Capítulo 1: El Error Más Grande

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Dicen que uno por amor hace muchas estupideces, pero yo, por ese amor, cometí el error más grande de mi vida

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Dicen que uno por amor hace muchas estupideces, pero yo, por ese amor, cometí el error más grande de mi vida.

Hace tres semanas...

Estaba en el pasillo de la universidad, mirando a Javier acercarse a Valentina y besarla. No podía negarlo; Valentina era hermosa. Todos los chicos estaban detrás de ella, y era novia del futbolista y chico popular de la universidad. Y, por si fuera poco, Javier era el único chico que me había gustado desde hacía dos años. Sabía que jamás iba a hacerme caso, pero con solo verlo, yo era feliz.

De repente, sentí una mano en mi hombro y casi grito de miedo. Al girarme, vi a Camila, mi mejor amiga.

—Otra vez viendo a Javier —dijo con una sonrisa burlona.

—Claro que no, solo te estaba esperando —respondí, intentando ocultar mi verdadera obsesión.

—Sí, claro, y yo soy la hija del presidente —dijo Camila, riendo. Yo empecé a reírme también, aliviada por su presencia.

—¿Cuál es el chiste? —preguntó una voz detrás de nosotros.

Me giré, y allí estaba Daniel, el gemelo de Camila, acercándose con su típica mirada desafiante. Aunque eran gemelos, trataban de actuar como si fueran los peores enemigos; era una dinámica extraña pero divertida.

—Nada que te importe —contestó Camila, tratando de ser seria, aunque su risa aún se escuchaba.

—Hola, Daniel —dije, intentando cambiar de tema.

—Hola, bonita —respondió él con una sonrisa que me hizo sentir como si estuviera en una montaña rusa emocional.

Nuestros ojos se encontraron, pero no pudimos disfrutar del momento porque alguien más interrumpió.

La miré; era Lucía. Nunca se había acercado a nuestro grupo, ya que ellas eran las populares. A menudo, observaba cómo se movía en su burbuja de privilegio, mientras nosotras intentábamos sobrevivir en nuestro pequeño rincón del universo universitario.

—Mañana, Javier organizará una fiesta en su mansión y quiere invitar a la universidad entera: tanto a los nerds como a los populares —dijo Lucía, entregándonos invitaciones que brillaban con un aire de promesa.

Mi corazón dio un vuelco. No podía creer que Javier me invitara, aunque fuera indirectamente a través de Lucía. Era una oportunidad, un cambio para acercarme a él.

—¿Vas a ir? —preguntó Camila, mirándome fijamente.

—No estoy segura... —musité, un torrente de emociones azotando mi mente. La idea de estar junto a Javier, aunque sea de lejos, era tentadora, pero también sabía que asistir significaba abrir una puerta a más decepciones.

—Sofía, ¡tienes que ir! —insistió Camila, empujándome suavemente. —¿Qué tal si es tu oportunidad para hablar con él?

En ese momento, me sentí atrapada entre la decisión racional de evitar el sufrimiento y la ilusión de un amor que siempre había sido inalcanzable.

Entonces, en medio de mis pensamientos, Daniel interrumpió:

—No te lo recomiendo si no quieres quedarte con el corazón roto. Pero, hey, siempre puedes encontrar una manera de hacer que se fije en ti.

Sus palabras resonaron en mi mente. Quizás esta fiesta era más que solo un evento social; tal vez era una oportunidad. Pero, ¿estaba realmente lista para arriesgarme? Podía sentir que el amor, como un fuego, me atraía, pero también sabía que podía consumirlo.

—Tal vez... —comencé, contemplando la invitación en mi mano. Un paso hacia la oscuridad o hacia la luz. ¿Cuál era el verdadero riesgo? ¿Sería capaz de enfrentar lo que se avecinaba?

Mientras me perdía en mis pensamientos, supe que esta fiesta marcaría el inicio de algo nuevo en mi vida, y, a la vez, un estallido de emociones descontroladas.

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