo que pase, no me iré a ningún lado.
La intensidad en su mirada me sorprendió. Siempre había visto en ella ese fuego, esa fuerza silenciosa, pero en ese momento, su determinación casi me desarmó. Sabía que lo decía en serio, que estaba dispuesta a quedarse a mi lado, sin importar el costo. Y eso, de alguna manera, me asustaba más que cualquier amenaza externa.
—Lo sé, amor —respondí suavemente, acariciando su mejilla con la mano—. Pero mi mayor temor es que esta vez ellos vayan por ti. Y si eso sucede...
No pude terminar la frase, porque la idea de perderla era algo que no podía soportar. Mi mente siempre había sido fría, calculadora, pero cuando se trataba de Abril, mi lógica se desmoronaba.
—Entonces tendremos que asegurarnos de que no lleguen a mí, ni a ti. —Su tono era decidido, sin rastro de miedo.
En ese momento, supe que la guerra que se avecinaba no era una que yo pudiera evitar. El mundo en el que había crecido, el mundo que me había convertido en lo que era, finalmente estaba golpeando nuestras puertas. Pero si Guarnizo y sus aliados pensaban que podían amenazarme, que podían usar a Abril para hacerme caer, estaban gravemente equivocados.
—Mañana comenzaremos a prepararnos. Llamaré a Osvaldo y a mis contactos. No me quedaré sentada esperando a que ellos hagan su movimiento. —Mi voz era firme, implacable. Sabía lo que tenía que hacer.
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black death (rivari g¡p)
Randomsamantha rivera la mafiosa más peligroso y temerario que existe. Como abelardo de la mafia rusa, todos desean ser sus aliados y muy pocos -solo los dementes- samantha lo es todo, menos una mujer acta para el matrimonio y el cuidado de una mexicana...