Capítulo 13.

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Oswaldo se quedó en mi habitación, cómodo en mi cama, usando una de mis pijamas.

Luego de aquella aventura en la oscuridad el estómago nos pidió unos bocadillos con queso y cambiamos el vaso de leche caliente por uno de chocolate frío.

Devoramos el plato en un dos por tres, dejando el chocolate para la plática.

Volvió a llover y aparentemente, iba a llover por mucho rato.

Nos acomodamos en el colchón con las piernas cruzadas en mariposa y pusimos una almohada en medio de nosotros para colocar los vasos mientras hablábamos.

Sonreí agradecido por su apoyo y por el rato agradable que estábamos pasando en mi habitación. Me incliné hacia él y lo abracé por la cintura; él quedó confundido pero después me correspondió el gesto abrazándome por mi espalda.

—Gracias —solté en su pecho recostandome en él para sentirme como un niño.

—Lo hice por verte tranquilo, porque por el tarado de tu hermanito, yo no hubiera movido ni un dedo. —bufó dándole un sorbo a su chocolate.

—Por lo que haya sido... Gracias —volví a agradecer separándome para no voltear los vasos de chocolate.

Carraspeó luego de otro sorbo —¿Porqué lo ayudaste? Santiago se ha portado terrible contigo y aún así, lo ayudaste —preguntó confundido.

—Talvez porque es mi hermano, y todo lo que le pase me importa.

Por mas que trató de entender a Santiago... Simplemente no puedo... No puedo entender por qué cayó en ese mundo oscuro que no se llena con nada y del que es muy difícil salir, al menos que tenga voluntad para hacerlo. Lo que digo puede sonar fácil, pero no sé si para alguien que lleva mucho tiempo consumiendo lo sea.

Oswaldo miró mi preocupación de hermano y trató de entenderme, dándome los mejores consejos.

—Entonces, deberías empezar por hablar con tu papá; seguro él sabe cómo ayudarlo —sonrió dándome la única solución que tenía a la mano.

—Papá lo adora... Si se llega a enterar de eso... No sé cómo vaya a reaccionar —bajé la cabeza preocupado por mi familia.

—Es la única solución que tienes -aclaró —. No puedes hacerlo solo. Ustedes son hijos del reconocido ingeniero Daniel Marqués; cualquier movimiento que hagas lo sabrá —agitó sus brazos acorralado para explicarse mejor.

—Lo malo de ser hijo de alguien tan famoso —rodé los ojos levantándome de la cama dándole la espalda.

Hubo silencio hasta que el colchón sonó avisando que Oswaldo venía hacía mí; tocó mi hombro viendo al frente pensativo: seguro buscando algo que decirme para darme seguridad o algo así...

—Todos creen que Daniel Marqués es un hombre ejemplar y correcto... Pero nada es como lo pintan en los periodos y en los catálogos.

Dije la verdad de las cosas, observando todo lo que tenía en mi habitación, sintiéndome decepcionado de mí mismo por no ser capaz de enfrentar a mi papá como debía...

Dejamos ese tema por el momento, se estaba volviendo incómodo para mí hablar de mi papá y Santiago... No quería seguir hablando de ellos... No después de lo que pasó abajo...

Nos fuimos a acostar y apagamos la luz, Oswaldo me contó de sus papás y de los planes que tenían para el fin de semana. Para mí fue como escuchar un cuento para dormir, lentamente fuí cerrando los ojos hasta que todo quedó oscuro.

«Dulces sueños.»

...

Al día siguiente mi papá me ordenó que faltara al colegio; había algunas cosas que debía poner en práctica y él como mi maestro, se iba a encargar de enseñarme todo.

Bajo la lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora