Capítulo 3 [✓]

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Mi intento por hacerme el fuerte no resultó. Está más que claro quién es el poderoso de la familia, el arisco, el duro, el erguido, el que tiene todas las armas para no perder las batallas.

Odio no tener el carácter para enfrentar a mi papá.

Somos físicamente idénticos, los mismos ojos de ángel que se intensifican al salir de la ducha, el mismo rostro delicado, el mismo color de cabello que se enciende cuando lo toca el sol, hasta tenemos las mismas uñas transparentes que se rompen fácilmente.

Cuando me veo al espejo es como si lo estuviera viendo a él, pero más joven y eso es otra cosa que me asusta, pues no quisiera terminar siendo como él, ese sería un castigo injusto.

«Quiero que todo esto termine... Yo solo quiero que acabe.»

Terminé huyendo de la empresa como un cobarde. Los gritos de mi papá se quedaron en mi cabeza que buscaba cualquiera distracción para olvidar lo sucedido.

Me gritó al ver que me fuí sin decirle nada, y eso lo sacó de sus casillas. Esa faceta suya de diablo me da terror, algo toma posesión de él y se transforma en alguien peor... Peor de lo que ya es.

Limpié mis mejillas con la manga de mi saco y apreté el estómago para contener el llanto.

En ese momento, cuando más pisoteado me sentí, empecé a sentir mucho frío, un frío agresivo que me erizó los pelos y me secó el rostro. Quería un abrazo.

Miré el cielo y por alguna razón, me sentí vacío al ver tanta oscuridad.

Este día no salió como lo pensé cuando iba al colegio... La lluvia es maravillosa; aunque tenga el poder de embellecer todas las zonas verdes no es la responsable de solucionar los problemas, eso es cosa de los valientes, entre los cuales yo no entro.

Toda esta situación con mi papá me está debilitando cada día más; las discusiones con él son cada vez más constantes, no ve el esfuerzo que hago por ser como él.

Suele decirme que soy una bola de arcilla sin forma y blanda, que necesita de sus manos para tener la forma correcta, que no importa cuanto me esfuerce, que lo necesito para ser una escultura digna de admirar.

Quiere convertirme en una copia exacta de él, que piense como él, que actúe como él, que tenga el corazón... Que sea alguien arisco, sin capacidad para medir mis palabras... Una copia exacta de él. Me he resistido en serlo, me he negado varias veces en caer en sus manos, pero siento que cada día es más difícil decirle que no a una orden suya, siento que un día ya no podré más y terminaré en sus manos a su conveniencia.

En este momento todo está mal.

flashback:

—Y también sabes que no me importa lo que tú quieras, eres mi hijo, eres menor de edad y yo decido qué es lo mejor para tí.

Fin del flashback.

Recordar duele... Duele muchísimo... Los minutos se pasan volando y no te das cuenta en dónde estás hasta que tropiezas con algo o con alguien que te hace volver al momento del que no se debe ir, está mal, sin embargo, me pasa casi a diario.

Sucede cuando me siento atrapado en un laberinto que no tiene salida y los recuerdos vienen en destellos de color azúl que me causan confusión y dolor. No sé si haya salida o si haya alguien en el mundo que me grite para guiarme con su voz hasta lograr escapar. No me importaría quedarme sin las comodidades que me dan; solo quiero ser feliz a mi manera y tener el cuerpo de hierro para pelear si es necesario.

Me subí la manga del saco y me quité con desesperación el reloj de oro que me dió mi papá en mi último cumpleaños, sentí que me quemaba la muñeca. Lo tomé entre mis manos y de nuevo, las lágrimas bañaron mis mejillas.

—Todo el oro del mundo no vale esto... Sale demasiado caro —susurré —, no lo vale... —al susurrar sentí un pellizco en mi garganta que no me dejó continuar.

