El día en la universidad comenzó como de costumbre, y mi próxima clase era de matemáticas, mi favorita. Sabía que en mi carrera como empresaria, los números iban de la mano con todo. Además, era la única clase donde podía ver a Javier.
Entré al aula y me senté en la primera fila, con Camila a mi lado. Siempre nos sentábamos juntas; era nuestro pequeño ritual, ayudándonos en todo lo que no entendiera la otra. Javier se sentaba en la siguiente fila, detrás de nosotras, y me encantaba que cada vez que giraba la cabeza hacia los lados, podía verlo.
—¡Buenos días! —dijo el profesor, entrando al aula.
—¡Buenos días! —respondí, junto con algunos compañeros que también le devolvieron el saludo.
La clase comenzó con el profesor presentando el tema del día: ecuaciones de segundo grado. Mientras él explicaba, no podía evitar distraerme un poco, robando miradas furtivas de Javier, quien parecía concentrado en sus apuntes.
De repente, lo vi levantarse de su asiento y caminar hacia el profesor. Mi corazón dio un pequeño brinco; me preguntaba qué podía estar discutiendo. El profesor lo miró con curiosidad a medida que se acercaba.
Javier le susurró algo al profesor, y este, sorprendido, se levantó y giró hacia nosotros.
—Permítanme unos minutos, por favor —dijo, atrayendo la atención de toda la clase.
Todos levantamos la cabeza, intrigados. Sabía que nada bueno podía salir de esto.
—Javier quiere darles un comunicado —anunció el profesor, alzando la voz.
Todo lo que él decía se hacía, por ser hijo del famoso empresario de Nueva York. Era el futbolista que había llevado a nuestra universidad a ganar campeonatos dos años consecutivos.
—Hola, quiero decirles que mañana habrá una fiesta en mi casa —comenzó Javier, con una amplia sonrisa que hizo que mi corazón se acelerara aún más. Me sentía perdida en su mirada. —Y quiero hablarles sobre la temática: deben llevar algo rojo y su traje de baño. No se preocupen por nada más, todo va por cuenta de la casa.
Ese anuncio hizo estallar la emoción en el aula. Mientras algunos comenzaron a celebrar, otros se quedaron en shock; era la primera vez que Javier nos invitaba a una de sus fiestas.
—¡Qué bueno por ustedes! Muchos quisiéramos ir —dijo el profesor Carlo, riendo.
—Profe, sabe que mi casa es su casa —respondió Javier, enviándole una sonrisa que chillaba confianza.
—¡Muchas gracias, joven Salazar! —contestó el profesor, claramente complacido con la invitación.
—Ya saben, los espero a todos mañana en mi casa —gritó Javier antes de regresar a su asiento, dejándonos a todos conversando animadamente sobre la fiesta.
Una mezcla de nervios y emoción recorría mi cuerpo. Mañana sería un día diferente, un día en el que tendría la oportunidad de acercarme a Javier como nunca antes.
Mientras el profesor retomaba la clase, mi mente seguía llena de preguntas. ¿Realmente debería llevar algo rojo? ¿Funcionaría mi traje de baño como una excusa para hablar con él? Lo cierto era que cuando Jabier estaba cerca, todo parecía posible, incluso el amor.
Camila, evidentemente emocionada, me miró con complicidad.
—No puedo creer que nos haya invitado, Sofía. ¡Vamos a esa fiesta!
—Sí —dije, tratando de ocultar lo nerviosa que me sentía— No tengo otra opción.
La clase continuó, pero mis pensamientos estaban en la fiesta. Cada cálculo y fórmula que el profesor explicaba se desdibujaba en el fondo, y en su lugar, soñaba con un futuro en el que pudiera llamar la atención de Javier. Todo dependía de mañana.
Cuando finalmente sonó el timbre, me levanté lista para dejar atrás otra larga jornada universitaria. Caminando hacia la salida con Camila, no podía evitar sonreír mientras la idea de lo que estaba por venir llenaba mi mente de esperanza y emoción.
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Llámame Daddy
RandomDespués de ser humillada públicamente por Javier, el chico más popular de la universidad, quien divulga una foto comprometida de ella, Sofía decide desquitarse de la manera más atrevida posible. Atrapada entre la burla y el desprecio, transforma su...