Lo detallé con calma y ví que no había nada en él que me haga sentir feliz; solo es oro, nada importante, nada que valga la pena viniendo de un padre como el que tengo.

Quise tirarlo a la basura y prenderle fuego... Pero me dí cuenta de que un objeto es valioso cuando se le da a alguien con cariño y entonces su valor cambia, se convierte en una fortuna que se quiere conservar sin sacar provecho de lo que vale; se conserva porque el cariño es mas importante que cualquier cantidad de dinero.

Supe que solo, además de mi madre, había una persona por la que siento mucho cariño y que se merece un regalo como este.

...

El resto del camino a casa fue tranquilo. No estuve solo, tuve a la lluvia de compañía durante el resto del camino. A pesar del frío helado que hacía y de que cada gota que caía sobre mi espalda se sentía como una aguja, la disfruté.

Al final el día no salió tan mal. Un viernes algo agitado, creí que no iba a poder llegar a casa con la mente en orden, pero lo logré y aquí estoy, en la casa de la familia Marqués.

Me quité los zapatos en la alfombra que da la bienvenida a mi casa, los tomé con mis dedos y entré de puntillas a la sala para no ensuciar el luminoso piso de madera fina.

Las lámparas están apagadas y las cortinas cerradas, lo único que hay es una bolsa de víveres y la billetera de mamá sobre la mesa de centro.

—Seguro mamá fue de compras. —dije convencido.

Se escuchaba el ruido plástico de las gotas de lluvia caer sobre la terraza de la casa. El cielo se había despejado pero aún seguía lloviendo.

Atravesé la sala y subí las escaleras hasta mi habitación, entré y cerré la puerta con llave.

Me desnudé. Dejé mi traje sobre mi cama y fuí a buscar en mi vestidor una toalla para meterme a la ducha.

Al entrar al vestidor tropecé con mi mochila del colegio y recordé que dentro de ella había una moneda dulce que no podía dejar perder; me agaché para abrir la mochila, saqué la moneda, le quité la envoltura y me la llevé a la nariz para deleitarme con su exquisito aroma antes de llevármela a la boca.

Una vez terminé de disfrutarla me metí a la ducha y dejé que el agua caliente se llevara las malas vibras que había cargado en mi cuerpo todo el día.

...

No hay mucho que hacer en una noche de lluvia.

Me senté en la alfombra y me recosté sobre el pie de mi cama. Aún tenía el cabello mojado cubriendo mi frente y lo único que traía puesto era un shorts playero.

A mí derecha tenía un vaso de leche caliente y a mi izquierda un libro titulado "Virilidad Masculina" cuya sipnosis me llamó la atención y por eso lo estoy leyendo, dice:

Un adolescente introvertido aún no ha recibido una charla sobre la pubertad por parte de sus padres, y eso lo hace querer buscar respuestas en otras personas.

Su cuerpo cambia más rápido de lo esperado y su deseo por tener su primera vez con una mujer mayor se hace cada vez más grande. Pero para su desgracia, tiene unos padres aparentadores y muy sobreprotectores que lo mantienen dentro de una esfera de nieve para que nadie lo toque.

Una noche, se le presenta una oportunidad de escapar y romper las reglas que le impusieron sus padres desde pequeño y sin dudarlo pondrá en práctica su deseo sin pensar en las consecuencias que eso le traerá.

Ya estoy que lo termino y no me ha aburrido, a pesar del drama es entretenida.

Soplé suave y dí un sorbo a mi leche. Limpié mis labios con mi lengua y puse el libro en mis rodillas mientras terminaba de dar el segundo sorbo.

Cuando me disponía a leerlo alguien tocó mi puerta.

—¿Quién es? —pregunté, pero nadie contestó.

Dejé el vaso y el libro en la alfombra y me levanté para abrir la puerta.

—¿Ahora qué? —pregunté enfadado.

Era sin duda, la segunda persona que no quería ver.

Mi hermano.

Bajo la lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora